viernes, 31 de octubre de 2008

Sobre el sufrimiento I

El sufrimiento es un fenómeno específicamente humano

  “Una de las dificultades que encontramos en la práctica de Renacer, es la enorme diversidad de términos empleados en los grupos para describir estados de ánimo de sus integrantes; vemos mezclarse emociones con sentimientos y pasiones y el uso de términos tales como dolor, sufrimiento, amor, etc., indistintamente para señalar una vez una emoción y a la vez siguiente un sentimiento.

  Esto nos ha llevado a tratar de encontrar un lenguaje común con la esperanza de facilitar el entendimiento entre las personas y los grupos.  

  Definido este propósito, plantearemos un abordaje a partir de una verdad única que es la misma para todos los integrantes de los grupos: "el sufrimiento por idéntico origen, una experiencia común y cierta para todos”. 

  Tomaremos la experiencia en Renacer, como grupo de ayuda mutua existencial, un grupo maduro, firme sobre sus pasos; un grupo que reconoce como decisivo tomar un hecho catastrófico, como es la muerte de uno o más hijos y transformarlo en algo que no sea una tragedia, de una manera tan esencial, tan sustancial como que Renacer es una obra de amor en homenaje a esos mismos hijos, un grupo para el que la VOLUNTAD de vivir nos hace decir: Sí, a la vida a pesar de todo.

Renacer ha progresado, ha crecido, ha pasado de ser un ámbito de reunión donde nos juntábamos para hablar de lo que nos pasaba, a ser un lugar donde “nos reunimos para hablar de lo que podemos hacer o debemos hacer con aquello que nos pasa”, esto es un vuelco fundamental en el que todos los integrantes han tomado parte, aun sin darse cuenta. 

Este cambio significa dejar de prestar atención a aquellas cosas que hemos experimentado, para prestar atención a la experiencia que estamos viviendo, cambiando nuestra atención desde aquello que nos sucede hacia lo que podemos hacer con aquello que nos sucede. 

Este vuelco fundamental nos permite, en vez de prestar atención a las emociones y sentimientos que experimentamos como consecuencia de nuestro sufrimiento, volver la mirada sobre la experiencia que tenemos de ese sufrimiento, no deteniéndonos en las consecuencias del mismo.

  Este camino nos ha de permitir la posibilidad de ver al sufrimiento como un hecho sustancialmente humano del cual las emociones y sentimientos, son sólo accidentes.  

Podemos observar que tanto la psicología como la psiquiatría se preocupan, contrariamente, por analizar las emociones de las que el hombre tiene experiencia surgiendo la tendencia a tratar de ocultar, farmacológicamente, o tratar de desarraigar analíticamente el miedo, la ira, la culpa, etc. 

  En estas circunstancias, sin darse cuenta, ayudado y ayudador, se sitúan en la dimensión psicológica del problema. El ayudador se preocupa por los «síntomas», las emociones y sentimientos, como manifestaciones del dolor que la otra persona experimenta, y al hacerlo pierde de vista la manera en que el ser sufriente experimenta ese dolor, de tal forma que resulta igual, para uno y otro, que se sufra con dignidad y entereza, o se lo haga miserablemente. 

Así, es absolutamente imposible que el ayudador pueda orientar al ser sufriente para que adopte un valor de actitud y considere prioritariamente lo que se puede hacer con ese sufrimiento; de esta manera, queda cerrada la puerta hacia la dimensión espiritual del hombre.  

La cuestión del sufrimiento no debería ser abordada a través de una pregunta que interroga sobre los efectos, o síntomas, sino mediante un interrogante que busque aclarar la esencia del sufrimiento, sin importar su origen, así como la enorme variedad de maneras humanas de sufrir.

La actitud naturalista, en la que ambos, ayudado y ayudador, buscan la causalidad de los «síntomas» y continúan trabajando en el plano del antes, lleva a observar los «síntomas» del sufrimiento, mientras permanece aislado el propio sufrimiento como fenómeno esencialmente humano. 

En la actitud asumida por Renacer podemos separar ambos fenómenos: los “síntomas” del sufrimiento y la experiencia misma del sufrimiento; de esta manera, hemos cambiado nuestra atención desde aquello que nos sucede hacia lo que podemos hacer con aquello que nos sucede. 

El hombre es un ser capaz de darle múltiples significados a una misma realidad, a diferencia de los animales que viven presos de un único mundo el que les abre sus sentidos.  

Por ejemplo, para el hombre un mismo árbol puede ser modelo para un pintor, coto de caza para un cazador, objeto de investigación para un botánico, de explotación para un agricultor, de sombra y descanso para un caminante, etc. Incluso cabe la posibilidad de que la misma persona se acerque al mismo árbol cada vez con un proyecto distinto, un día como cazador, otro como botánico, un tercero como pintor, etc.

Esto significa que como seres humanos, “de una misma realidad podemos tener múltiples experiencias”.

El hecho de que a una misma realidad sea posible darle distinto significado, reafirma al hombre sufriente, como ser libre para elegir el significado que extrae de idéntico sufrimiento y, en consecuencia, responsable por su elección, lo que contribuye a restar poder a cualquier tipo de tutela que pretenda imponerse, tanto a los integrantes como a los grupos. 

  Debemos ser conscientes que todo intento de lograr una definición precisa, de la que puedan desprenderse las variaciones propias de aquello que se trata de definir, puede ser vacío y falso en la medida en que no conozcamos íntimamente el problema, que no lo concibamos a partir de la experiencia, es decir, existencialmente, convirtiéndose en un espectador desinteresado, lo suficientemente desapegado como para describir realidades universales en aquello que, como el sufrimiento, se caracteriza por la capacidad de llevar al individuo a un anclaje existencial.

  Con respecto a su experiencia personal en campos de concentración durante la segunda guerra mundial, Víctor Frankl dice textualmente: “Únicamente el que ha estado adentro sabe lo que pasó, aunque sus juicios no sean del todo objetivos y sus estimaciones sean quizás desproporcionadas al faltarle ese distanciamiento”.  

  Esto adquiere importancia práctica al evaluar las distintas maneras posibles de sufrir, es decir, de los modos en que el hombre toma a su sufrir y nos permite resaltarlo como lo existencial, como propio de cada hombre único e irrepetible, dentro de la esencialidad del sufrimiento.

  No hay, pues, una definición que sea la más útil; quizás la más utilizada por el común de la gente, sin ser por ello la ideal, es aquella que dice que sufrir es padecer dolor.

Por otra parte, el sufrimiento no existe sólo en el instante en que comienza a ser experimentado, como si fuese un accidente en la vida de una persona, sino que es una realidad que se manifiesta cuando cae el velo de los ojos y permite el acceso al escenario del futuro; visto así el sufrimiento no es único de la persona que lo experimenta.

El ejemplo típico es el sufrimiento que produce el temor a la muerte, a la enfermedad y a la vejez.  

  Otras realidades tales como los síntomas y las emociones son meros predicados de la sustancialidad que es el sufrimiento y como tales pueden existir en nosotros, pero no necesariamente, lo que nos lleva a un concepto no determinista del hombre y de su sufrimiento.

  Definir al sufrimiento por las emociones, pasiones y sentimientos que éste pueda despertar, equivaldría a definir a la sustancia por los accidentes que ella provoca, cuando es aquella la que sostiene, soporta y, por ende, define los accidentes. 

  La universalidad del sufrimiento ha sido admirablemente reconocida como tal por Jaspers al anotar en su diario una cita de Jean Paúl: “No digáis: queremos sufrir, puesto que necesariamente tenéis que sufrir. Podéis sí decir: queremos obrar, porque no tenéis necesidad de obrar”.

  Al afirmar que el sufrimiento es esencial al hombre, debemos decir también que todos los hombres lo conocen y pueden, por lo tanto, ayudar a todo ser sufriente.  

