viernes, 30 de septiembre de 2011

Renacer es una revolución cultural a través del amor

Hemos visto que en los medios virtuales de comunicación, Internet, blog, chartes, etc, ha aparecido una tendencia a trabajar de una manera negativa, comentarios negativos, comentarios muy tristes, trabajar mucho en un mero duelo, mucho de transitar un duelo, olvidándose de los aspectos trascendentes y más importantes de Renacer, que nosotros creemos que son aquellos que los motiva a ustedes a participar en los grupos.

Renacer es un grupo que nació como una alternativa “al duelo”, una alternativa significa “otra cosa que”.

Cuando Nicolás partió, cuando Nicolás murió, captamos muy rápido, que nosotros teníamos que hacer algo con esto que nos había pasado, porque una cosa es lo que nos pasa y otra muy distinta es ¿qué hacemos con esto que nos pasa?

Nos dimos cuenta, también, que aquí no había un proceso de duelo que hubiéramos que seguir, porque si vamos a hablar de duelo es como que vamos a hacer un duelo toda la vida y eso no es así.

Renacer es una Revolución cultural a través del amor.

Nosotros estamos convencidos que en cuanto abrimos nuestro corazón, cuando abrimos nuestra cabeza y dejamos que entre en nuestro corazón todo el amor que no podemos dar a Nicolás personalmente, se lo podemos dar a cuanto ser que sufre que se cruce en nuestro camino, que no se nos van a cruzar por casualidad.

Entonces, Renacer va siendo algo mucho más que, simplemente, un encuentro o un lugar para ir a llorar por lo mal que me siento luego de la pérdida de mi hijo, tampoco es que uno vaya a reprimir a los padres que manifiestan su dolor en un grupo, simplemente, vamos a mostrar que existe una alternativa superadora al duelo.

Por eso decimos que Renacer es un grupo de padres que “enfrentan” la pérdida de hijos, porque, si nos atenemos al significado de la palabra enfrentar, significa una actitud activa, no voy a sentarme a llorar, voy a buscar cómo puedo hacer para enfrentar esto que me toca vivir.

Cuando perdemos un hijo, primero y principalmente, seguimos siendo padres de esos hijos; la paternidad no es algo a lo que se pueda renunciar.

Seguimos siendo padres de esos hijos y tenemos una cuota de amor que ha quedado, en cierta manera, vacante y si ese amor se lo damos a los otros hijos, los vamos a sobrecargar y los vamos a enfermar, pues cada uno de los hijos tiene la cuota de amor que le corresponde por derecho propio.

Entonces, ¿qué hacemos con esa cuota de amor vacante?

Tenemos un porqué dar y tenemos un por quien dar.

Tenemos el deber de entregarla a la vida y en ella ¿a quién?

Decimos que Renacer es generoso, fíjense que Renacer tiene una peculiaridad; cuando hablamos de lo moral, hemos dicho que es dar más a los demás, más de lo que puedo recibir de ellos.

Somos referentes sociales y eso quiere decir que tenemos el derecho y la responsabilidad de acercarnos a alguien que sufre para darle una palabra de aliento, porque sabemos lo que es sufrir; sabemos lo que es el dolor, sabemos lo que es el sufrimiento y la vida necesita de personas que se brinden a los demás.

Demasiadas tragedias, demasiado dolor, demasiada injusticia, demasiada miseria hay para que nosotros tengamos una cuota vacante de amor y la tengamos guardada en un bolsillo sin darlo.

Como decía la Madre Teresa cuando le preguntaron un día, ¿pero hasta cuando hay que dar? Y ella dijo: “Hay que dar… dar… dar… hasta que duela y después seguir dando.”

¡Ése es el Mensaje de Renacer!

Esperamos que puedan ver nuestra idea de lo que es Renacer y porqué rechazamos la elaboración del duelo COMO MODELO DE TRABAJO en los grupos Renacer.

No negamos su existencia, sólo negamos que a partir de una mera elaboración de un duelo, de un proceso absolutamente individual y despojado de toda trascendencia, puedan surgir individuos libres para elegir ser mejores, más compasivos y solidarios con el dolor ajeno, capaces de elegir la manera de sufrir y abiertos al mundo en que se insertan y a los otros con quienes comparten dicho mundo, para que puedan hacer honor a esa frase que dice: Busqué a Dios y no lo encontré; me busqué a mí mismo y no me encontré; busqué al prójimo y encontré a los tres.

Alicia Schneider Berti- Gustavo Berti

viernes, 19 de agosto de 2011

*EN HONOR A ESE HIJO QUE HA PARTIDO*

Muchas de las circunstancias que hoy te afectan, tanto en tu vida personal como en el entorno en que vives, te tienen fuera de control, te sumergen en un caos que inevitablemente te lleva a una situación de profundo estrés, por cierto muy difícil de manejar. Afortunadamente más allá de las circunstancias en las que te encuentras, tienes varias cosas de las que ...puedes adueñarte para tomar el control de tu vida.
Me refiero particularmente a lo que realmente determina cómo te sientes en este momento, muy a pesar del tiempo que lleves de duelo. Estoy hablando de tu actitud, es decir de cómo eliges responder ante las circunstancias y quién decides ser ante el cambio.
Es tu actitud la que puede aumentar o reducir tu estrés de manera profunda. Aún si decidieras darte un masaje, hacer ejercicios físicos o inclusive hacer el amor, estos son excelentes antídotos para el estres; pero si no son acompañados de un cambio de actitud que subsane tu problema real, apenas llegarán a tener un efecto temporario.
¿Cómo te adueñas de tu actitud?
Atreviéndote a tomar decisiones que te ayuden a retomar el control sobre tu respuesta ante lo que te sucede, a reducir significativamente tu estrés y aumentar tu capacidad para manejar el cambio.

En vez de resistir... ACEPTA!!!
Acepta lo que es un hecho, es decir aquellas circunstancias que por más que te esfuerces no puedes cambiar. Tu estrés aumenta cuando te resistes a lo que te sucede y al resistir le estás dando poder a aquello a lo que estás resistiendo, en cambio al aceptar y soltar tu resistencia estarás recuperando tu poder y te sentirás marcadamente mejor. Recuerda que hay cosas que no podemos cambiar; pero lo que sí podemos cambiar es nuestra actitud ante ellas, solo hay que aceptar y por ende llegarán los cambios.

En vez de conformarte... APROVECHA!!!
Es fundamental que aceptes accionar inmediatamente ante lo sucedido aprovechando esta situación, como el mayor aprendizaje de tu vida. Esto es lo que hace la diferencia entre resignarse y pretender una vida mejor. Aprovecha lo que está en tus manos hacer, lo que tú sí puedes controlar, aquello en lo cual sí tienes inherencia y te es posible cambiar, tu vida por ejemplo. Asi que ponte en movimiento y decide aprovechar lo que está en tí lograr.

En vez de evadir... ASUME!!!
Cuando las cosas no son como tú quieres, es muy fácil apuntar hacia afuera y buscar responsables cuando tú no eres capaz de abordar el cambio. El reto y la esencia de la madurez consisten en asumir lo que es tuyo, la forma en la que tú has contribuído a lo que te sucede, a cómo has manejado tu vida. Si evades tu responsabilidad estás negando tu capacidad de aprender, en cambio cuando asumes lo que te corresponde, te adueñas de tu poder al momento que tomas conciencia sobre lo que puedes aprender y mejorar.

