sábado, 29 de mayo de 2010

RENACER ES…

Un encuentro existencial de seres sufrientes que confluyen en un objetivo común:

trascender el sufrimiento.

“Cuando una persona que sufre una crisis existencial llega a un grupo de ayuda mutua, lo hace con todo su sufrimiento encima, no con el de la humanidad.

Sin embargo, el hecho inicial de encontrarse con 40 o 50 personas que están experimentando la misma crisis existencial, le hace ver al sufrimiento como un fenómeno perteneciente a la humanidad, como algo inherente a la esencia del hombre.

La resignificación del sufrimiento como esencial humano se refleja en la conocida frase común a los grupos de ayuda mutua: “Dolor compartido es dolor diluido”, frase que en realidad, significa que la percepción de la universalidad del dolor facilita la aceptación individual, al elevarlo por sobre sus emociones y sentimientos y hacerle ver a ese sufrimiento como un fenómeno perteneciente a la humanidad, como algo inherente a la esencia del hombre.

Lo esencial del sufrimiento reside en el carácter ineludible del mismo como fenómeno humano común a todos los hombres, ya sea por la enfermedad, la vejez, la muerte de un ser querido, mientras que lo existencial reside en la manera individual de sufrir, el vivir el propio sufrimiento sin escaparle, sin negarlo, sin considerarlo una enfermedad.

La importancia de esto, desde un punto de vista práctico para el funcionamiento de un grupo, reside en que, a partir de la comprensión intuitiva del sufrimiento como aspecto esencial del hombre, se abre la puerta hacia un cambio existencial de una manera espontánea.

Renacer nació y creció con el concepto, y más que eso, con la intuición que al sufrimiento sólo puede o no dotárselo de sentido para así poder transcenderlo, por lo tanto, no hablamos de curación, de olvido o de superación. Pero aquí se plantea ya la primera semilla de divergencia.

¿Debemos utilizar el tiempo para elaborar emociones y sentimientos y, por ende, quedarnos en la persona psicológica, o debemos prestar más atención a la indescriptible capacidad del mismo hombre para oponerse y enfrentarse a esos sentimientos y emociones y así, acceder a la persona espiritual?

Debemos aclarar que no pretendemos un hombre desprovisto de emociones y sentimientos, sino un hombre que, partiendo de tanto sufrimiento, pueda darse cuenta que es libre, precisamente, para enfrentarse y oponerse a esos sentimientos y emociones; un hombre que pueda levantarse por sobre su dolor y ver, más allá de sí mismo, a otro ser humano que sufre y necesita de él.

Es importante reconocer, como dice Buber, que los sentimientos no producen la vida personal, es decir, aquello de nuestra vida que nos hace ser personas, pero esto poca gente lo sabe, pues en los sentimientos parece residir lo que tenemos de más personal, y cuando se ha aprendido, por el hombre actual, a dar gran importancia a sus propios sentimientos, la desesperación de comprobar que nada de ellos nos ayuda, pues esa desesperación misma es todavía un sentimiento y como tal no nos aporta nada.

¿Debemos, por otro lado, considerar más importante lo que acontece al hombre que la respuesta del mismo hombre a los interrogantes del destino?

¿Debemos trabajar arduamente elaborando nuestras emociones y sentimientos? ¿o finalmente, hemos de aceptar que lo que salva es el amor y la dedicación al otro?

Ahora, al detenernos muy brevemente en la definición de la ayuda mutua como: "Un encuentro existencial de seres sufrientes que confluyen en un objetivo común: trascender el sufrimiento", vemos como comienza a plasmarse un concepto distinto.

Encuentro, visto como una relación con un semejante en la que se reconoce a éste como ser humano, en cuyo marco ambos integrantes del par "YO-Tú" se reconocen en toda su humanidad y, también se reconocen en su singularidad y unicidad, el encuentro se convierte, así, en relación de amor, como sostiene Víctor Frankl.

Por eso, el verdadero Renacer se halla en el “encuentro” de los padres, encuentro que es directo y en el que no se interpone entre el YO y el TU ningún sistema de ideas.