  Este es un tema de singular importancia cuando trasladamos esta premisa a la cuestión de la ayuda al ser sufriente, y de aquí la pregunta fundamental es: ¿Puede una persona que no conoce lo que es sufrir ayudar a un ser sufriente? Pregunta dirigida específicamente a la ayuda que puede brindar un profesional detrás de un escritorio a un hombre sufriente. 

  Sin embargo, esta percepcion de la universalidad del sufrimiento no se da en la realidad, sea porque no todos sufren, hecho en sí difícil de aceptar —dado que el devenir acontece para todos—, sea porque muchos no reconocen que lo que les sucede es que sufren sin saberlo. A esto contribuyen diversos factores: por un lado el sufrimiento ante el futuro se atenúa ante la presencia inefable de una nueva posibilidad; por otro lado el hombre se distrae por el excesivo apego a las cosas en el mundo. Por último, se reprime al sufrimiento como se reprime la noción de la muerte.  

Para la Psiquiatría y la Psicología, las emociones y pasiones derivadas del sufrimiento son consideradas como categorías de éste, lo que trae aparejado tres graves problemas:

  1) La tendencia a considerar al sufrimiento como un atributo o accidente que puede ser modificado o, mejor aún, eliminado de la existencia de una persona.

  2) La tendencia a considerar a emociones y ciertas pasiones como equivalentes al sufrimiento.

  3) Por último, y quizás el más grave, es la tendencia a considerar al sufrimiento como una enfermedad, pasible de ser resuelta, pero sólo por especialistas en las ciencias de la psiquis, es decir una medicalización del sufrimiento, una puesta en escena más del saber y poder, aplicado como dispositivo de sujeción de un individuo a otro. 

  El resultado de este desvío es la creencia del ayudador —médico, psicólogo, asistente social, etc.— de que, ya sea mediante la «elaboración» de estas emociones y sentimientos con ayuda de la psicoterapia, o ya mediante el adormecimiento de ellas a través del uso de psicofármacos, puede eliminarse el sufrimiento como si fuese un mero síntoma de una enfermedad o, en el peor de los casos como si fuese la enfermedad misma. 

  En diversos momentos, hemos procedido a realizar una critica de la psicología que no cesa en su empeño de arrogarse la capacidad de solucionar el sufrir del hombre, al tiempo que hemos rescatado la cosmovisión de Viktor Frankl y de Karl Jaspers como representantes de modelos capaces de lograr el triunfo en medio de la derrota, ayudando a la persona a elaborar un proyecto de sentido en su tragedia, un sentido que sólo puede aparecer en la vida si el hombre se abre a una dimensión más profunda, una dimensión que le permita reconocer en medio de la crisis, que la oportunidad se sitúa moralmente por encima del peligro.  

  La psicología, como apéndice de las ciencias naturales, sólo se remite a aquello que puede demostrarse, dejando de lado todo lo relacionado con la fe. 

  Jaspers opina que “en la libertad se halla el origen de nuestro obrar y nuestra conciencia de ser, lo que el hombre sea, no sólo es contenido de saber, sino también de fe. Cómo el hombre tenga certidumbre de su ser humano, es un rasgo fundamental de la fe filosófica”, a lo que podemos agregar: y no de su conocimiento psicológico.

Cuando el ser humano se ve confrontado con situaciones que no pueden ser cambiadas, cuando sólo subyace la actitud a tomar como única respuesta al sufrimiento, entonces el hombre, en un acto que sólo puede ser de fe (en Dios, en la vida o en sí mismo) y basado en un autoconocimiento prerreflexivo de su libertad, decide existencialmente la actitud que toma. 

  Esto otorga al sufrimiento el papel que merece en la existencia, al considerarlo como una entidad con realidad propia, como una verdad de la que, por su magnitud y jerarquía, pueden, a su vez, derivarse otras verdades. 

  Frankl coincide con esta idea, al punto tal, que en su libro “El Hombre Doliente” nos dice así: “El sufrimiento posee no sólo dignidad ética sino también relevancia metafísica: hace al hombre lúcido y al mundo transparente”. 



Gustavo Berti-Alicia Schneider Berti

 






(Continuará en: Sobre el sufrimiento II: Posibilidades inesperadas del sufrimiento)



  Este es un aporte de “Renacer Congreso – Montevideo Uruguay” a la difusión del pensamiento de Renacer, a través de la palabra de Alicia y Gustavo Berti, creadores de los grupos Renacer, cumpliendo con el objetivo que indica nuestro lema “Por la Esencia de Renacer”, octubre de 2008

miércoles, 29 de octubre de 2008

Como ayudarse cuando fallece un hijo

Cómo ayudarse cuando fallece un hijo. . .

La muerte de un hijo es probablemente la experiencia más dolorosa y difícil que una
persona pueda experimentar. Viola todo lo que podemos esperar del curso natural de los hechos.

“Los hijos deben sobrevivir a sus padres,” decimos. En la mayoría de los casos, lo hacen. ¿Pero qué hacemos cuando nos encontramos dando la despedida final a un hijo? ¿Entonces qué? ¿Qué podemos hacer para ayudarnos a nosotros mismos en circunstancias tan espantosas?

Sienta Su Dolor

Al menos al principio, verá que no puede aceptar que su hijo realmente haya muerto. Esto es
comprensible y normal. Dése tiempo para absorber este duro hecho y comience a reconocer sus numerosas implicancias. Permítase experimentar su profunda pena en todas sus dimensiones físicas, psicológicas, sociales y espirituales. Si puede, hágalo gradualmente y en pequeñas dosis.
Pensar en su hijo o hablar de él o ella con otras personas a veces puede resultar doloroso. Otras, puede ser de gran consuelo. No tema llorar cuando lo necesite. Las lágrimas son curativas. La profundidad del dolor que siente en este momento se relaciona directamente con la profundidad de la relación que compartió con ese hijo o hija. El dolor es el precio que pagamos por haber amado, porque al hacerlo, nos hemos permitido ser vulnerables a la pérdida.

Cómo Sobrellevar Su Dolor

Trate de manejar su pérdida y su dolor, no dominarlo. Concéntrese en el presente. No es necesario que resuelva todo su futuro en este momento. Viva un día por vez — pero no trate de hacer frente a una hora si eso es demasiado para usted. El tiempo por sí mismo no cura, pero es lo que nos puede ayudar a recuperarnos y crecer.
Recuerde sus necesidades de alimento, agua, descanso y ejercicio. El cuidado de sí es fundamental para proveer los recursos que necesitamos para vivir.
Es necesario que encuentre su propia manera de hacerlo después de la muerte de su hijo.
Sobrellevar una pérdida tan horrible es una experiencia muy individual. 
Piense en qué lo ayudó cuando se enfrentó con otras pérdidas más pequeñas en otros momentos de su vida.

Apoyo de la Familia y Amigos

Mantenga relaciones con familiares cercanos y amigos. En este momento necesita de todo su apoyo, aun si cree que no podrán hacer mucho por usted. No dude en pedirle ayuda a sus amigos cuando lo necesita. Los verdaderos amigos se alegrarán de poder ayudar en forma práctica y de distintas maneras. Si alguien dice o hace algo que no es útil o incluso resulta doloroso, usted puede expresar sus sentimientos y explicar qué le puede servir de ayuda. No sufra en silencio.
 Esté atento. La mayoría de las personas tienen buenas intenciones, pero a veces no saben qué hacer o qué decir. En realidad, todos tenemos mucho que aprender sobre las reacciones ante la muerte de un hijo. Es probable que se encuentre enseñando esas lecciones, lo quiera o no. Sea amable, pero firme; enséñele a la gente a ser más comprensiva y útil. Cuando les da permiso, los amigos verdaderos agradecen las oportunidades de compartir con usted los recuerdos que guardan de su hijo o hija — y usted también se beneficiará de ello, porque esos recuerdos enriquecerán el legado de su hijo en su propia mente y corazón.