En vez de solo desear... COMPROMÉTETE!!!
La única forma de obtener resultados diferentes es haciendo cosas distintas. Desear algo mejor para tu vida es necesario; pero no es suficiente, el deseo debe ser acompañado por el compromiso de hacer lo que haga falta hacer para mejorar tu vida. Un cambio de hábitos cotidianos puede reforzar tu energía y estarías debilitando el estrés, en este sentido algunos cambios simples pueden hacer la gran diferencia. Dejar de pensar es casi imposible; pero puedes elegir cambiar tus pensamientos en positivo y construír, claro que sí puedes!!! Si haces esto, el mundo no va a cambiar porque tú no tortures tu mente; pero tu salud mental sí puede beneficiarse enormemente.

En vez de preocuparte... OCÚPATE!!!
Ocupántote tienes el mejor antídoto para tus preocupaciones. Ponte en acción!!! Muévete hacia lo que quieras y está en tí lograrlo. Cuando te encuantras frente a situaciones que no puedes cambiar, debes entender que si es algo que escapa a tu esfera de influencia debes soltar la preocupación para hacerte cargo de las oportunidades que sí puedes aprovechar. ¿Algo está mal en tu vida, algo está rasgando tu alma? Hay circunstancias que no puedes cambiar; pero sí puedes elegir una actitud que te permita aceptar lo que es, aprovechar lo que es posible y comprometerte a lograr lo que debes poner en acción, nada menos que tu vida.

En ves de olvidarte de lo que tienes... AGRADECE!!!
Cuando el dolor invade, el estrés se incrementa y te encuentras rodeado de cambios y nuevos desafíos, entonces es normal que pierdas las perspectivas y te desconectes de lo que tienes. En medio del caos corres el peligro de dar por sentado muchas cosas que atañen a tus afectos y olvidarte de lo que realmente te ayudaría a tomar fortaleza. El agradecimiento es un excelente antídoto ante la sensación de desesperanza y permite enfocarte en lo que tienes para continuar avanzando. En la gratitud los miedos se desvanecen ya que te das cuenta de lo que has recibido y verás que tienes más de lo que creías. Conéctate con ella y no olvides los cientos de regalos que puedes disfrutar en forma de experiencias, aprendizajes, momentos, oportunidades, fortaleza, conocimientos y crecimiento.

En vez de desconfiar... CONFÍA!!!
¿Crées que tus circunstancias negativas son permanentes? O sabiamente eliges creer que todo se mueve en ciclos; que después de la tormenta sale el sol, que después del invierno viene la primavera, que es posible volver a sonreír. Debes saber que tienes el control para adueñarte de tu capacidad para salir adelante; pero debes saber también que hay cientos de posibilidades que aún no conoces y quizás por ello hayas decidido no creer. Confía en un futuro posible, donde no existe el olvido; pero sí existe la paz y la serenidad embanderando el mejor recuerdo de tus hijos. Confiar o no confiar, la decisión es tuya.

En vez de visualizar lo negativo... APUESTA A VIVIR!!!
Si crees que puedes o crees que no puedes, estás en lo cierto!!! La pregunta es ¿En qué crees?. En tí está elegir apostar a la vida y tener fe en que todo lo que sucederá será mejor y esta misma energía debes enfocarla en lo que deseas para tu vida y aquí no hablo de un simple pensamiento positivo, estoy hablando de la energía que yace en tí para aceptar la realidad que vives, identificar lo que puedas aprovechar de las circunstancias, asumir la responsabilidad en tu proceso de duelo, comprometerte a accionar y ocuparte de lo que es posible. Confía en tí y en la posibilidad de una vida digna en honor a tu hij@ que ha partido.

Ojalá estas palabras humildemente sirvan como aliciente para todas aquellas personas que además de estar peleándole a la vida, después de la partida de su hij@, se encuentran intentando salir adelante en un entorno que no les favorece para enfrentar el mayor reto de sus vidas. Puede tratarse de una desaveniencia conyugal o de cualquier otra circunstancia de vida que en este momento está pesando demasiado sobre el dolor que transcurren. Mi única intensión es hacerles comprender que tomando el control de cada una de las situaciones que les acontecen, estarían alivianando cargas que les permitirían vivir un duelo sano, de la manera más serena posible.
¿Te preguntaste si no es acaso esto lo que tu hij@ quiere para tí?

Con el amor de siempre... Eliana

jueves, 11 de agosto de 2011

TRASCENDER EL DUELO POR LA MUERTE DE UN HIJO

La palabra trascendencia significa *Proyección*, *Escalar más allá*, *Atravesar el límite*.
Hay una realidad concreta e inmediata y es que hemos perdido un hijo.
¿Qué hay después de este devastador desgarro del alma?
...En un principio la única respuesta es *NADA*. Pasan los días y nuestros ojos ven alrededor a otros hijos, un cónyuge, alguien más; pero solo de la boca para afuera sabemos que debemos estar ahí. Aquí es donde esta realidad concreta se hace eco en nuestra voz porque trascender es sobrepasar los límites de esta realidad. Pasar de un ámbito a otro atravesando el límite que los separa, incluyendo además la idea de superación, significa la acción de sobresalir, de ir desde adentro hacia afuera superando toda limitación.
Si bien es cierto en un principio que una parte de nosotros muere con nuestros hijos, también hay una parte de nuestros hijos que no muere jamás. Este intercambio de existencias solo es posible a través del amor y es en este amor que se construye la trascendencia.
Superar el duelo no significa olvidar ni renunciar al recuerdo. Significa encontrarle a nuestros hijos un lugar en nuestro espacio emocional para seguir viviendo de manera eficaz. Nuestra respuesta al sufrimiento tiene base en la transcendencia y esto implica encontrarle un sentido a la existencia de quien murió y un sentido a nuestra vida, aunque ellos físicamente ya no estén.
La importancia de la autoayuda es fundamental, en cuanto a que podemos comprender, al participar en un grupo de duelo, que no somos únicos en el dolor y de requerir de los demás toda su consideración a nuestro drama. Dejar de pedir respuestas que nadie posee, es probablemente el punto de inflexión, el momento en que comienza en todo duelo su etapa reparatoria .
Comenzamos poco a poco a advertir que nuestra importancia no va más allá de la importancia de los demás, que los demás también sufren y extrañan, es aquí que el egoísmo de creer que somos los únicos que sufrimos, comienza a ceder.
Vamos lentamente pudiendo alzar la vista para mirarnos en el espejo del dolor ajeno, de pronto podemos escuchar, comprender y comenzar tímidamente a ayudar, y es ese aspecto solidario que emerge de nuestro propio sufrimiento, el que permite reparar y repararnos, sentirnos mejores personas, y esto se logra sin duda, a partir de los cambios que en nosotros, ha generado la ausencia.
En todo proyecto de vida aparecen valores de actitud, que apuntan a nuestro crecimiento espiritual y convierten nuestro trabajo interior en un trabajo transcendente que nos prepara para dar ese *Paso más*. Un paso más allá de nuestro ego para descubrir la Verdad que yace en nuestro interior es el significado exacto de la palabra trascendencia.
Alguien me preguntó alguna vez: ¿Y vos cómo sabés esto Eliana?
Por un momento enmudecí ante esa mamá que llevaba 11 años de duelo por la muerte de su hijo e inmediatamente respondí.. A cinco años de la partida de mis hijos, esto es lo único que he podido experimentar desde que comprendí que solo limpiando mi exterior era capaz de llegar a este interior que hoy ves.
Cuántas veces nuestro entorno no nos permite llegar, no nos permite trascender...
*Sí a la vida es acción, es movimiento, es definitivamente remover desde el fondo este gran terremoto del alma y recomenzar sanamente desde y por el amor a nuestros hijos que partieron*

Su amiga de siempre... Eliana

sábado, 4 de junio de 2011

Los dolientes olvidados

Por lo general, la mamá en duelo acapara la atención. Al papá se les exige proteger a su esposa y mantener el control de la situación. Además, al hombre en nuestra cultura, le cuesta más expresarse. Y como lo comenta Carla Hoffmann, el duelo es algo que tarde o temprano debe vivirse. Y mientras más se retrase, peor.