Hemos pasado, entonces, a considerar al otro como aquel para quien yo soy el otro. Nos hemos adentrado en una relación mucho más madura, más auténtica, menos egocéntrica, una relación basada en el amor.

Savater define al amor como "querer ser la causa de la alegría del otro".

Este querer ser la razón del bienestar del otro, es moneda corriente en los grupos de ayuda mutua y se refleja en la profunda satisfacción que experimentan los integrantes cuando una nueva persona que se ha acercado a un grupo se retira del mismo con una sonrisa en los labios.

Es más fácil, ahora, entender por qué los seres sufrientes se quedan en los grupos; porque en ellos adquieren su verdadera dimensión como personas, sin máscara alguna y se dan cuenta, algunos por vez primera, que es posible el amor entre los seres humanos.

Si creemos que lo que salva es el amor, se hace evidente que ningún modelo psicológico puede reclamar paternidad sobre él.

El amor es un fenómeno humano que supera a cuanto modelo psicológico que existe, más aún, es el fenómeno humano por excelencia, es el ámbito en el que existe el ser humano.

Ese amor que surge de la vida y nos elige a nosotros como portadores, con toda nuestra tristeza pero también con toda nuestra alegría. Amor que, con sólo no rechazarlo, con sólo dejar que nos una para salir hacia otros TU, nos permite educar, ayudar, liberar.

Frente a todo esto, ¿queremos, aún reducir a Renacer a un mero lugar de análisis de emociones y sentimientos, no importa qué modelo lo estudie?

Pero, ¿cómo hacer para que cada padre pueda libremente, como ser único e irrepetible que es, hacer su propio Renacer de forma tal que, verdaderamente, podamos decir que allí donde dos padres se junten a ayudarse, allí estará Renacer?

En nuestra opinión, la única manera en que esto puede suceder, es si estamos convencidos que Renacer es, por encima de todas las cosas, el lugar donde vamos a dar algo de nosotros en homenaje a nuestros hijos.

A partir de ese convencimiento, depende de cada uno de nosotros decidir cual es el homenaje que nuestros hijos merecen; cada padre, cada madre, cada hermana o hermano, cada abuela o abuelo puede, entonces, hacer su único e irrepetible homenaje a ese ser tan querido, homenaje que ya no puede, entonces, ser indicado o tan siquiera sugerido por coordinador o conductor de grupo alguno.

Pero esta absoluta libertad para decidir como honrar a sus hijos, que a su vez refleja la manera en que cada padre ve a Renacer, trae aparejada una enorme responsabilidad dado que esa decisión ha sido absolutamente incondicionada, es decir, libre y personal, y por esa decisión nosotros somos responsables, no importando ya ante quien decidimos asumir esa responsabilidad, ya sea ante nuestra conciencia, ante la sociedad, ante nuestros seres queridos que nos han precedido en el viaje evolutivo, o ante Dios.

Debemos aceptar, entonces, que lo que cuenta es lo que vamos a dar a la vida como homenaje a esos hijos. Es más importante, entonces, lo que damos a la vida que lo que recibimos de ella, y nos damos cuenta naturalmente, casi sin pensarlo, que cuando muere un hijo lo que importa es lo que hacemos de allí en adelante, lo que cuenta es cómo vivimos nuestra vida a partir de lo que nos pasó y no lo que hicimos o no, antes de esa partida.

Por otro lado, nos damos cuenta que somos capaces de elegir ese homenaje a pesar de nuestras emociones y sentimientos y, por extensión, podemos elegir una manera de vivir no condicionada por esos sentimientos.

Parece evidente que quien tiene que hacer su viaje por la vida con un platillo de la balanza sobrecargado por las realidades que el destino, ya sea biológico, psicológico o circunstancial, le ha deparado la mejor forma de ayudarlo no es aliviar el platillo de su destino, hecho por sí imposible de llevar a cabo, sino cargando el platillo de lo que él ofrece a la vida mediante la realización de posibilidades mejores, que cumpla la triple condición de ser bueno para la persona, ser bueno para los demás y ser bueno para la vida misma.

