martes, 29 de marzo de 2011

Un regalo a los hijos con la propia vida

Cuando se pierde un hijo, la vida se da vuelta como un guante de goma que uno se saca de la mano, como los guantes finitos de los cirujanos que la única manera de sacárselos es dándolos vuelta, todo lo que estaba afuera queda adentro y todo lo que estaba adentro quedó afuera.

Así comienza a ser la vida para nosotros.

Cuando viene un aniversario, cuando viene un cumpleaños, sobre todo cuando viene el día del padre o de la madre, un lamento frecuente es “no tengo a mi hijo que me haga un regalo”.

Entonces hay que ponerse en ese el lugar que se ha dado vuelta, porque ahora somos nosotros los que tenemos que hacerle un regalo a ese hijo, tenemos que regalarle lo único que tenemos para regalarle que es nuestra vida y la manera como vivimos ese día.

Antes, cuando los chicos estaban, nosotros veíamos la vida a través de sus ojos, ahora ellos ven la vida a través de nuestros ojos y la obligación que tenemos nosotros es qué les vamos a dejar ver a través de nuestros ojos.

¿Les vamos a dejar ver todas las miserias, todas las penas, todo lo feo o vamos a dejarles ver la belleza que todavía tiene la vida?

Seguimos siendo responsables y el papel se dio vuelta y ahora en mi día, soy yo el que tengo que hacerle un regalo a mi hijo, con la manera como vivo ese día.

Hablando de regalos, hay mamás que tejen ajuares enteros y el día del cumpleaños del hijo o de su partida, llevan estos ajuares y personalmente los dan a mamás que han dado a luz en los hospitales necesitados; otros papás celebran el día del niño con todos los chicos amigos del hijo. ¡Hay tantas cosas para hacer! ¿Para qué quedarme en mi dolor?, ¿para qué revolverme en la tristeza?

(Del Mensaje de Renacer, sobre emociones, pasiones y sentimientos: En Renacer Congreso – Montevideo, Uruguay año 2006)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Deja aquí tu comentario o tu testimonio