Por esto, aunque es bueno respetar los tiempos de duelo del hombre y de la mujer, conviene empezar a cambiar la mentalidad de muchos padres frente a la pérdida de un hijo. Todd Pitock, de la Fundación SHARE, en La fortaleza masculina, aconseja a los papás:
El ser estoico es una expresión falsa de la fortaleza. La masculinidad es ser un hombre completo, no una estatua. La valentía es mostrar con palabras, lágrimas o cualquier medio no violento lo que sientes. Es pedir ayuda y dejar que te ayuden. Es la voluntad de admitir tu vulnerabilidad. Finalmente, reconoces el dolor de tu esposa al reconocer tu propio dolor y honras a tu hijo al honrar tus sentimientos.

También, hay que recordar a los hermanos del niño o joven que muere. Ayudar a los niños pequeños a entender sus pérdidas y no marginarlos de lo que está sucediendo en la familia es prioritario para la sana recuperación. Fundación Esperanza distribuye el libro Caleidoscopio del duelo para guiar a los padres durante el proceso que enfrentan los menores. Con actividades sugeridas, el niño puede ir abrazando su dolor y evitar que sus sentimientos puedan afectar su autoestima.

Por su parte, los abuelos también viven una doble pena: perder a su nieto y ver con impotencia cómo sufre su hijo o hija. Ella era mi primera nieta; yo la esperaba incluso antes de que sus papás se conocieran, escribió una abuela. Los abuelos pueden revivir pérdidas anteriores, pero por lo general, tienden a inhibir sus recuerdos ya que centran su atención en los padres del hijo muerto. Y aquí también se recomienda demostrar lo que se siente. No creas que tienes que ser fuerte. Si necesitas llorar, hazlo.

A PESAR DE TODO…….

SONRÍO....
Aunque la vida me golpee,
Aunque no todos los amaneceres sean hermosos,
Aunque se me cierren las puertas. Sonrío...

SUEÑO....
Porque soñar no cuesta nada y alivia mi pensamiento,
Porque quizás mi sueño pueda cumplirse,
Porque soñar me hace feliz.

LLORO...
Porque llorar purifica mi alma y alivia mi corazón,
Porque mi angustia decrece, aunque sólo sea un poco,
Porque cada lágrima es un propósito de mejorar mi existencia.

AMO...
Porque amar es vivir,
Porque si amo, quizás reciba amor,
Porque prefiero amar y sufrir, que sufrir por no haber amado nunca.

COMPARTO...
Porque al compartir crezco,
Porque mis penas, compartidas, disminuyen,
Y mis alegrías se duplican.

¡¡¡Sonrío, sueño, lloro, amo, comparto, vivo.!!! Y por esto cada día doy gracias a Dios que me da un día más...

sábado, 7 de mayo de 2011

lunes, 25 de abril de 2011

Transformar el dolor en amor

En mayo de 1988, perdimos a nuestro hijo Nicolás y entonces vivimos una verdadera conmoción existencial y pasados los momentos iniciales de dolor y tristeza, uno tiene que preguntarse ¿quién soy? y cómo voy a ser después, porque no hay vuelta atrás.

Después de perder un hijo, no somos las mismas personas; entonces esa pregunta ¿quién soy? y ¿quién voy a ser?, se vuelve acuciante si uno no quiere destruirse, pues quedan otros hijos y porque si uno se destruye el mensaje que está dando a la vida es que esos hijos, eventualmente, vinieron al mundo para arruinarnos la vida y ese es un mensaje que nadie quiere dar.

Un hijo representa mucho más que dolor; en realidad representa más, representa amor.

Como institucionalmente no había una respuesta a esa conmoción existencial, empezamos a buscar a otros padres que habían pasado por la misma circunstancia y los invitamos a juntarnos y formar un grupo.

Ellos nos preguntaban ¿qué vamos a hacer? Y nosotros les decíamos, todavía no sabemos, pero una cosa es cierta: no vamos a ser un grupo de llorones, vamos a juntarnos para ver cómo podemos encontrar un sentido, un significado a esto que nos pasó.

Para nosotros la respuesta al problema que se presenta para la recuperación integral de la persona, o sea, la recuperación espiritual, la recuperación emocional, la recuperación afectiva, la recuperación social y a nivel profesional en la actividad que cada uno desarrolle, es estar acompañado con pares en un grupo de ayuda mutua.

Ese es para nosotros el camino.

Nosotros les decimos a todos los papás que quizá no ven en esto el camino para ellos, que por lo menos lo intenten, porque Renacer ofrece un camino positivo, amoroso y que tiene que ver con transformar el dolor, ese dolor tan increíble, transformarlo en amor, porque ¿qué es más fuerte? ¿qué es más fuerte que el dolor? te lo pregunto a ti y me dices el amor…

(Del mensaje de Renacer: En canal 4 de Montevideo año 2006)

jueves, 14 de abril de 2011

El egocentrismo conduce a enfoques psicologistas

Nada hace más egoísta al ser humano que el sufrimiento, así es posible ver que el hombre sufriente, literalmente, se dobla sobre sí mismo llegando, sin esfuerzo alguno, a situaciones de intenso ensimismamiento, dando lugar a la categoría existencial de ser para sí mismo, despojado de toda orientación hacia otro ser, hacia el mundo, hacia la comunidad.

Esta situación de concentración acentuada en sí mismo provocada por el sufrimiento, puede perdurar por períodos de tiempo muy prolongados, y en ocasiones de por vida, dando origen a un sufrimiento de carácter atemporal, durante el cual el ser no sólo es un ser para sí mismo, sino también es un ser que no puede ser de otra manera, un ser desprovisto de toda autotrascendencia.
Este estado induce a enfoques psicologistas por los cuales estarán condicionados de por vida al círculo reducido a los sentimiento y emociones, en un estado en el que se da vuelta continuamente, en círculos sin salida, llevando al lamento continuo que impide el salto hacia la dimensión espiritual del hombre, máxima expresión de su libertad.

Sujeto a condicionamientos, sean estos sociales, biológicos o psicológicos, se está determinado por ellos sin poder librarse, lo que significa, nada más ni nada menos que no es ni puede llegar a ser libre.

El hombre puede ilusionarse y dejar que un velo lo cubra, y creer que no es autotrascendente y hacer como si no lo fuera, hecho éste que lo lleva a la desesperación o angustia existencial, que en el grupo se manifiesta por estados de profunda egocentrismo, durante los cuales los padres sólo ven su propio dolor, fenómeno que hemos llamado como “el cortaplumas cerrado”, que impide toda observación e integración al mundo y el salto hacia la dimensión espiritual del hombre.

En cambio, el sufrimiento correctamente vivido despierta la trascendencia dormida. Según Frankl “el hombre que se levanta por encima de su dolor para ayudar a un hermano que sufre, trasciende como ser humano”.

Un nuevo modo de ser se hace presente: un ser para otro.

Este transitar del ser para sí-mismo a un ser para otro, representa el salto a la trascendencia a través de la salida de sí mismo, que se transforma en una escalera hacia la dimensión espiritual del hombre.

(Del mensaje de Renacer, sobre los peligros que acechan a Renacer: En “Renacer: presente, pasado y futuro”)

lunes, 4 de abril de 2011

Personalismo y moderadores

Si ingresamos a un grupo de ayuda mutua es porque solos no hemos sido capaces de encontrar la solución a nuestro problema. Esto es algo que no puede ser obviado y significa, en otras palabras, que todo lo que hemos hecho hasta entonces no nos ha servido, o no ha sido suficiente para evitar lo que nos ha sucedido, o para sobrellevarlo y, si podemos comprender esto, nos ha de hacer ver que, si no podemos controlar nuestra propia vida, ¡cómo hemos de pretender controlar la de otras personas!, de allí que los grupos sean de pares y se exija una absoluta igualdad existencial entre los integrantes.