¿Y qué es aquello que nuestros hijos nos dejan como mensaje que es bueno para nosotros, bueno para los demás y bueno para la vida, y que además de cumplir con esa triple condicionalidad, es tan universal que imposibilita disenso alguno?

Una vez más, casi sin proponérnoslo, hemos llegado al único mensaje que nuestros hijos nos dejan: el amor.”

Alicia Schneider Berti- Gustavo Berti

gyaberti@calamuchitanet.com.ar



Este es un aporte a la difusión del pensamiento de Renacer, a través de la palabra de los

creadores de los Grupos Renacer, Alicia y Gustavo Berti, mayo de 2010.



Ulises, Ana y Enrique

De Renacer Congreso – Montevideo Uruguay, “Por la Esencia de Renacer”

martes, 18 de mayo de 2010

HE APRENDIDO

He aprendido que no somos los que controlamos el tiempo

He aprendido que no somos los que organizamos nuestros destinos

He aprendido que no depende de nosotros el devenir aunque pretendamos asegurarlo

He aprendido que la vida es un instante, única, bella y que no tenemos tiempo para desperdiciarla

He aprendido que nuestros hijos son la esencia de nuestras vidas, son la más pura expresión del amor que trasciende, que no se acaba por que ya no lo tengamos físicamente sino que su presencia se hace más fuerte en cada acción que emprendemos.

He aprendido que todo lo vivido, todo lo compartido no se desvanece por su partida, sino que cada recuerdo se hace presente en nuestras memorias, que cada abrazo se dibuja en nuestra retinas y que todo su camino recorrido por más breve que haya sido ha dejado una huella de luz para que nuestros pasos no se pierdan en la oscuridad del dolor que nos causa su partida.

He aprendido que debemos abrazar la vida en homenaje a nuestros hijos, y en homenaje a nosotros mismos por que aún estamos caminando con la esperanza de reencontrarnos.

Blanca, mamá de Andrea

domingo, 16 de mayo de 2010

SOMOS LIBRES DE ELEGIR, NO SOMOS VICTIMAS DEL DESTINO

Somos libre de elegir, no somos victimas del destino

Palabras de Alicia y Gustavo Berti en el Encuentro por el 20 Aniversario de Renacer – Huerta grande – Córdoba – Septiembre de 2008.

Bueno, en veinte años, hemos aprendido que siempre somos responsables de cómo vivimos nuestra vida, de cómo sufrimos, de cómo elegimos vivir cada día de nuestra vida y también somos libres de elegir.
Siempre somos libres de elegir, a veces creemos que somos víctimas del destino, que somos víctimas de la vida, o de un Dios arbitrario, como cada uno quiera verlo o del médico o del que lo llevó por delante o de esto o de aquello, no, eso ya no lo puedo cambiar, yo tengo todavía la libertad de elegir mi actitud, eso lo dijeron varios papás, la libertad de elegir la actitud con la que yo me enfrento a la vida que me toca vivir.
Eso es mi libertad y eso es mi responsabilidad y nunca debo evadir eso.
Me queda mucho por hacer todavía en esta vida, , no nos va a alcanzar la vida papás, mamás, hermanos, abuelas, tíos, primos, parientes, amigos, a todos los que están acá, a los hijos que han perdido, a la mamá, el esposo que ha perdido a su esposa, nos queda mucho por hacer y aprender.
Si de este dolor no aprendemos nada, entonces, sí que esos seres maravillosos se han ido en vano.
Rescatemos su partida de las garras oscuras del absurdo, no digamos “¿para qué se fueron? ¿qué sé yo? a mi no me gusta, me duele yo no voy a hacer nada al respecto”, esa actitud hagámosla a un lado y rescatemos a esa tragedia y rescatemos de las garras del absurdo a esto que nos ha pasado y elevémoslo a la plena y maravillosa luz del sentido.
Entonces, nuestros hijos, nuestros seres amados, no se habrán ido en vano, de nosotros depende.

domingo, 9 de mayo de 2010

UN CAMINO A RECORRER

Renacer es un encuentro existencial de seres sufrientes que confluyen en un objetivo común:

trascender el sufrimiento.