Extraiga Fuerza de Otros Padres en Iguales Circunstancias

Con frecuencia, los padres que han perdido un hijo señalan que otros padres que vivieron
circunstancias parecidas fueron la ayuda más efectiva. “Conocían el dolor. Sabían qué decir y qué no decir.” Puede ser de ayuda encontrar un grupo de apoyo local para padres que han perdido un hijo pidiendo referencias en funerarias, programas hospitalarios o instituciones
religiosas de su área. 

Concéntrese en el Legado de Su Hijo o Hija

Muchos padres encuentran muy útil concentrarse no sólo en lo que han perdido sino también en lo que ha significado y en lo que continúa significando su hijo. Reflexionan sobre la riqueza que ese hijo ha aportado a sus vidas. Puede hacer esto pensando en el lugar y en el significado especial que su hijo o hija ocupa para usted. Su vida es más rica porque su hijo vivió.
Su relación con su hijo o hija será diferente ahora — esa es la cruda realidad que trae la muerte. Sin embargo, su hijo tendrá siempre un lugar en su corazón — eso jamás cambiará. Aunque su hijo ya no viva, usted lo podrá amar toda su vida. El amor en la separación no es menos real que el amor en la presencia.
Su hijo lo ayudó a que usted sea quien es ahora. El legado de su hijo puede incluso ayudarlo a
Crecer; continúa teniendo profundos efectos sobre su propia vida y en la vida de quienes lo rodean.

Cómo Conmemorar la Vida de Su Hijo

Puede conmemorar la vida de su hijo de distintas maneras. Algunos padres escriben breves poemas o cuentos, otros llevan un diario de recuerdos, crean un jardín, hacen donaciones o crean una beca en memoria de su hijo.
Otros padres la conmemoran comprando o haciendo un regalo especial en el día de cumpleaños de ese ser, en las fiestas religiosas o en otras ocasiones festivas. Luego donan ese regalo a un joven pobre o a una organización benéfica en memoria de su hijo. De esta manera y de tantas otras, puede alimentar una conexión importante con su hijo o hija y mantener viva su memoria en usted.
A menudo, puede ayudarse mejor aceptando el apoyo y amor de aquellos a quienes ama y que
conocieron y amaron a su hijo o hija, como también ayudando a quienes se dirigen a usted en busca de apoyo y amor. Todos los que amaron a su hijo serán afectados por su muerte. Todos ellos necesitan sentirse amados, seguros y que son parte importante de su familia. Los abrazos y las lágrimas compartidos son la mejor manera de decir, “somos todavía una familia, el hijo que ya no está sigue siendo parte de nuestra familia y a pesar de todo, esto seguirá siendo lo más importante.”


Acerca del Autor
El Dr. Charles A. Corr es profesor emérito de la Universidad Edwardsville del sur de Illinois y ex-presidente (1989-1993) del Grupo Internacional de Trabajo sobre la Muerte, el Duelo y las Personas en Agonía. Entre las publicaciones profesionales del Dr. Corr se incluyen 22 libros y más de 80 artículos y capítulos sobre una amplia variedad de temas relacionados con la muerte.
Este folleto y los demás recursos fueron elaborados por los proveedores de servicios de cementerio, cremación y funerales de Dignity
Memorial®. Dignity Memorial es un símbolo de confianza, normas de gran calidad y un alto nivel de atención.

martes, 28 de octubre de 2008

CARTA DESDE EL CIELO

(Dedicado a mi viejo amigo Juan Pablo Acosta, Que descansa en el cielo)
También a Pedro y a Silvia, y por supuesto a mi compañerita compinche “quela”

Así es la vida, un simple cantar de un pájaro que trina por vivir, una terrible realidad avasallante que descansa en las penumbras de la conciencia. Para que quiero vivir, si se que algún día puedo morir?. Esperando que ese día nunca llegue, finalmente Dios dicto mi última sentencia y me requirió para sus servicios en el cielo. Al principio me opuse, pero sabia que tenia que ser así, un hombre debe hacer, lo que un hombre tiene que hacer.
Lo mas doloroso fue dejar los afectos, en cierta forma supe que me iba, pero no pude hacer nada al respecto, mi papá, mi mamá, mi abuela, mi gran familia, y un amigo el cual sabe muchas veces lo que debe hacer en el caso de que no superen mi partida, sabe que debe decir, sabe que hacer pensar, sabe como actuar, sabe que debe acompañar a mi papá y a mi mamá.
Creo que mi partida fue la decisión mas importante de mi vida, el gran cambio, deje un cuerpo y adopte otro que no necesariamente tiene que ser material, no tenemos huesos, no tenemos carne ni piel, por eso nada nos duele, creo que muchos no lo van a entender, pero quiero contarles que se siente maravilloso, puedo pensar sin cansarme ni dormirme, puedo caminar sin tener que sentarme a descansar, puedo volar sin pedirle permiso a nadie, puedo acompañar y puedo estar adentro de un corazón, porque quizá si antes mi cuerpo no me lo permitía, hoy es imprescindible entender que un cuerpo te limita mucho.
Es mucho trabajo para un ser humano cuidarse, vestirse, trabajar sin que te duela la espalda, y ni siquiera les cuento lo que es leer dos o mas horas seguidas en ese mundo, acá se puede leer todo el tiempo sin fatigarse (es lo único que mas se parece al planeta tierra), pero mucho mas trabajo para un ser humano es comprender que algún día no vamos a estar mas físicamente, comprender que morir es parte de la vida y que vivir es parte de la muerte.
Muerte significa nueva vida, significa cambio. La única desventaja de esta nueva vida, es no poder abrazar, es no poder compartir lo necesariamente corporal para convencer que de este lado también hay una vida por delante. Lo importante es aclarar que para pasar a este mundo es imprescindible preparar a nuestros seres queridos, no recordándoles cada día que algún día nos vamos a ir, sino dando la mejor muestra de afecto y de cariño, decir te amo, decir te quiero, o perdón son muestras de cariño y de amor, es el mejor ejemplo que hallamos podido dar en ese mundo
En el cielo es esplendida la vida, pero en la tierra, en ese planeta en el que hoy vos estas viviendo, en el que estas sintiendo que cada día, se aproxima el gran cambio, cada vez son mas las personas que llegan a este mundo celestial, dejando atrás una vida de dolor, Lo mas hermoso de aquel mundo son las personas que hicieron lo posible por enseñarte todo lo necesario, por enseñarte lo lindo que es vivir, lo lindo que es el amor, lo hermoso que es pensar y sentirse libre para crear en nuestra mente que no existen limites, y que podemos ser y hacer lo que queramos si nos lo proponemos, eso que solo se conoce en el planeta tierra y que muy pocas veces es visto. Acá no necesitamos sentidos para sentirnos vivos, sino que solo usamos otros sentidos prescindiendo de nuestro cuerpo, aprendiendo cosas totalmente diferentes. También vamos a morir, eso lo sabemos, la única diferencia es que en este mundo se sabe exactamente cuando va a ocurrir eso, pero como no tenemos sentimientos no nos importa, solamente nos dedicamos a amar y a seguir aprendiendo a morir.


Ramiro Albalá

sábado, 25 de octubre de 2008

¿Padres desgraciados o padres en el dolor?

Por Silvia Gras, mamá de Juan Pablo – integrante del Grupo Renacer Rosario

Durante un programa de televisión, observé un reportaje que se le hizo a un papá que había perdido a su hija, luego de haber relatado los sucesos del fallecimiento, que por cierto fueron violentos, la entrevistadora le preguntó qué calificativo les pondría a los padres que perdieron un hijo, a lo que el papá respondió: “…DESGRACIADOS, porque perdemos la gracia…”.

Ese calificativo me dejó pensando y recurrí al diccionario para ver el significado de la palabra “desgraciado” y tras leer lo que decía no tuve dudas de que yo no encuadraba en ese adjetivo.