El personalismo es tan nocivo porque implica no sólo “des-igualdad”, “des-paridad”, sino también una manera, a veces inconsciente y otras sutil, de ejercer poder sobre otros integrantes.

Sin embargo, sucede que todos los grupos para ser iniciados necesitan personas con empuje, proactivas, que se hagan cargo de tareas iniciales como es buscar un lugar donde funcionar, de visitar los medios de prensa para difundir el lugar y fecha de funcionamiento, y de otras tareas afines y, por lo general, esto les da a algunas personas la sensación de ser irreemplazables en la tarea.

Allí comienza el personalismo que al principio no es objetado, particularmente cuando la mayoría de los integrantes son nuevos, sea por comodidad o porque existe aún poca experiencia con la actividad grupal, pero cuando los miembros comienzan a sentirse un poco mejor y se dan cuenta de la manera en que los grupos están funcionando y de como deberían hacerlo, es allí donde comienzan los problemas

En lo que hace a las personas que eventualmente cumplen con la tarea de moderar una reunión, es evidente que depende de su actitud la bondad del servicio que brindan al grupo. Si desvirtúan su tarea merced al personalismo, en lugar de actuar con una visión de conjunto, quebrantan el factor aglutinante que representa la absoluta horizontalidad. Este problema produce serias fracturas en los grupos y profundo desencanto en muchos de los integrantes.

Lo correcto es que la conducta de los moderadores sea lo suficientemente generosa como para permitir y alentar la participación activa y protagónica de todos los asistentes, lo que facilitará la trascendencia de su sufrimiento y contribuirá a la capacitación necesaria para que todos puedan eventualmente moderar las reuniones de la mejor manera posible, dado que la ayuda mutua no es un regalo sino un préstamo que debe ser devuelto a quienes inicien el camino del sufrimiento más adelante.

El personalismo es un problema más fácil de resolver cuando se lo previene, puesto que cuando ya ha aparecido y se manifiesta con intensidad, tarde o temprano, suele llevar a la división y, en casos extremos, a la disolución del grupo.

A veces puede haber personalismos que pretenden justificarse en la bondad de la tarea realizada, argumentando su necesidad en que otras personas no colaboran o no “tienen capacidad” para llevar adelante el grupo, y que su accionar, si bien autoritario, lo intentan justificar por la abnegada tarea que llevan a cabo.

(Del mensaje de Renacer, sobre los peligros que acechan a Renacer: En “Sobre relaciones interpersonales en los grupos”)

jueves, 31 de marzo de 2011

La salida está por delante nuestro

Hemos trabajado con el convencimiento que, al enfrentarnos a situaciones límites nos damos cuenta, quizá por primera vez, que somos seres históricos, envueltos en nuestro propio devenir, que la historia ya realizada no puede ser cambiada, que no tiene sentido continuar rumiando eternamente sobre ese pasado, y que la salida existencial yace por delante nuestro, en lo que aún queda por realizar de nuestro futuro, en otras palabras, que la única manera de eliminar la oscuridad es dejando que entre la luz.

Así a lo largo de este trabajo con padres sufrientes y grupos de ayuda mutua hemos tratado de trasmitir la idea de algo común a todos los grupos de ayuda mutua: esto es que todos tienen que ver con el sufrimiento humano, más allá del origen de ese sufrir y que, por lo tanto, deben estar orientados hacia el hallazgo de sentido a ese sufrimiento, que el objetivo común no debe ser no sufrir, sino no sufrir en vano, que deben ayudar a sus integrantes, no a trabajar con los hechos del pasado que no pueden ser cambiados, sino a abrirse a ese mundo en el que esperan posibilidades aún latentes en sus vidas, que deben ayudarlos a elegir correctamente entre todas las posibilidades, que deben encontrar las opciones con sentido, que deben emprender el camino, el único camino con sentido que esta conmoción existencial les plantea: el camino final de humanización.

(Del mensaje de Renacer, sobre emociones, pasiones y sentimientos:: En Esencia y fundamentos de Renacer como grupo de Ayuda Mutua)

martes, 29 de marzo de 2011

Un regalo a los hijos con la propia vida

Cuando se pierde un hijo, la vida se da vuelta como un guante de goma que uno se saca de la mano, como los guantes finitos de los cirujanos que la única manera de sacárselos es dándolos vuelta, todo lo que estaba afuera queda adentro y todo lo que estaba adentro quedó afuera.

Así comienza a ser la vida para nosotros.

Cuando viene un aniversario, cuando viene un cumpleaños, sobre todo cuando viene el día del padre o de la madre, un lamento frecuente es “no tengo a mi hijo que me haga un regalo”.

Entonces hay que ponerse en ese el lugar que se ha dado vuelta, porque ahora somos nosotros los que tenemos que hacerle un regalo a ese hijo, tenemos que regalarle lo único que tenemos para regalarle que es nuestra vida y la manera como vivimos ese día.

Antes, cuando los chicos estaban, nosotros veíamos la vida a través de sus ojos, ahora ellos ven la vida a través de nuestros ojos y la obligación que tenemos nosotros es qué les vamos a dejar ver a través de nuestros ojos.

¿Les vamos a dejar ver todas las miserias, todas las penas, todo lo feo o vamos a dejarles ver la belleza que todavía tiene la vida?

Seguimos siendo responsables y el papel se dio vuelta y ahora en mi día, soy yo el que tengo que hacerle un regalo a mi hijo, con la manera como vivo ese día.

Hablando de regalos, hay mamás que tejen ajuares enteros y el día del cumpleaños del hijo o de su partida, llevan estos ajuares y personalmente los dan a mamás que han dado a luz en los hospitales necesitados; otros papás celebran el día del niño con todos los chicos amigos del hijo. ¡Hay tantas cosas para hacer! ¿Para qué quedarme en mi dolor?, ¿para qué revolverme en la tristeza?

(Del Mensaje de Renacer, sobre emociones, pasiones y sentimientos: En Renacer Congreso – Montevideo, Uruguay año 2006)

Renacer es una actitud de vida

Si en un grupo de ayuda mutua permanecemos en el análisis y elaboración de la causa del sufrimiento y de los síntomas y emociones por él provocadas, el análisis de la propia existencia es imposible.

Si, por el contrario, nos reunimos para ver qué podemos hacer con lo que nos pasa, entramos de lleno en el plano del análisis de la propia existencia y nos vemos obligados a trabajar con los fenómenos humanos, en lugar de trabajar con categorías tales como antes y después o síntomas, trabajaremos con las dimensiones de lo mejor y lo peor, entonces se hace patente que el sufrimiento no es una enfermedad sino una condición existencial del ser humano al que se le abren perspectivas enteramente nuevas.

En última instancia, Renacer es una actitud de vida. Porque Renacer no es únicamente ir a las reuniones, yo siempre doy un ejemplo, si yo voy a una reunión y hablo y digo muchas cosas lindas y después cuando salgo, le pego una patada a un perro, eso también es Renacer, si tengo un negocio y estafo a alguien, también es Renacer, entonces, uno dice que debe ser una actitud de vida, pues de esa manera yo creo serle fiel a mi hijo.

Si nosotros vivimos mirando lo más alto posible, debemos tratar de llegar lo más alto posible.

Entonces, uno podrá decir: esta tragedia no fue en vano, perder un hijo no fue una cosa inútil, no fue una tragedia sin sentido.

Así es como nosotros lo vemos.