A veces, cuando sólo se conocen aspectos parciales de un movimiento, se juzga al mismo desde un ángulo parcial; se nos ocurre destacar algunos aspectos esenciales de lo que es Renacer extraído de expresiones de sus creadores:

Concepto filosófico del hombre.

El modelo de hombre y de mundo que nos ofrece Víctor Frankl desde la Logoterapia y el Análisis Existencial se enfrenta al paradigma vigente. Este modelo considera al hombre como un ser bio-psico-espiritual, sin dejar de ser una unidad dentro de la multiplicidad de dimensiones; consciente, responsable y siempre orientado a algo o alguien más allá de él mismo; integrado a una sociedad como persona única e irrepetible, aportando su unicidad para el desarrollo de esa comunidad en una tarea solidaria; comprometido existencialmente en la búsqueda de valores y sentidos que esperan ser realizados por él, con una fe teísta y una filosofía existencial que lo lleva a un optimismo trágico y lo reconoce libre y consciente, inserto en un mundo de responsabilidad, siendo ya suya la decisión sobre el ante qué o quién se hace responsable, ya sea su propia conciencia, la vida, la sociedad, Dios, o por último aquellos seres que lo han precedido en el viaje evolutivo que llamamos muerte. Y este nuevo hombre se encuentra inserto en un mundo de valores y sentidos, que hace suyos sólo con no escapar a las preguntas que la vida misma va haciéndole según pasan los años; un mundo en el que ese hombre afirma su existir ya sea creando, amando y, cuando el tiempo llega, sufriendo si es necesario, pero asumiendo una actitud que lo haga digno de ser hombre. (En Importancia de los paradigmas en la ayuda mutua)

Simplemente muestra.

Lo que decimos nosotros implica nada más que la manera en que Alicia y yo vemos a Renacer y a todos los lugares a donde nos invitan vamos a llevar la manera como nosotros lo vemos, pero también saben ustedes que no les decimos tienen que hacer esto así o asá.

Nosotros, simplemente, mostramos. Mostramos el camino que nosotros hemos transitado y en el que nosotros creemos y después queda para cada uno tomarlo o no. (En Montevideo febrero 2001)

Renacer acompaña.

Nos resistimos a que alguien le diga a un papá este libro no se puede leer, porque no estamos de acuerdo con ese libro y no lo vamos a decir nunca, porque, como dije, Renacer acompaña a los papás y a las mamás hasta que cada uno comprenda que vivir su vida tal como le es dada es su propia responsabilidad. (En Encuentro en Huerta Grande Octubre de 2003)

La responsabilidad tiene una característica, es un valor neutro porque todos los hombres somos responsables por nuestros actos, por lo que hacemos, pero después cada uno tiene que elegir ante quien es responsable, pero Renacer jamás le va a decir a un papá ante quien tienen que ser responsable; hasta ahí llega, jamás hemos impuesto un valor.

Desde el primer día hemos respetado y fomentado la libertad de cada una de las personas que forman parte de Renacer y jamás hemos impuesto un valor. (En Encuentro en huerta Grande Octubre 2203)

No impone valores.

Los grupos no pueden imponer valores a sus integrantes, a lo sumo pueden capacitarlos para reconocer los valores que existen en la vida y acompañarlos en el proceso de elección subsiguiente. Y en este decir “acompañarlos” está implícito el hecho irrefutable que los valores no pueden ser enseñados, sólo pueden ser vividos de una manera tal que otros deseen tomarlos como propios. (En Un homenaje de amor a nuestros hijos. Mayo de 1996)

Llevamos el mensaje como lo vemos nosotros, pero ustedes también saben que decimos que los grupos no pueden imponer valores, los grupos lo único que pueden hacer es mostrar, mostrar a través del ejemplo. Y que cada uno tome o no, ejemplo de algo que vale, pero no podemos imponer valores. (En Montevideo febrero de 2001)

No fomenta la catarsis.