Tal vez, pueda equivocarme, pero yo no me siento una desgraciada, la pérdida de mi hijo sí fue un hecho desgraciado, pero yo soy una madre con mucho dolor ante esa pérdida.

Durante 21 años, que fue el tiempo compartido con Juan Pablo, fuimos muy felices , una familia donde había y hay amor; comprensión; diálogo y enseñanzas que nos queda de nuestro hijo.

Tanto mi esposo como yo, no perdimos la gracia, seguimos siendo amables y amistosos como fuimos siempre, quizás ahora con otra mirada y otros sentimientos.

En síntesis, si a mí me preguntaran que calificativo les pondría a los padres que perdieron un hijo respondería: “somos padres en el dolor que vamos aprendiendo día a día a caminar de una forma diferente”.-

Documento de "Los Amigos Compasivos"

 Los Amigos Compasivos: Grupo de Apoyo Nacional, existente en Estados Unidos, han elaborado una guía que constituye la base de este documento y que acercamos a nuestro grupo, con adaptaciones de lenguaje, reflexiones adicionales con comentarios, y sistematización de los ítems, para promover su discusión y análisis.

QUE PASA CON MI DOLOR
  El dolor con sus altos y bajos dura mucho más de lo que la sociedad en general lo reconoce. Sea paciente con usted mismo.
  El dolor de cada persona es individual (único). Usted y su cónyuge van a experimentar y enfrentar el dolor de distinta manera.
  Es importante conocer que los procesos de dolor son distintos en cada persona, y que ello puede traer una serie de inconvenientes en las relaciones de los matrimonios y de la familia misma. Por ello es fundamental fijar este concepto: cada dolor es único e individual. Hay que evitar observar la manifestación del dolor del otro con espíritu o actitud crítica; ello llevara solamente a un distancia-miento, o a alimentar sentimientos negativos que ahondarán más profundamente tu dolor.
  Del mismo modo, ante la muerte de un hijo el matrimonio sufre. El apoyo que cabría esperar entre los esposos rara vez ocurre ante la muerte de un hijo. Ambos atraviesan por el dolor máximo y ni el marido ni la mujer tienen capacidad de apoyar al otro. Están quebrados ellos mismos, desintegra-dos.  
  No esperes que tu cónyuge comprende o solucione el dolor tuyo; ni la forma en que tu lo vives; pues cada uno debe atravesar la tragedia por su propio camino. Sin embargo respétense mutuamente en su dolor, y será ese respeto el que los fortalecerá en un camino que convergerá – finalmente – en lo que los une: el amor mutuo y el dolor mutuo.
  En materia de dolor no hay tiempos, ni todos los procesos pueden asemejarse. Sin embargo, lo que la experiencia indica es que hay una primera etapa donde el dolor se siente como una opresión permanente, constante y desgarradora; una segunda etapa donde se producen apariciones cíclicas de este síntoma; y una etapa final de estabilización donde el recuerdo de tu hijo comienza a manifes-tarse como una “emoción”.
  Es muy importante ser paciente y no exigirse más de lo que uno puede dar. No hay ninguna obligación de ser “fuerte”. Permítete sentir, con toda la intensidad que desees, el dolor y la ausencia. El proceso del duelo no podrás ignorarlo. Antes o después aparecerá. Todo indica que cuanto antes lo encares y más profundamente lo vivas, más oportunidades tienes de poder salir airoso de él. Como alguien lo ha ejemplificado: es necesario sufrir para dejar de sufrir.


PORQUE LLORAR
  Llorar no solo es aceptable, sino una saludable expresión de dolor y distiende las tensiones de madres, padres, hermanos y hermanas. Llore tranquilo y libre cuando sienta la necesidad de hacerlo.
El llanto es emoción y permite expresar el sentimiento de dolor. Provoca alivio y distiende; es un canal válido de exteriorización de un sentimiento. Por ello no es bueno “contener, resistirse a”, o forzar la “interrupción” del llanto. Siendo una exteriorización espontánea de un sentimiento es conveniente dejar “fluir” ese sentimiento hasta que solo se detenga.
Pero, así como la expresión de llanto es una demostración de amor y de emoción profunda, no debes inquietarte o preocuparte si no puedes llorar, no sientes la necesidad de llorar, o si las lágrimas no viene. El llanto es una forma de expresión; pero no la única. Frecuentemente los padres, por el estado de “shock” o por el bloqueo emocional que les produce la muerte del hijo, encuentran cerrados sus canales de expresión, y se sienten anestesiados, ausentes, o como participando de un mundo irreal o de acontecimientos externos a ello. No te asustes. Es natural, y dicho proceso puede durar algún tiempo.
  Por eso: llora si quieres; y no desesperes si no lloras. El llanto no mide el amor hacia tu hijo, ni es parámetro del dolor que te provoca su ausencia.
QUE PUEDE PASARME
  Las reacciones físicas causadas por la muerte de un hijo pueden incluir pérdidas de apetito, comer de más, disturbio del sueño y dificultades sexuales. Los padres pueden notar que les falta energía y no se pueden concentrar. Una dieta balanceada, descanso y ejercicio moderado, son especialmente importantes para toda la familia en este momento.
  Con frecuencia el dolor se manifiesta complementariamente en el resentimiento de la salud. A ello ayuda la alteración en el ritmo de horarios y de vida durante los días que siguen a la muerte de un hijo; ayudados – también – por la intensa vivencia emocional. Es común que aparezcan afonías, fiebre, desordenes intestinales, rechazos hacia comportamientos normales – cuando pensamos que nada puede ser normal luego de la muerte de un hijo – dolores musculares, insomnio, o por el contrario somnolencia. No debes asustarte ni preocuparte. Es normal que ello ocurra. Pero tampoco debes desentenderte; trata el problema con naturalidad pero no con displicencia. Consulta al médico y no evalúes la situación por tu cuenta ni tomes decisiones propias para mitigar los síntomas. Aun-que es normal que se presenten estos problemas, no es conveniente que el proceso de tránsito por el dolor se localice en ellos, generando enfermedades crónicas o dependencia alguna.
  Entiende que el dolor que sientes es tan intenso que tu cuerpo carece de armonía y de equilibrio; y ello tiene sus manifestaciones en las formas naturales en las que el organismo reacciona. Igualmente, tampoco estas en condiciones de devolverle inmediatamente la armonía a tu cuerpo, y para ello puede necesitar ayuda. Acepta tus limitaciones.
  Lo mismo ocurre con los comportamientos. La falta de interés en las relaciones sexuales, dudas acerca del mismo matrimonio, y toda clase de resentimientos y recriminaciones pueden aparecer. En esto sí debes intentar ser lúcido. El dolor ha empañado el cristal para observar y evaluar. No estas en condiciones de emitir juicios definitivos sobre tu matrimonio, tus relaciones ni los comportamientos de tus seres queridos. No ahondes el dolor sumándole a él otros dolores, ni dejes que el dolor te deje recibir un bálsamo que puede mitigarlo: el amor

QUE DEBO EVITAR
• Evite el uso de drogas o alcohol. Las medicaciones deben ser tomada solo en caso de necesidad y siempre bajo la supervisión médica. Muchas sustancias son adictivas, pueden llevar-nos a una dependencia química, además pueden detener o retrasar el necesario proceso del dolor.