(Del Mensaje de Renacer, sobre emociones, pasiones y sentimientos: En “La Ayuda Mutua como factor de renovación cultural, moral y social” y en Encuentro en Montevideo febrero 2001)

domingo, 27 de marzo de 2011

Sobre los miedos

Los miedos son un sentimiento muy fuerte después de la partida de los hijos que tenemos que aprender a manejar.

Surgen todo tipo de miedos, quizá, miedo a que les pase algo a los hijos que nos quedan, miedo de los hermanos a que les pase algo a los padres, miedo, a veces, cuando nos enfrentamos a la posibilidad de nuestra propia muerte o la muerte de los seres que nos rodean y que queremos y, a lo mejor, estamos con otros miedos y rogamos que la vida no nos mande más nada que nos cause dolor y resulta que no es así.

Muchas veces hemos visto a lo largo de estos años que el miedo de los padres se relaciona directamente con la causa de la muerte del hijo o de los hijos, si fue un accidente, tienen miedo que los chicos estén en la ruta, si es una enfermedad van a tener miedo a cualquier resfrío que el hijo o la hija tenga y si es por violencia van a tener miedo de que salgan a la puerta de la calle y si es suicidio van a tener miedo si el hijo tiene algún síntoma de que ese día no se siente bien anímicamente.

Entonces, los miedos están relacionados, muchas veces, con la causa de la partida de los hijos, estemos atentos a esto, esto puede ser así, no necesariamente va a ser en todos los casos, pero en el caso que así sea, sepan que es normal, es natural tenerlos, pero no podemos dejar que ese miedo se convierta en el que maneje mi vida.

Yo persona, yo ser, yo manejo mi vida, al miedo lo llevamos de copiloto y lo vamos manejando hasta que el miedo vaya perdiendo importancia y mientras hagamos cosas con sentido en nuestra vida y nos ocupemos de cosas significativas para nuestra vida, esos miedos irán perdiendo importancia y nos van a permitir vivir.

(Del Mensaje de Renacer, sobre emociones, pasiones y sentimientos: En Renacer San José, Uruguay – Reunión con padres)

Sobre la culpa

La mayoría de los padres se acercan al grupo Renacer con sentimientos de culpa a veces muy indefinidos, a veces puntuales. Sabemos que este sentimiento es, en la mayoría de los casos, injustificado, pero debemos esclarecerlo para que el padre logre ver el error de concentrar valiosas energías en un camino sin retorno.

Dice Elisabeth Lukas, que la culpa es una parte esencial de la vida humana, es natural sentirla, pero también debemos saber que, como todo aspecto de la vida humana, tiene un sentido, y una cualidad redentora inherente a ella.

Cuando una persona se lamenta: “Si hubiera hecho...”, “si hubiera sabido...”, “si le hubiera dado...”, “si no le hubiera dado...” Debemos recordarle que siempre hicimos y vivimos de la mejor manera que supimos y pudimos. Seguramente, no quisimos herir o causar daño alguno, todo lo que hicimos creímos hacerlo porque así debía ser. Somos humanos, y como tales, cometemos errores.

Aún así, algunas personas persisten en sus sentimientos de culpa, y es útil saber que hay en ella un potencial positivo, esa cualidad redentora a la que nos referíamos; la que nos permitirá admitir nuestros errores pero saber también que con ese reconocimiento va implícita la oportunidad de resolverla a través del cambio para bien.

Regresar a las causas de nuestro comportamiento en determinadas circunstancias es inútil. Para Lukas existen cosas más importantes que hacer que desenterrar errores del pasado; el presente debe ser utilizado y el futuro planeado”, esto nos recuerda una frase de Séneca: “El hombre feliz archiva su pasado, pone en orden su presente y está en condiciones de reformar su futuro cuantas veces crea necesario”

Nosotros compartimos plenamente este criterio, de aquí se desprende que el “trabajar” y “elaborar” los sentimientos negativos, reactivando momentos dolorosos, no sólo no es positivo sino que impide que se vea con claridad cuales son las opciones hoy.

El pasado no puede ser cambiado, pero lo que existe aún, es la libertad de elegir la actitud con que enfrentaré el futuro.

El perdonarse y perdonar nos permitirá trascender el sufrimiento egoísta, el camino sin retorno, para elevarnos por encima de lo mezquino e inmediato, en alas de las fuerzas indomables del espíritu, más allá del horizonte, hacia una vida plena de sentido.

El perdón nos libera, rescatando lo mejor de nosotros mismos.

Cuanto cambie la vida, será el resultado de haber aprendido de los errores, y de esa decisión personal de continuar con firmeza y dignidad en esta empresa de vivir la propia vida, tal y como nos ha sido dada.

Momentos como éstos, en que un ser sufriente logra alcanzar la paz interior a través del perdón, es capaz de generar los más bellos y profundos sentimientos y reflexiones por parte de los demás integrantes del grupo, aun de los recién llegados, muchos de los cuales ven desaparecer su propia sensación de culpa ante este acto supremo de valentía y amor de quién tomó la opción liberadora del perdón.

(Del Mensaje de Renacer, sobre emociones, pasiones y sentimientos: (Niveles por los cuales pueden transitar los integrantes de un grupo)

jueves, 24 de marzo de 2011

Sobre los sentimientos

El sentimiento es una manera, humana de ser en el mundo, es la manera en que nos encontramos en sintonía con aquellos seres que no somos nosotros y con el ser que somos nosotros mismos.

Estamos siempre, continuamente, experimentando algún sentimiento, o estamos en un cierto estado de ánimo; es imposible no hacerlo.

En realidad, los sentimientos son los que nos hacen sentir que existimos, de que somos.

A través de los sentimientos se abre un estado que permanece abierto, mediante el cual nos relacionamos con las cosas, con nosotros mismos y con aquellos que nos rodean, todo simultáneamente; son el verdadero estado, abierto a sí mismo, en el que fluye nuestro ser ahí, nuestro ser en el mundo, son, en otras palabras, los estados merced a los cuales tomamos una postura con nosotros mismos.

El hombre no es una criatura racional, está equipado con sentimientos, ya sea que éstos lo hagan admirable o despreciable, el estado de sentimientos es original en el hombre de una manera tal, que la voluntad y el pensamiento permanecen junto a él.

Es propio de los sentimientos su capacidad de abrirse y permanecer abiertos aunque algunos, en especial aquellos que llamamos de felicidad o alegría, tienen también la capacidad de “cerrarse”.

Tomemos, por ejemplo, el sentimiento de felicidad que produce la boda inminente de un hijo; perdura desde el momento en que se nos notifica, durante los preparativos y la ceremonia y puede hacerlo aún durante la luna de miel pero con el tiempo desaparece y si bien podemos seguir contentos porque se haya casado, ya no nos produce ese sentimiento tan particular.

Hay otros sentimientos como el de estar en armonía con la vida que pueden perdurar indefinidamente, desaparecer durante crisis para reaparecer espontáneamente una vez que la crisis ha pasado.

Existen, entre otros, sentimientos de fortaleza, de debilidad, de vergüenza, de timidez. Hay, además, sentimientos de paz, de pena. En éste último podríamos intercambiar, con el mismo significado el sentimiento de tristeza y de dolor no físico. Los sentimientos de pena suelen ser, por naturaleza, más persistentes que los de felicidad.

Nosotros no podemos ser en el mundo sin un estado de sentimiento determinado. Heidegger ha dicho que aún el no sentir nada por nadie, como se dice vulgarmente el “no tener miramientos para nadie” es un estado de sentimiento caracterizado precisamente por “un no tener miramientos para nadie”. Esto adquiere importancia al darnos cuenta que un sentimiento no puede desaparecer sino es reemplazado por otro.