La pura catarsis, con su implícito egocentrismo, equivale a lo radicalmente opuesto al concepto de Ayuda Mutua.

Luego de trabajar los primeros tiempos en Renacer con la idea que los padres debían pasar por una etapa de catarsis, porque seguramente ésta les traería más tranquilidad y estabilidad para considerar lo que el grupo proponía, pronto nos dimos cuenta de que no era así.

Revivir la realidad dolorosa en todos sus detalles, no ha probado ser beneficioso para la recuperación integral del padre, esto, invariablemente, conduce a una etapa de hiperreflexión, situación en la que se da vueltas, continuamente, en círculos sin salida, sobre los problemas que aquejan a los miembros, llevando a estados de lamento continuo y produce hombres y mujeres excesivamente preocupados por sus emociones y sentimientos, de lo cual es muy difícil salir.

Al revivir el estado emocional del momento, les impedía a los padres ver el nuevo enfoque que el grupo les presentaba y comenzamos a trabajar de otra manera obteniendo mejores resultados.

El marcado tono de lamento que impera en algunos grupos, es una de las principales razones para el abandono por parte de los integrantes.

Es necesario detenernos aquí, para que no exista confusión sobre la catarsis en los grupos; nuestra postura no significa que la catarsis deba ser eliminada, sino que no debe ser fomentada innecesariamente.

Lo correcto es decir que no la fomentamos, no que no la permitimos.

En las instancias en que prevalece la catarsis, predomina también el egoísmo de cierto número de participantes, que adquieren un protagonismo inusitado en una reunión, mientras que otros se sienten apabullados y dejados de lado, creando situaciones de difícil manejo e injustas. (En niveles de funcionamiento de los grupos, noviembre 2007)

No nació de un día para otro.

Ese mensaje no nació de un día para otro, nació del sí que ustedes nos dieron cuando nosotros arriesgábamos una idea, cuando nosotros nos animábamos a decir que la muerte de un hijo debía servir como una plataforma de despegue, como una plataforma de despegue espiritual, una plataforma donde asentarnos, crecer y ser personas distintas; porque nosotros lo experimentábamos, pero no sabíamos si ustedes podían hacerlo y nos animábamos a seguir y ustedes con su respuesta nos decían sigan así.

De manera que este mensaje no es de Alicia y Gustavo, este es un mensaje de todos nosotros, inclusive no es de nosotros, es un mensaje que viene de nuestros hijos, a través nuestro, y se dirige a la vida.

Por eso cuando nos dicen en algunas preguntas, que en alguno de los grupos hay personalismos, que hay personas que quieren adueñarse de los grupos, yo digo ¿cómo se van a adueñar de algo que no existe, si Renacer es una entidad virtual? No tiene personería jurídica, no tiene membrete, no tiene autoridades, no tiene a veces ni siquiera lugar donde reunirse, que es lo que es.

¿Cómo me voy a hacer dueño de algo que en el fondo no existe? ¿Cómo me voy a hacer dueño de un mensaje que es de los hijos de miles de padres de todo el país y de otros países?

Entonces, esto es de ida y vuelta, por eso nosotros les agradecemos, pero queremos que se agradezcan a ustedes mismos también, porque el mérito es de ustedes, pues, si cuando nosotros empezamos, y yo miro para atrás y veo las cosas que decíamos el primer año, pero las decíamos de corazón y buscando siempre una palabra de aliento, pero si hoy las leyera, no me quedaría más que reírme, cómo puede decir aquellas cosas. (En Encuentro en Huerta Grande 2008)

Quita el dolor a la experiencia de la muerte de un hijo.

Cuando Miguel Ángel terminó el Moisés y le preguntaron ¿Cómo había hecho semejante belleza? él dijo: estaba hecho, yo sólo le quité el mármol que sobraba.

Miguel Ángel creó el Moisés, crear significa que aflore a la vida algo que ya está en ella.

Eso es lo que nosotros hicimos, simplemente quitamos el dolor a la experiencia de la muerte de un hijo, aflorando el amor al hijo.