  Tu no estas enfermo. Lo que te duele es el alma; y ese dolor no hay nada que pueda evitarlo. Al menos por el tiempo que ese dolor debe vivir en ti. Tarde o temprano tendrás que pasar por el y dejarlo hacer; o enfrentarlo. No es recomendable que busques sustitutos para “tapar” u “ocultar” ese dolor. El dolor algún día pasará; pero si te sumerges en otras dependencias, quedarás esclavo de ellas, y te resultará muy difícil salir de ese pozo.
  Evite aceptar las sugerencias de las personas que, creyendo que le hacen un bien, le invitan a adoptar actitudes como acudir a medicamentos, que a ellos “les han hecho bien”; a un olvido “tomando juntos copas”; alentando que pierdas el control, pues en definitiva “es tan terrible lo que te ha ocu-rrido… que todo vale…” o desordenes de conductas similares.
  Solo podrás superar tu dolor viviendo el proceso natural del mismo. Ese dolor tiende a mantenerte despierto para encarar la vida. No lo adormezcas. Hagas lo que hagas, y aún contra tu voluntad, el dolor en algún momento se manifestará; aunque hayas intentado adormecerlo con medicamentos, escapismos, o falsos sustitutos. Y la experiencia indica que el dolor adormecido se potencia y cuan-do aparece llega a destiempo y en forma inadecuada.
Si te sientes mal, o presentas desordenes de algún tipo, recurre a un profesional. El podrá determinar si necesitas medicación, y vigilará y controlará su administración, su dosis, su tiempo y tu evo-lución.
QUE OCURRE CON MIS AMIGOS Y PARIENTES
* Sus amigos y parientes pueden sentirse incómodos cerca suyo. Ellos quieren aliviar su dolor pero no saben cómo. Tome la iniciativa y ayúdelos a aprender a ayudarlo y apoyarlo. Hable de su hijo para que sepan que esto corresponde ( que es apropiado ).
  Puedes experimentar la sensación de que quienes más quieres, familiares y amigos, no te acompañan, o no te ayudan como tu quisieras. Ello te angustia, algunas veces, y te provoca enojos, otras. Lo primero que debes comprender es que ellos no saben cómo ayudarte, y que, además tienen miedo.
  No saben como ayudarte porque no pueden ni imaginar siquiera como te sientes, ni qué sientes. Para poder comprender tu dolor deberían haber pasado por la misma experiencia; o al menos imaginar por un momento que están en tu lugar (que a ellos se le ha muerto un hijo). Y es natural que eviten ambos supuestos. Es un medio normal de defensa frente a la desesperación que puede generarles la sola idea de que algo así pueda sucederles a ellos.
Por otra parte tienen miedo de causarte más dolor, o de hacer algo inapropiado. Otras veces lo dicen o lo hacen –con las mejores intenciones- ;pero porque no saben que otra cosa hacer.
  Del mismo modo, los tiempos para ellos juegan en forma muy distinta que para ti .Ellos creen que el tiempo pasa rápido. Y que tu recuperación es más fácil de lo que realmente es. Y esta es una creencia generalizada. Prueba de ello es que casi en forma masiva vienen a acompañarte y a estar con-tigo los primeros tiempos y que, mágicamente, también en forma masiva te dejan de acompañar. No los juzgues. Piensa cómo te comportabas tú antes de conocer lo que era este dolor.
Por ello, en lugar de juzgarlos, ayúdalos, y ayúdate a ti mismo. Es importante que les hagas saber lo que te gustaría que hicieran, o la forma en la cual pueden ayudarte.
  Si no te sientes con ánimo para enfrentarlos y conversar con ellos de este tema, puedes recurrir a algunos documentos que en diversos grupos e instituciones se han elaborado y entregarles un ejemplar para que lo lean y puedan comprender cuáles son tus necesidades.

QUE PASA CON LAS DECISIONES
* En lo posible posponga decisiones importantes (mudanza, cambio de trabajo, etc.) por un año por lo menos..
* Evite tomar decisiones apuradas con respecto a las pertenencias de su hijo. No permita que otros lo hagan o lo apuren. Usted lo puede hacer de a poquito y cuando se siente preparado. Es natural que frente a la tragedia que significa la pérdida de un hijo, y el impacto emocional que conlleva, sientas que debes cambiar en forma drástica algunos aspectos de tu vida, o que debes tomar decisiones inmediatas. También sientes que el tiempo se acaba, luego de lo vivido, cómo puede alguien pensar que hay “ tiempo” o que “queda tiempo”.
  Sin embargo , es necesario que admitas que no estás en condiciones de tomar decisiones drásticas; tu ánimo, tu razón y tu corazón funcionan a un ritmo convulsionado, fruto de la desesperación y del dolor frente a la muerte de tu hijo.
  No te dejes llevar – en estos temas – por los impulsos momentáneos, porque es muy probable que te equivoques en las decisiones, y ello te mortifique, tiempo después, cuando no puedas volver atrás sobre tus pasos.
  Tampoco es bueno dejarse llevar por la “presión” de los demás respecto a lo que “debes” hacer. No permitas que ellos decidan por ti-por más buena voluntad que tengan-. Comprende que si ellos deciden, con su decisión terminará el problema; pero las consecuencias de la decisión las vivirás sólo tu.. Por ello tiene que ser “tus” decisiones.
  El cambio de trabajo, una mudanza, disponer finalmente de las cosas de tu hijo, son decisiones que para ti, son trascendentes, y no resulta conveniente que sean tomadas a la ligera, en momentos de confusión, con desesperación, o bajo presión.
  Date tiempo,….y más tiempo. Todo podrás hacerlo, cuando consideres que es tu momento, o cuando te sientas preparado. Cada uno tiene su propio momento, y es en ese momento que debes decidir; de a poco, sin apuro; con serenidad y convencimiento.

ME SIENTO VACÍO
* Los padres pueden sentir que no tienen ya nada por qué vivir y piensan si habrá alivio. para tan intenso dolor. Esté seguro que muchos padres sienten lo mismo, pero uno vuelve a encontrar sentido y el dolor disminuye.
  Según ha podido advertirse, cuando muere un hijo, en los primeros momentos, a la fuerte conmoción inicial, al entorpecimiento, puede seguirle la negación de la realidad. Mentalmente, puede que comprendas lo que ha pasado, pero e una manera profunda, subconsciente, puedes resistirte y negar la muerte de tu hijo. Hay quienes siguen colocando su plato en la mesa, o mantienen intacto el cuarto de su hijo, y arreglado como si estuviera vivo, sin cambiar ni tocar nada, por largo tiempo.
  La negación no es un proceso que tenga una duración determinada, no hay tiempo preciso para des-hacerse de ella. Sin embargo, cuánto más tiempo dure, más difícil será para ti aceptar la realidad inmodificable de que tu hijo ha muerto.
  Es probable que cuando caigas en cuenta de dicha realidad, se te presente la sensación de que con la partida de tu hijo, se ha alejado de ti toda capacidad de amar. Te sientes vacío. Inclusive encuentras dificultades para expresar o sentir amor hacia personas a quienes nunca has dudado en amar, tu cónyuge o tus otros hijos. No te asustes. Es un proceso natural; y hasta permítete sentir de esa manera.
  Sin embargo, en cuanto puedas equilibrar tus sentimientos y comprender que el amor que sientes por tu hijo no está en él sino en ti; que es un sentimiento tuyo; podrás advertir que ese amor no lo has perdido, sino que lo conservas en tu corazón, de una manera íntima, profunda y tuya.
  Del mismo modo, si no tomas contacto con otros padres que han perdido a sus hijos, te darás cuenta que, si bien el proceso de recuperación es lento y prolongado, se puede volver a dar sentido a la vida, y encontrar la forma de positivizar la pérdida. Al principio te parecerá esto algo irreal. Sin embargo, no te niegues la oportunidad de apostar a ello. Ténte paciencia, espera, e intenta tu camino. Si el amor hacia tu hijo murto está en ti, será este mismo amor el que te dará la fuerza necesaria para superar tu dolor, aprendiendo nuevamente a vivir.