Es aquí, entonces, donde adquiere pleno significado el decir que para eliminar la oscuridad sólo hay que dejar entrar la luz.

(Del Mensaje d Renacer, sobre emociones, pasiones y sentimientos: En “La Ayuda Mutua como factor de renovación cultural, moral y social”)

El amor y el odio, pasiones que engrandecen o disminuyen

Entrando en el terreno del análisis de las pasiones, nos hemos de referir al amor y al odio.

El odio, como las emociones, tampoco puede ser decidido por nosotros, nunca tomamos la decisión de odiar a algo o alguien. El odio parece, apoderarse de nosotros en una manera similar a como lo hace la ira. Sin embargo, la manera en que se apodera de nosotros es esencialmente diferente.

El odio también puede explotar bruscamente, pero sólo porque ya se ha apoderado de nosotros, porque ha estado creciendo dentro de nosotros por un tiempo y porque lo hemos nutrido, lo hemos cultivado, de la manera que puede ser cultivado algo que ya está ahí y está vivo.

Por lo contrario, a diferencia de las emociones, nunca decimos, pensamos o creemos que hemos cultivado nuestra ira.

A raíz de que el odio se mueve muy profundo en nuestro ser, tiene una fuerza adhesiva. El odio proporciona cohesión y persistencia a nuestro ser. El odio, a diferencia de la ira, una vez que nos toma no desaparece espontáneamente, sino que germina, crece, se solidifica, cavando su camino hacia adentro y consumiendo nuestro mismo ser.

Pero esta cohesión y persistencia que trae a la existencia, no ciega al hombre como la ira, al contrario, le proporciona visión y premeditación.

El que odia nunca es ciego, es sagaz y malicioso. Sólo la ira es ciega.

Tampoco el amor nunca es ciego: es perspicaz. Sólo el engreimiento o vanidad es ciego, débil y susceptible, como que es una emoción y no una pasión.

Una pasión es aquello a través de lo que, y por lo cual, tomamos comando de nosotros mismos y nos volvemos lúcidos, amos de lo que nos rodea y de nosotros mismos.

Por eso es común ver a seres sufrientes seguir un camino de odio, porque los mantiene vivos, cruelmente vivos, les hace sentir que son, no sólo que existen, sino que se dan cuenta de su existir, que les proporciona una razón, una causa y les da fuerza para seguir viviendo.

Esta realidad la vemos expresada por algunos grupos que buscan justicia para sus familiares víctimas de crímenes.

La gran diferencia entre el odio y el amor es que, siendo ambos fenómenos humanos, mientras el amor nos alimenta, nos nutre, el odio debe ser alimentado y cultivado por nosotros.

En cierta medida, se puede considerar al odio como una pasión interactiva; si bien es cierto que aparece sin que medie nuestra voluntad, es decir, que toma a nuestro ser sin preaviso, también es cierto que necesita de nuestro continuo alimentarlo, de nuestro ser para el odio.

Este aspecto del odio nos ha de ser útil para enfrentarlo y superarlo, pues para ello sólo es necesario un pequeño paso: dejar de alimentarlo voluntariamente, pues sólo subsiste merced a nuestro esfuerzo y nuestra voluntad.

Con el amor sucede lo contrario, no podemos amar ni dejar de hacerlo por nuestra voluntad y, a decir verdad, pareciera que sólo es posible cambiar una gran pasión por otra, en efecto, pareciera que sólo podemos dejar de amar a alguien cuando comenzamos a odiarlo.

Es importante recordar aquí, aunque muy brevemente, que el perdón es una opción de la que dispone el hombre y nunca un sentimiento. En otras palabras, que debemos perdonar para estar bien, y no esperar a estar bien para recién entonces perdonar.

Resumiendo, el amor no sólo nos posee sino que además nos alimenta, nos engrandece, nos hace ser mejores, nos coloca en armonía con la vida, mientras que el odio también nos posee, sólo que al odio debemos alimentarlo, nos disminuye como seres, extrae lo peor de nosotros y nos aparta de la armonía con la vida.

Uno es una gracia, una bendición, el otro, si bien no es buscado, en cuanto a su permanencia, es solamente una elección, nuestra elección.

(Del Mensaje de Renacer, sobre emociones, pasiones y sentimientos: En “La Ayuda Mutua como factor de renovación cultural, moral y social”)

martes, 22 de marzo de 2011

Sobre las emociones

Una vez comprendida la realidad existencial del sufrimiento y su carácter sustancial con capacidad de dar origen a emociones, pasiones y sentimientos, hemos de tocar un tema que ha sido siempre conflictivo, como es el tema del papel que juegan en nuestra vida las emociones, pasiones y sentimientos.

Tomemos, como ejemplo, el enojo, que es una emoción.

Nosotros no planeamos o decidimos estar enojados. El enojo nos toma, nos controla, se apodera de nosotros, nos afecta de manera súbita y turbulenta, sacándonos de nosotros mismos.

Lo mismo sucede con otra emoción como es la alegría, a tal punto que cuando estas emociones son particularmente intensas decimos que la persona está fuera de sí misma por un enojo, o loca de alegría.

Empujados por las emociones, actuamos impulsivamente; las emociones nunca son “cultivadas” por nosotros.

Resulta entonces evidente, que las emociones nos afectan haciéndonos perder el dominio sobre nuestro propio ser, nos hacen perder el poder de reflexión y, por lo tanto nos ciegan.

Merced a estas características, en especial al hecho que no son deseadas ni buscadas y son de breve duración, la respuesta puramente emocional al sufrimiento que se da en el periodo inicial, sólo entonces tiene valor como descarga ante una gran crisis.

Por lo tanto, pretender basar la tarea de un grupo de ayuda mutua, en el análisis y “elaboración” de fenómenos transitorios y tan incontrolables como son las emociones, representa no sólo una pérdida de energía, de por sí tan escasa en esos momentos, sino también una pérdida de tiempo para todo el grupo.

Creemos que es suficiente con saber que, así como las emociones son de intensas, así también lo son de breves y desaparecen oportunamente.

Si en un grupo de ayuda mutua, permanecemos en el análisis y elaboración de la causa del sufrimiento y de los síntomas y emociones por él provocadas, el análisis de la propia existencia es imposible.

Si, por el contrario, nos reunimos para ver qué podemos hacer con lo que nos pasa, entramos de lleno en el plano del análisis de la propia existencia y nos vemos obligados a trabajar con los fenómenos humanos, en lugar de trabajar con categorías tales como antes y después o síntomas, trabajaremos con las dimensiones de lo mejor y lo peor, entonces se hace patente que el sufrimiento no es una enfermedad sino una condición existencial del ser humano al que se le abren perspectivas enteramente nuevas.

(Del Mensaje de Renacer, sobre emociones, pasiones y sentimientos: En “La Ayuda Mutua como factor de renovación cultural, moral y social” y en “Podemos convertir en triunfo una tragedia”)

jueves, 17 de marzo de 2011

La misión es llevar esperanza

Para las reuniones de Renacer, no hay realmente una fórmula, nosotros siempre pensamos que en las reuniones deben mantenerse en no hacer catarsis, no alentar la catarsis, alentar sí el pensamiento positivo y amoroso de los papás que van ingresando y hacerles ver que todavía en su vidas hay un horizonte pleno de posibilidades para que ellos elijan, como vivir su vida y que cada uno tiene que hacer su mejor esfuerzo y que la responsabilidad de cómo vivimos nuestra vida es nuestra siempre, desde el primer día.

Una vez que eso queda claro, el papá sabe que no hay una fórmula mágica alguna, que el esfuerzo es personal, si se da cuenta y ve la actitud y semblante de tantos papás que están con un rostro de paz, de que todo está bien a pesar de lo que me ha pasado, entonces se puede dar cuenta que “si ellos pudieron yo también puedo”, pero no todo el mundo está dispuesto al desafío.