Nosotros creamos Renacer, creamos la ayuda entre otros padres y ustedes han hecho lo mismo en sus lugares, ustedes también han quitado el dolor a la experiencia de la muerte de un hijo y se han quedado con el amor, ustedes han sacado el exceso de dolor que cubría esa experiencia, por lo tanto ustedes también son creadores.

Todos nosotros somos creadores, entonces el mérito no es nuestro, el mérito es de todos los que trabajamos por la vida y para quitarle el exceso de dolor, al amor que sentimos por nuestros hijos. (En San José, Uruguay 1° de abril de 2006)

Un camino a recorrer.

Cierta vez, nos decía un papá me doy cuenta que, en realidad, la gente ve la vida en un televisor en colores y yo la veo en un televisor en blanco y negro. Esa es la manera como él describió su vida, para él ya no había momento de plenitud ni momentos de alegría, de esa alegría sincera que nace desde el corazón.

Se dio cuenta que, en realidad, hay un camino a recorrer y quizá él no estaba en el camino correcto, que le faltaba algo para que su vida tuviera ese plus que es lo que hace que la vida valga la pena ser vivida.

Es lo que yo les decía al comienzo, si yo sentía que no podía reírme nuevamente, para mí la vida no valía la pena, entonces ¿cómo podría reconciliar la idea de que no tenía a mi hijo y sin embargo quería tener una vida con alegría? ¿cómo reconciliar las dos cosas? Parecía que era imposible.

A los papás nuevos ¿no les parece que es como imposible? Pensar que, realmente, quiera uno estar otra vez bien, querer sonreír, querer ser feliz, pero ¿cómo serlo si no tengo a mi hijo?

Nosotros siempre lo repetimos, como dice Víctor Frankl, la única manera de resolver el sufrimiento inevitable, aquel que no podemos evitar, es a través del servicio.

Construyo ese puente cuando me allego al otro, cuando renuncio a algo que es propio de mi yo, cuando renuncio a lo que yo siento, cuando renuncio a como estoy, por los demás.

Cuando renuncio a mi yo, por algo que no soy yo, estoy renunciando a algo menos elevado, por algo más elevado y lo hago por aquellos que me necesitan y en última instancia lo hago por ese hijo que me está mirando y me está diciendo Ma, Pa, ¿eso es todo lo que puedo esperar de ustedes?

Yo sé que eso no es todo lo que mi hijo espera de mí y sé, igualmente, que ninguno de sus hijos esperaría de ustedes la línea del menor esfuerzo.

La tristeza viene sola, la podemos cultivar como una manera de ser en el mundo, el vivir a medias, también podemos vivir así toda la vida, pero ¿Quieren, realmente, vivir así?

Yo quiero renunciar a esa manera de vivir, por una mejor manera y lo hago por todos, lo hago por ellos, lo hago por los que me rodean y lo hacemos cada día de nuestra vida por todos. (En Montevideo 31 de marzo de 2006)

Pues bien, hay un camino a recorrer y el día que sustituyamos el sentimiento del dolor por el sentimiento de amor, encontraremos la paz interior y allí nos encontraremos todos juntos como hermanos en el amor.

Hasta entonces.

Ulises, Ana y Enrique

De Renacer congreso Montevideo, Uruguay

Por la Esencia de Renacer

domingo, 2 de mayo de 2010

ANTE LA PARTIDA DE UN HIJO

Ante la partida de un hijo

“Ante la partida de un hijo -a quien difícilmente estaremos preparados para despedir- el dolor es demasiado intenso, desconocido; pareciera que la vida no debería continuar, el tiempo en su eterno fluir se hubiera detenido en un punto en el espacio, un punto de total incredulidad e irrealidad.

Nadie sabe qué decirnos; todos escapan ante una realidad que no conocen, que siempre han ignorado, que no saben manejar.