SIENTO TANTA CULPA
* La culpa real o imaginaria es una parte natural del dolor. Aparece con sentimientos y pensamientos de “si hubiera…”.
* Para resolver esta culpa debe aprender a expresar y compartir sus sentimientos y debe aprender a perdonarse a sí mismo.
  Pocos padres escapan de algún sentimiento de culpabilidad frente a la muerte de un hijo. Hay quienes no se sienten seguros de lo que han hecho, o de lo que pudieron hacer para que su hijo no muriera; o más allá, aunque la muerte se haya producido en forma absolutamente accidental o imprevisible, surgen dudas sobre si se ha amado a ese hijo lo suficiente en vida, o sobre lo que le di, o sobre lo que pude o debí darle.
  Nos han recordado que hubo una madre que sufrió meses de angustia después de la muerte de su hijo menor, por no haber comprobado si la puerta trasera de su automóvil estaba bien cerrada. Sus otros hijos le habían dicho que sí, cuando realmente no lo estaba. Su hijo cayó del auto y murió. Sin embargo luego de su proceso de angustia se preguntó: “…si tuviera a mi hijo de nuevo; podría vivir convencida de que jamás cometería otro error…?” para concluir que seguramente no podía prometer tal cosa.
  Es evidente que nadie puede prometer tal cosa, pues aunque uno pudiera cambiar lo que ocurrió un día, cabría preguntarse qué ocurriría al día siguiente.
  Insistir en la idea de culpa en nada ayuda; por el contrario – aunque generalmente no puede evitarse- sólo retrasa y dificulta el progreso en el proceso de superación del dolor.
  En los casos en que el hijo ha muerto por suicidio, se presentan excesos en los sentimientos de cul-pabilidad. Incluso habrá quienes acusen a los padres por no haber prevenido la muerte e, injusta-mente, el apoyo será poco. Lo importante es comprender que los padres han hecho todo lo que han podido, y que no se pueden controlar las acciones de nadie, incluso de nuestros propios hijos. En atención a la especial complejidad de este supuesto, las instituciones cuentan – generalmente con documentos específicos sobre el tema

TENGO RABIA
* El enojo es otra reacción común ante una pérdida.
* El enojo como la culpa, necesitan ser expresados y compartidos de una manera saludable y aceptable.
  Cólera, rabia, enojo, ofuscación, son sentimientos naturales frente a la tragedia que representa la muerte de un hijo. Los grados de intensidad de este sentimiento dependerán de tu carácter, y de las circunstancias particulares en que la muerte de tu hijo tuvo lugar.
  Estos sentimientos, por otra parte, pueden tener diversos destinatarios: los médicos, tu cónyuge, la persona que causó el accidente, los maestros. Los amigos de tu hijo, y hasta tu hijo mismo- por no haber sido prudente, por haber desoído tus consejos, por no cuidar su salud-.
  El dolor agudo siempre busca a quien echarle la culpa. Como si encontrar un culpable pudiera cam-biar nuestra realidad.
  Sin embargo es positivo expresar y manifestar estos sentimientos de cólera. Gritar en un cuarto solitario; pegarle a algún objeto – un almohadón ,un colchón- con fuerza; practicar ejercicios físicos, o simplemente hablar sobre tus sentimientos de ira.
  No desahogar tu rabia causa tensión y puede convertirse en algo contraproducente. Explicar tu rabia, gritarla a los cuatro vientos, es dejarla salir, y “gastarla” hasta dejar que ella se agote; para después recuperar la calma.
  Si tu rencor, rabia o cólera se convirtiera en algo crónico y permanente, intenta recurrir a alguna asistencia profesional de apoyo.
  También es frecuente que el enojo o la ira se dirijan hacia Dios. Se supone que Dios y sus Ángeles, los Santos y la Virgen, o los seres superiores y espirituales en quienes tu crees, debían cuidar a tu hijo. Les reprochas porque lo abandonaron. Inclusive se presentan casos curiosos en que personas agnósticas o ateas- que manifiestan claramente su descreimiento en un ser superior- también suelen culpar a Dios de lo ocurrido. Es parte del sentimiento de ofuscación que la rabia produce.
  No te sientas mal por ello. Sin embargo, es importante que trates de comprender que cuando el re-sentimiento contra Dios aflora a la superficie, conviene que se lo exprese en Su Presencia, exteriorizando toda la ira y el rencor que experimentas. Si realmente crees en Dios, y crees que puedes con-fiar en él, tienes que decirle la verdad y no ocultar tus sentimientos. Si tu crees que es verdadera-mente Dios, él sabrá comprender, cómo te sientes y te ayudará a buscar la paz que necesitas para superar tu dolor.

MIS OTROS HIJOS
• Los otros hijos son, muchas veces, los olvidados en este dolor.
• Ellos están experimentando las mismas emociones que Ud. Por eso, comparta sus pensamientos y lágrimas con ellos.
• Aunque sea un tiempo doloroso, esté seguro de que se sientan “seguros e incluidos. Los hijos que no murieron, sienten una doble frustración, han perdido a su hermano, y sienten que están perdiendo también a sus padres, que están sumidos en tal dolor que no les prestan atención, o no pueden contenerlos. Muchas veces los hijos reprimen su sentimiento y su dolor para no agravar el dolor de sus padres, en ciertos casos, y por temor a no encontrar res-puesta, en otros. Sin embargo no debemos presuponer que ellos pasan por una situación muy diferente a la nuestra. Comparte con ellos tu dolor y acércate a su dolor; respétalos en su forma de expresarse; respétalos aún en su silencio
• Es importante que ellos conozcan que tu amor por el hijo muerto no significa que has disminuido o mezquinado tu amor por ellos. También que sepan que ellos no tienen la culpa por no estar muertos.
• Habla con ellos de su hermano muerto, hazlos participar del duelo, de los recuerdos y de tus sentimientos. Ámalos cada día más, que en ese amor por tus hijos vivos crece el amor y el recuerdo por tu hijo muerto.
• Los grupos y organizaciones de ayuda tienen documentos de trabajo especiales para el tratamiento de la relación con los otros hijos cuando un hermano ha muerto, o respeto de los sentimientos que los mismos hermanos tienen.

ESOS MOMENTOS ESPECIALES
  Las vacaciones y los aniversarios de nacimiento y muerte de su hijo son momentos de mayor estrés. Considere los sentimientos de toda la familia cuando planifique como van a pasar ese día; deje tiempo y espacio para sus propias necesidades emocionales.
  Volver a vivir momentos que anteriormente vivías con tu hijo, o rememorar su muerte son obstáculos difíciles de sortear. La cercanía de esos momentos provocan una gran angustia y desorientación. En los días previos tu te sientes perdido; no sabes que tienes que hacer; ni cómo hacerlo. También te inquieta decidir con quienes hacer lo que crees que debes hacer. Finalmente, no faltan quienes se acercan a ti y, con las mejores intenciones, te dicen “ que tienes que hacer” y “como hacerlo”, o te informan que “ellos han programado….”o “llevarte a algún lado”, o “que han encargado una misa”.
 O simplemente concurren a tu casa; o te pasan a buscar para llevarte a algún lugar. O te imponen que debes ir al cementerio, y ofrecen llevarte; o te inducen a cumplir algún rito determinado.
  Es importante que en esos días tu hagas lo que quieras y lo que sientas . No debes preocuparte si los demás se molestan contigo si no haces lo que ellos dicen que “debes” hacer.
  Tampoco aceptes algo que no quieras o no sientas hacer. Tu disgusto posterior será más doloroso aún que decirle a quienes te quieren que no deseas hacer lo que ellos desean que hagas. Conversa en los días previos con tu cónyuge y con tus otros hijos sobre el tema y acepta sus sugerencias, permitiendo que ellos participen y sugieran modos de pasar el día o el momento.
  Trata de vivir con tu grupo familiar estas experiencias y reserva algún momento del día para tu intimidad y para hacer lo que en el fondo de tu corazón sientas que debas hacer en soledad.
  Intenta sentir que tu hijo muerto está en tu corazón y que te acompaña en todo momento. Siéntelo presente. Comparte con él -en la intimidad más profunda- tus sentimientos. Evita racionalizarlo. Simplemente ámalo en forma incondicional. Ello puede ayudarte.