Nosotros pensamos que lo mejor que puede ofrecerse para una recuperación integral de los papás y de su grupo familiar es Renacer, es el estar con un par, estar con el otro igual que yo, aclarando que no nos reunimos para llorar, si bien las lágrimas pueden ser parte de la reunión; sino que me reúno para encontrarle un sentido a esto que me pasó, a mi sufrimiento, para poder encaminarme nuevamente en la vida y vivir una vida plena de sentido y no simplemente sobrevivir.

Para nosotros y para tantos papás de los grupos, la misión es llevar esperanza a esas personas que hoy les toca transitar este camino tan duro.

(Del Mensaje de Renacer, sobre catarsis: En Renacer San José, Uruguay, Conferencia de Prensa)

miércoles, 16 de marzo de 2011

II – Sobre catarsis

La pura catarsis, con su implícito egocentrismo, es radicalmente opuesto al concepto de Ayuda Mutua

Si bien en un primer momento consideramos que una primera instancia debía ser la de catarsis, pronto nos dimos cuenta que este volver atrás sobre los hechos dolorosos y la exploración de emociones tan encontradas y negativas, propias de los primeros tiempos después de la partida del hijo, nos mantenía en un nivel emocional desde donde se hacía muy difícil vislumbrar un proyecto de vida, y lo que es más aún, se hacía difícil no caer en la postura de sólo verse a sí mismo, consecuencia lógica de este tipo de procesos.

Los padres que se acercan a Renacer, lo hacen no sólo porque han perdido un hijo, sino que habiéndolo perdido no quieren seguir viviendo como lo están haciendo y la mayoría de ellos han hecho catarsis, quizá durante el velorio del hijo, los días posteriores con amigos, o familiares.

Hay un aspecto que es necesario aclarar con respecto a la catarsis, y es que lo correcto es decir que no la fomentamos, no que no la permitimos.

Los moderadores de un grupo no deberían fomentar las manifestaciones emocionales de los seres sufrientes, más bien deberían orientar a esas personas a la búsqueda del sentido inherente en cada situación, no importa cuán difícil o dolorosa sea.

Debemos saber que una simple pregunta hecha para iniciar una reunión puede desmoronarla por completo hasta convertirla en lo que llamamos “un lloratorio”, por ejemplo, cuando poco después de un día de la madre o del padre un moderador inicia una reunión preguntando ¿cómo te sientes hoy? esta pregunta con frecuencia obtiene un lamento como respuesta, con un marcado efecto dominó concomitante, a menos que el moderador haya elegido una persona que esté muy bien para responder en un tono optimista.

Esta última eventualidad muy difícilmente ocurra cuando los grupos recién inician su tarea.

El marcado tono de lamento que impera en algunos grupos es una de las principales razones para el abandono por parte de los integrantes.

Por eso decimos que la pura catarsis, con su implícito egocentrismo, equivale a lo radicalmente opuesto al concepto de Ayuda Mutua, que es uno de los problemas que se presenta para la disolución del grupo, pues luego que todos los testimonios se conocen tan bien, no queda ya nada por decir.

(Del Mensaje de Renacer, sobre catarsis: En “Niveles por los cuales pueden transitar los integrantes de un grupo”)

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No ha sido sencillo trasmitir este mensaje

Este mensaje fue muy difícil de transmitir al principio.

Nuestra cultura indicaba que lo acostumbrado era trabajar con las emociones y sentimientos y así, cuando nos encontrábamos con padres cuyos hijos habían sido víctimas de hechos violentos y les decíamos que Renacer era un mensaje de amor y que, en nombre de nuestros hijos sólo tenía sentido devolver una obra de amor a la vida, esos mismos padres nos miraban con desconfianza y en ocasiones hasta con desagrado, y nos hablaban, una y mil veces, sobre sus emociones y sentimientos.

A pesar de todas estas dificultades iniciales, continuamos mostrando a Renacer como un mensaje de amor y sosteníamos que, para ver y mostrar a otros padres a Renacer como una obra de amor, no era necesario hacer catarsis en las reuniones.

Decíamos, por entonces, que se podía ver a Renacer de varias maneras, entre ellas como un lugar a donde íbamos a que alguien pusiera un brazo en nuestros hombros y nos dijera “pobre, yo se lo que se siente, yo pasé por lo mismo” y eso era importante, pero no alcanzaba..., también, les decíamos, pueden ver a Renacer como un lugar donde van a dar algo de ustedes en memoria y en homenaje a ese hijo que partió; luego preguntábamos a los padres como preferían ver a Renacer y la inmensa mayoría respondía que les agradaba más verlo como un lugar a donde iban a dar algo de ellos en homenaje a sus hijos.

Ahora venia la pregunta obligada: “¿Qué van a dar en homenaje a ese hijo? ¿Llanto, dolor, desesperación, bronca, odio, deseo de venganza? ¿O preferían dar amor, ese mismo amor que sentían por sus hijos?

Así se hizo patente que, para dar amor, para devolver ese amor a la vida, no era necesario analizar nuestras emociones, no era necesario hacer catarsis.

(Del Mensaje de Renacer, sobre catarsis: En comunicado del 21 de diciembre de 2001)

Tenemos la oportunidad de transformarnos

Nosotros hablamos, fíjense, de una transformación interior, decimos que a través del dolor tenemos la oportunidad de transformarnos; ¿por qué me voy a transformar? ¿Por qué tengo la oportunidad de transformarme? ¿Por qué debo hacerlo?

Porque cuando lo trágico nos acontece, despierta una conmoción existencial, que significa que toda nuestra existencia está siendo conmocionada de raíz.

Nos miramos al espejo y no nos reconocemos, estamos en un mano a mano con la conciencia, sabemos lo que hicimos bien y lo que hicimos mal.

Es como si estuviéramos de rodillas frente a la vida diciendo: “solo sé que no sé nada”, “yo creía que la vida era una cosa, pero resulta que la vida es otra cosa”.

Los hijos que no están, despiertan en nosotros ese amor incondicional, aquel que no tiene ni reclamos ni expectativas, que no necesita siquiera de la presencia física del ser querido para amar, para expandirse, pues pese a no tenerlo físicamente igual los seguimos amando.

Y frente al amor incondicional, sabemos que esta vida es vista, por primera vez, con los ojos del espíritu, los ojos al desnudo, mi yo frente a mi existencia, desnudo frente a mi existencia.

Por eso tengo la posibilidad desde allí, desde esa posición de rodillas frente a la vida, levantarme porque elijo hacerlo y porque elijo, por sobre el dolor, elijo el amor.

El amor por nuestros hijos debe ser el que, lentamente, vaya ganando terreno al dolor, por eso hablamos de que el dolor va cediendo, pero será en la medida en que, como siempre decimos, debemos ejercer la autorrenuncia, cuando entramos a un grupo como Renacer que nos muestra ese camino.

¿Por qué la autorrenuncia?

Significa un gran desafío, renunciar a muchas cosas, pero significa renunciar, por sobre todo, a mis emociones que son encontradas, violentas, opuestas, renuncio al dolor desesperado, pero para que haya un acto de renuncia, uno sólo puede renunciar a algo por algo más elevado, algo que de por sí, contenga un sentido a esa renuncia y esto es el amor por los hijos, por los hijos que no están, por los hijos que están que nos reclaman, por la vida y por nosotros mismos.

Tenemos que recuperar el sentido de la autovalía; hay un momento en que pensamos que no servimos para nada, el dolor es tan grande que creemos que ya no servimos para nada, no hemos podido llevar a buen puerto a nuestros hijos, nos parece que, de alguna manera, hemos fallado.