No puede ser, nos repetimos una y mil veces y, sin embargo, es; y debemos seguir viviendo; pero ¿cómo?, nos preguntamos una y otra vez. Pero todo dolor trae consigo una enseñanza y puede llegar a ser una experiencia regeneradora, porque es moviéndonos a través del dolor, explorándolo, conociéndolo, que lograremos llegar más allá de él, más allá de lo inmediato, más allá del materialismo limitante; rescatando de un rincón del corazón los olvidados valores espirituales del hombre, que son los únicos que pueden salvarnos de una vida sin sentido, de una muerte en vida.

Entonces la muerte de nuestros hijos no habrá sido estéril, porque es a través de su partida que el verdadero sentido de la vida se comprende; como un tiempo precioso y finito que debemos vivir al máximo, pero de otra manera, ya que el camino trazado hasta ahora no sirve para esa nueva realidad. Debemos recomenzar, es como renacer de las cenizas. Debemos captar el mensaje de infinito amor que nuestros hijos al partir nos dejaron y que los hijos que quedan nos recuerdan cada día: dar amor, sólo amor.

Son nuestros hijos los maestros del verdadero y desinteresado amor y este sentimiento no tiene reclamos ni expectativas, ni siquiera necesita de una presencia física.

Y cuando hayamos encontrado la paz y la aceptación, habremos de trasmitirla a los demás, a los que la necesitan, a los que sufren, a los que aún viven en la oscuridad de la desesperanza y la rebeldía.

La muerte no marca el fin de todo, es sólo una necesaria etapa en la evolución espiritual del hombre, es una parte integral de la vida, la que nos marca el límite de nuestra existencia terrena y nos enseña a apreciarla en su verdadera dimensión para vivirla totalmente, rescatando esa olvidada espiritualidad en nuestro diario vivir para saber prepararnos para que, en el momento de realizar nosotros la transición, saber que no hemos dejado cosas por hacer y en el instante de dejar el capullo, para volar libres de regreso a casa, sepamos que hemos comprendido el mensaje de nuestros hijos, porque hemos dado todo el amor de que fuimos capaces.”

“Nosotros nos dimos cuenta que teníamos la responsabilidad de hacer que nuestro hijo viviera a través de la forma en que nosotros vivíamos nuestra vida, de tal manera, que ese hijo no se fuera de nuestra vida y simplemente lo dejásemos relegado a la categoría de absurdo de la vida, de accidente fatal, de un Dios que tiene formas misteriosas y oscuras, que yo no comprendo... ¡No señor! teníamos que rescatarlo de las garras de lo absurdo.

Rescatar la muerte, la partida de nuestros hijos, de las garras del absurdo y devolverlo a la vida como un acto de total amor y entrega, un acto de sentido.

La partida del hijo y tanto dolor, que tuviese sentido.

No es una tarea fácil, cuando uno recién se lo plantea: ¿es que este dolor tiene sentido? y ahí está la elección.

Y entonces no dejamos que el sufrimiento nos derrote porque entonces significaba que Nicolás también estaba siendo nuestro verdugo.

¿Ustedes quieren que sus hijos sean sus verdugos? ¿Los que quitaron toda alegría a la vida?

¿Están de acuerdo ustedes con que no deben ser nuestros verdugos?

Entonces no vamos a dejar que se conviertan en, simplemente, un hecho absurdo que un día cambió nuestras vidas para mal, entonces tenemos la responsabilidad de vivir nuestra vida en homenaje a ese hijo que partió por todo lo que nos está enseñando a través del dolor, por la hija que nos queda, pero también ¡sí señor! por nosotros mismos, porque si estamos vivos, si estamos de este lado de la vida, es porque, evidentemente, todavía somos útiles para la vida.

La vida todavía espera algo de nosotros.”

Alicia Schneider Berti- Gustavo Berti

gyaberti@calamuchitanet.com.ar

Este es un aporte a la difusión del pensamiento de Renacer, a través de la palabra de los

creadores de los Grupos Renacer, Alicia y Gustavo Berti, marzo de 2010.

Ulises, Ana y Enrique

De Renacer Congreso – Montevideo Uruguay, “Por la Esencia de Renacer”

El Circo de la Mariposa 1ra. parte









Todas las personas somos mariposas...
podemos transformarnos,
¡date una oportunidad!
Espero que te guste tanto como a mi.