HE PERDIDO LA FE
  La muerte de un hijo, frecuentemente es como una especie de amenaza y examina la fe y la filosofía de vida de los padres. No se sienta perturbado si Ud. se está cuestionando viejas creencias. Para muchos la fe ofrece una ayuda para aceptar lo inaceptable.
  La muerte de un hijo es -seguramente- la prueba más profunda que deben experimentar las personas de fe. Del mismo modo, es inevitable que se produzca en las personas un replanteo general de su vida, de sus valores y del orden de sus prioridades.
  Para algunos, esta experiencia los acerca más a Dios, y fortalece su ya fuerte fe, o descubre que una fe que consideraban débil, o al menos no probada, era más firme de lo que creían.
  Para otros, lo ocurrido es desencadenante de un proceso de alejamiento o de cuestionamiento de sus principios de fe.
  Si estás entre los primeros, sin duda te resultará más fácil transitar el proceso de duelo, y quizás podrás evitarte algunas etapas del mismo. Si estás entre los segundos, tu sufrimiento será, tal vez, más arduo.
  Pero no debes inquietarte respecto de tu reacción, ya que la fe no es algo que puedas construir tu mismo; ni que puedas modelar; sino que te es dada. Por otra parte, una fe no probada, o no cuestionada, no es una fe adulta, ni madura. Lo ocurrido es una oportunidad de que cuestiones tu fe y crezcas en ella
  Lo que es indudable es que nadie, después de la muerte de un hijo vuelve a ser el mismo. Se produce en él un proceso transformador.
  Si eres hombre de fe, o prácticas alguna religión, acércate y abre tu corazón a aquellos sacerdotes o ministros de quienes puedas recibir una guía espiritual, apoyo y comprensión.
  La lectura de textos específicos , puede también ayudarte en este tránsito. Consulta para ello en los Grupos, que suelen tener ejemplares e información al respecto.

NUESTRO MENSAJE
LOS GRUPOS DE AUTOAYUDA
  Ayuda a sentirse involucrado participar de un grupo de padres que han tenido experiencias similares; compartiendo se disminuye la soledad y promueve la expresión de su dolor en una atmósfera de aceptación y comprensión.

HAY UN CAMINO
• Tanto los padres como sus familias. pueden encontrar consuelo y esperanza para su futuro mientras reorganizan sus vidas de una manera positiva.

Desearía

 1. Desearía que no tuvieran temor de pronunciar el nombre de mi hijo. Mi hijo vivió y fue importante y necesito escuchar su nombre
2. Si lloro o me emociono si hablamos de mi hijo, desearía que supieran que no es porque me han herido, de hecho es la muerte de mi hijo la que ha causado mis lágrimas. Me han permitido llorar y se los agradezco. La explosión del llanto y la emoción son sanos.
3. Desearía que no "mataras" a mi hijo otra vez, quitando de tu casa sus fotos, manualidades y otros recuerdos
4. Tendré emociones altas y bajas, subidas y bajadas. Desearía que cuando tenga un gran día no pienses que mi dolor se ha acabado o que si tengo un mal día necesito de un tratamiento psiquiátrico.
5. Desearía que supieras que la muerte de un hijo es diferente de cualquier otra pérdida y debe ser vista desde otro punto de vista. Es la tragedia más grande y me gustaría que no la comparen con la muerte de un padre, esposo o mascota.
6. La pérdida de un hijo no es contagiosa así que desearía que no huyeran de mí.
7. Desearía que supieras que todas las reacciones "exageradas" de dolor que ves en mi son normales. Depresión, rabia, frustración, desesperanzas y la puesta en duda de valores y creencias son de esperar después de la muerte de un hijo.
8. Desearía que no esperen que mi dolor dure 6 meses. Los primeros 6 años serán excesivamente traumáticos para nosotros. Al igual que los alcohólicos, nunca estaremos "curados" sino en continuo tratamiento.
9. Desearía que entendieran las reacciones físicas de mi dolor, puedo ganar o perder peso, dormir todo el día o no hacerlo, desarrollar algún tipo de enfermedad o me vuelva propensa a los accidentes producto de mi dolor  
10. El cumpleaños de nuestro hijo, el aniversario de su muerte y las fiestas son fechas terribles para nosotros. Desearía que nos dijesen que tienen a nuestro hijo presente. Si nos ven quietos o retraídos, sepan que estamos pensando en nuestro hijo, no traten de forzarnos a estar alegres.
11. Es normal y bueno que la mayoría de nosotros reexaminemos nuestra fe, valores y creencias luego de perder un hijo. Nos haremos preguntas de cosas que nos han enseñado a lo largo de nuestras vidas y con fe y esperanza llegaremos a un nuevo entendimiento con nuestro Dios. Desearía que me permitieran cuestionar mi religión sin hacerme sentir culpable.
12. Desearía que no me ofrecieran tranquilizantes. Estos son remedios temporales y la única manera que tenemos de sobreponernos al dolor es experimentándolo. No podré sanar si no siento la herida. 

13. Desearía que entendieran que el dolor cambia a las personas. No soy la misma persona que era antes de la muerte de mi hijo y nunca lo seré. Si esperas que sea la misma de antes te frustrarás. Soy una criatura nueva, con nuevos pensamientos, sueños, aspiraciones, valores y creencias. Por favor traten de conocer al nuevo yo, tal vez aún les agrade.

Dios me duele

Le dije: "Dios, me duele". 
Y Dios me dijo: "Yo lo sé".
 Proseguí: "Dios, lloro mucho". 
Y Él contestó: "Por eso te regalo las lagrimas".
 Le conté: "Estoy tan deprimido".
 Y Dios respondió: "Para eso te regalo los rayos del sol". 
Recalqué: "Dios, la vida es tan dura". 
Y Él dijo: "Para eso te regalé a tus seres queridos".
 Mi respuesta fue: "Dios, mi ser querido ha muerto". 
Y Dios me dijo: "También el mío". 
Le insistí: "Dios, es una gran pérdida". 
Y El respondió: "Yo vi el mío colgado de una cruz".
 Le grité: "Dios, pero el tuyo vive". 
Y Dios me dijo: "También el tuyo". 
Le pregunté: "Dios, ¿dónde está ahora?". 
Y Dios me dijo: "El mío está a mi derecha y el tuyo está en la luz". 
Le dije: "Dios, me duele". 
Y Dios me dijo: "Yo lo sé".

jueves, 23 de octubre de 2008

PARA PENSAR Y MEDITAR

Este documento que a continuación transcribo lo recibí en gruporenacer@gruposyahoo.com.ar y como dice el título me hizo pensar y meditar y espero que con ustedes suceda lo mismo.

Hubo una vez un ciudadano que vendía unas ricas hamburguesas en las inmediaciones de un camino muy transitado. Estaba muy ocupado con su trabajo y por lo tanto no oía la radio, no leía los periódicos, ni veía la televisión.
Un día vio que el terreno contiguo se alquilaba y decidió agrandar su negocio. Las ventas aumentaron considerablemente y como tenía tanto trabajo le pidió a su hijo que estudiaba en la Universidad que lo ayudara.
Al llegar este le dijo: "Padre, ¿No escuchas la radio, ni lees los periódicos? Estamos atravesando una crisis muy grave a nivel global. 
El padre pensó: "mi hijo estudia en la Universidad, lee la prensa, ve la televisión y escucha la radio. Debe saber lo que dice".
Entonces compró menos pan y menos hamburguesas. Renunció al terreno que ampliaba su local, con el fin de eliminar gastos. Y las ventas empezaron a disminuir día a día.
Al ver esto le comentó a su hijo: "Tenías razón, ahora me doy cuenta de la crisis que estamos atravesando. 


Si observamos los hechos que nos muestran los medios podemos concluir que el mundo está atravesando una crisis a nivel global. Y considero que esto es algo que no está dentro del área de lo que podemos controlar. Sin embargo la tendencia es que a mayor crisis las personas buscamos mayor información, con lo cual aumentamos nuestra preocupación, aumentando nuestras dudas, exacerbando nuestros miedos y ampliando la sensación de incertidumbre. No sabemos lo que va a ocurrir y como queremos controlar la situación ( perder lo menos posible) nos ponemos monotemáticos, lo que hace que la misma empeore. 
Stephen Covey en su libro " Los siete hábitos de la Gente altamente efectiva" menciona como la ZONA DE PREOCUPACIÓN y la ZONA DE INFLUENCIA trabajan sistémicamente. Y en la medida que nos enfocamos en lo que no depende de nosotros y no podemos cambiar aumenta nuestra preocupación y la manera de disminuirla es enfocándonos en lo que sí puede ser cambiado con nuestra acción.


Lo que la oruga interpreta 
como la crisis final de su vida,
es lo que en términos reales 
nosotros llamamos mariposa


Lo que a veces olvidamos ver en medio de este caos, es que las crisis financieras no sólo atacan las economías de los países sino que también quebrantan nuestro cuerpo, deprimen nuestros pensamientos y atentan contra nuestra calidad de vida.
Y estas si son áreas sobre las que sólo nosotros podemos trabajar y es nuestra responsabilidad cuidar.
No nos olvidemos que durante la crisis del 2001 se registraron 40.000 muertes por infarto provocadas por estrés. 
Me imagino que no te gustará estar en la próximas estadísticas de esta crisis. 
Por lo tanto considero que hay algo que si podemos hacer y que si depende de nosotros: Cuidarnos dentro de este caos

Yo acepto el caos, pero no se si el caos me acepta a mi.
Las personas mas exitosas 
nos caracterizamos por tener un plan B.
James York


Decía Albert Einstein que la crisis es la mejor bendición que puede sucederle tanto a las personas como a los países ya que la misma trae desarrollo personal y progresos. Consideraba que la creatividad nace de la angustia, como el día de la noche oscura y que es en la crisis que aparecen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Explicaba que quien supera una crisis, se supera a sí mismo sin quedar "superado". Indicaba que sin crisis no hay desafíos y sin desafíos la vida se transforma en una rutina que se va convirtiendo en una lenta agonía. Citaba que sin crisis no hay méritos y es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno. Sin embargo también decía que hablar de crisis es promoverla y sugería que en lugar de apuntar a ella, trabajemos duro para acabar de una vez con la única crisis que amenaza nuestras vidas, que es la tragedia de no querer luchar por superar las crisis que nos tocan vivir. 
¿Cuál podría ser tu oportunidad dentro de esta crisis?
¿Cuál podría ser el aprendizaje que te deje?
¿Cuáles los desafíos que te presenta?
¿Qué habilidades te impulsa a desarrollar?

Nuestra Era de Confusión 
radica en en tratar de resolver hoy problemas 
con las herramientas que nos quedaron de ayer
Marshall Mc Luhan 


Dado que nos dimos cuenta que no nos sirve enfocarnos en las cosas que no podemos cambiar ¿Cuáles serán las que si podemos? 
Reconocer que para no equivocarnos necesitamos mantener la calma
Podemos hacer foco en otros temas
Si no sabemos qué hacer, podemos no hacer nada y postergar las decisiones
Dedicarle mas tiempo a los afectos
Ampliar los tiempos de recreación y descanso
Practicar deportes
Aumentar la actividad física y el cuidado del cuerpo
Hacer ejercicios de relajación y meditación
Tomar contacto con la naturaleza
Meditar
Leer material que nos distraiga del tema
Pedir ayuda al 4831-2121, que es la línea telefónica que ofrece la Fundación para la Salud Mental donde podes hacer consultas sobre estrés, ansiedad, insomnio y ataques de pánico.
Y no nos olvidemos que:


Esto también pasará

miércoles, 22 de octubre de 2008

Poesía por el "Día de la Madre"



Feliz día Mamá

Esto te lo escribo yo

Sin tí no hay mañana
sin tí no hay lugar
sin tí no hay amor
sin tí no hay felicidad

Pero cuando estás vos
está todo con amor
contigo hay amor
contigo hay felicidad

Tú eres el sonar de la esperanza
Yo te amo, yo te adoro
feliz día Mamá
Un beso.




Esta hermosa poesía fue escrita por Román un niño de 10 años de la ciudad de San Nicolás, que vive y sufre la pérdida de su hermanito mayor Sebastian y como dice su mamá " ... en esta poesía me doy cuenta de su desesperación al ver a su mamá partida, quebrada..."


Gracias Juany por este testimonio, creo que fue el regalo más grande que pudo haberte hecho tu hijo, y tiene que ser retribuido con mucho amor.




martes, 21 de octubre de 2008

RENACER ROSARIO


El Grupo funciona en la ciudad de Rosario, desde el año 1992, por iniciativa de la Sra. Alicia Vidal, las reuniones se llevan a cabo los segundo y cuarto lunes de cada mes en las  instalaciones de la Iglesia "San Francisco Solano", sita en la intersección de Bvard. Avellaneda y calle Mendoza.

En la página www.renacerrosario.org del grupo se puede obtener mayor información

ENCUENTRO INTERNACIONAL EN HUERTA GRANDE



Durante los días 26, 27 y 28 de Septiembre del 2.008, en la localidad de Huerta Grande, provincia de Córdoba, se llevó a cabo un encuentro internacional de los grupos Renacer, en la oportunidad se festejaron los 20 años del Grupo Renacer Río Cuarto (el pionero), con la participación de más de 600 personas, destacándose concurrentes de distintos puntos del país como así también de países vecinos como Uruguay, Paraguay y Chile.


Realmente fue una gran experiencia de vida.

Grupos RENACER



El primer grupo fue fundado por el matrimonio Berti en Río Cuarto el 5 de diciembre de 1988.
Los grupos no tienen asistencia médica, religiosa o psicológica, están constituidos por padres que tienen hijos fallecidos.
Los padres con hijos fallecidos, independientemente de la causa que produjo la muerte, viven una crisis existencial y la experiencia más próxima a su propia muerte. Las preguntas sobre el sentido de la vida, el significado de la muerte, la existencia de Dios, el amor y tantas otras que en la vida cotidiana parecen cuestiones filosóficas, adquieren una importancia extrema y encontrar una respuesta para ellas se convierte en un largo y difícil camino.
Cada respuesta es personal e intransferible y debemos darla nosotros. No somos los que hacemos las preguntas, sino los que debemos dar respuesta a las preguntas que la vida nos hace. El hombre doliente no es un enfermo. Los grupos de ayuda mutua Renacer, constituidos por padres que han pasado o están pasando por esta dolorosa experiencia tienen como orientación general los principios de la logoterapia de Victor Frankl.
La logoterapia más que preocuparse por la solución de los conflictos, insiste en buscar un sentido a la vida por el cuál vivir. El que tiene un para qué, encuentra cómo. Bajo la advocación "Sí a la vida a pesar de todo"; los miembros del grupo Renacer sabemos que "no importa lo que nosotros esperamos de la vida, lo que importa es lo que la vida espera de nosotros". Somos nosotros los que damos un sentido a nuestro sufrimiento. Cuando la partida de nuestros hijos sirve para hacernos más amorosos y solidarios con los que sufren, para convertirnos en mejores personas , nuestro sufrimiento cobra sentido y también la vida de esos hijos que nos precedieron en el viaje evolutivo.

La vida nos ha colocado "anteojos nuevos " para ver y valorar las cosas y las personas, aprovechar la oportunidad no elimina el dolor, le da significado. Los grupos son gratuitos, no pertenecemos a ninguna secta, religión, partido político u organización institucional alguna. Para participar en los grupos es necesario "Querer recibir y dar ayuda".