En lugar de debatirnos en todas esas emociones y sentimientos que realmente son totalmente pasajeros y contingentes, renunciamos por algo más elevado: por el amor a los hijos.

(Del Mensaje de Renacer, sobre el poder de transformación: En Montevideo febrero de 2001)

La vida nos da una segunda oportunidad

Son pocas las veces en que la vida nos da segundas oportunidades.

La vida nos da segundas oportunidades cuando estamos cerca de la muerte y nos salvamos, pero también nos la da cuando perdemos un hijo y decidimos vivir, pues si yo me muero con mi hijo, el mensaje que le estoy dando a la vida, es que mi hijo va a terminar siendo mi verdugo y ese es un mensaje que nadie quiere dar.

Entonces, viendo las cosas desde este punto de vista, nos damos cuenta que cuando perdemos un hijo, hablar en términos de duelo, hablar en términos de elaboración de emociones y elaboración de sentimientos, son palabras muy pequeñas para lo que nosotros podemos alcanzar, son logros que si uno mira bien, son subterráneos, pero tienen su lugar y su lugar es a ras del suelo, no es un lugar elevado.

Por supuesto que algunas personas, algunos papás querrán hacer esto y no hay nada malo en que lo hagan, que hagan un duelo y que trabajen elaborando el duelo y priorizando sus emociones y sentimientos, la tragedia, sería que el grupo Renacer no pudiese mostrarle a esos papás que hay algo que trasciende a todo eso, que hay algo que cualitativamente es superior a todo eso.

El hecho de rechazar COMO MODELO DE TRABAJO en los grupos Renacer, la elaboración del duelo, no significa negar su existencia.

Lo que se advierte, es que a partir de una mera elaboración de un duelo, que es un proceso absolutamente individual, egocéntrico y despojado de toda trascendencia hacia otro ser humano, puedan surgir seres más compasivos y solidarios con el dolor ajeno, capaces de elegir libremente la manera de sufrir dignamente, abiertos al mundo en que se insertan, junto a otros padres con quienes comparten dicho mundo y hacer honor al concepto contenido en la frase: “Busqué Dos y no lo encontré; busqué a mí mismo y no me encontré; busqué al prójimo y encontré a los tres”.



(Del Mensaje de Renacer, sobre el poder de transformación: En Huerta Grande 2008 y en “Renacer según la filosofía de Heidegger”)

martes, 1 de marzo de 2011

Estamos frente al máximo grado de responsabilidad de la vida

Como el prisionero, para el padre que pierde un hijo, el tiempo parece ilimitado y eterno. Frankl lo llama "la extraña experiencia del tiempo", un día puede antojársenos eterno, mientras que una semana puede pasar inadvertidamente en su totalidad. Cada día debe ser vivido con todos sus minutos, con los recuerdos diarios y las rutinas sin la presencia del ser amado. Con nuestro hijo muerto sentimos, como lo expresa Frankl que "todo lo que poseemos es nuestra existencia al desnudo".

Nos muestra con toda su crudeza y por primera vez, la transitoriedad de la vida. Enfrenta a los padres con su propia finitud. Como el prisionero, ve ahora la existencia como provisional y de duración desconocida. No sabe cuánto tiempo se sentirá de esta manera, no sabe cuánto tiempo podrá vivir de esta manera.

Frankl nos dice que "el hombre que no puede ver el fin de su existencia provisional es incapaz de plantearse una meta en su vida. Cesa de vivir para el futuro". En nuestro caso la vida misma no puede ser concebida sin ese hijo, esa posibilidad nunca fue siquiera considerada. Por lo tanto debemos encontrarle un nuevo sentido a nuestra existencia.

Hemos perdido aún nuestra identidad, ya no sabemos cuáles son nuestras creencias, y nos cuesta reconocer nuestra propia imagen en el espejo.

Muchos puntos en común con el análisis existencial de Frankl se nos hicieron evidentes, particularmente el hecho que pone el acento en la vida desde este momento en adelante, preocupándose no por los “de donde” y los “por qué” sino por los “para qué” y “hacia donde”, trabajando con los aspectos más fuertes de nosotros mismos, haciéndonos ver que no somos víctimas indefensas del destino, aprendiendo que esa lucha con el destino no es tan desigual como parece.

El destino nos interroga, quizá para algunos las preguntas pueden ser más complejas, el suicidio de un hijo, la pérdida del hijo único, la pérdida de todos los hijos, pero a todos nos da igual oportunidad de responder. Si esta respuesta se canaliza a través de los valores de actitud lo haremos de la manera más digna y elevada que el hombre puede elegir. Pues estos valores que emanan del hombre mismo, no están dirigidos a él sino a la vida misma, a Dios, y representan el máximo grado de responsabilidad individual ante la vida.

Los valores de actitud son la respuesta existencial del hombre frente a situaciones que no pueden ser cambiadas, en las que sólo queda la actitud a tomar, viviendo nuestra vida tratando sólo de comprenderla tal como es y vivirla con coraje, no escapándose de ella, no ocultándose de ella, enfrentándola con valentía.

(Del Mensaje de Renacer, su fundamento filosófico: En “La muerte de un hijo. Resolución a través de la Ayuda Mutua” y en “La pregunta sobre el sentido de la vida” Revista Mexicana de Logoterapia 2002)

El lenguaje del hombre que lucha por encontrar sentido a los interrogantes de la vida

Nuestro trabajo en Renacer está profundamente influenciado por la obra de Víctor Frankl; en su obra hemos encontrado los fundamentos antropológicos y filosóficos necesarios para llevar adelante esta tarea.

Nuestra introducción a Frankl vino un año después que habíamos comenzado a trabajar con los grupos; inicialmente trabajábamos de una manera intuitiva, con el concepto de que en medio de tanta adversidad, nosotros debíamos no solo sobrevivir, sino llevar nuestro sufrimiento con dignidad, "caminar con la frente alta", decíamos. Estábamos siendo, sin advertirlo, testigos del despertar "del poder indomable del espíritu", llegándose muy profundo dentro de la dimensión de la libertad humana no sujeta a leyes deterministas.

Un año después un "regalo de Dios" vino a nuestras manos en forma de un pequeño libro: "El hombre en Busca de Sentido" de Víctor Frankl.

Al leerlo experimentamos el fenómeno del ¡ahá!, ¡aquí está!

Como ya hemos señalado, Frankl entiende al hombre como un ser consciente y responsable, viviendo en la tensión entre el ser y el deber ser y guiado por la permanente búsqueda de sentido a las preguntas que la vida le plantea, su sistema presenta la particularidad de ser aplicable tanto como modelo terapéutico, por el hombre enfermo, como por el hombre no enfermo, que busca respuestas a sus interrogantes existenciales, es, precisamente, es en este último sentido que nosotros hemos aplicado la filosofía frankliana.

El mismo Frankl ha dicho en sus obras que la Logoterapia no es sino el lenguaje del hombre común y corriente que lucha por encontrar sentido a los interrogantes de la vida, traducido al lenguaje de la ciencia.

El modelo frankliano nos facilitó el lenguaje y los conceptos para definir y transmitir lo que ya experimentábamos, lo que percibimos en nuestro propio despertar a una nueva manera de vivir, lo que sentimos en esa nueva dimensión de nuestro ser al luchar con dignidad, al ser capaces de enfrentarnos y oponernos a esa parte nuestra que quiere morir con nuestros hijos.

Para describir este proceso de transformación interior a otros padres que están por comenzar este trágico y a la vez maravilloso camino, para esto nos sirve la Logoterapia.

Pero, si bien ha sido la obra de Frankl, la que nos dio los fundamentos teóricos, fue su vida la que nos dio un mensaje invalorable y nos sirvió de ejemplo: prisionero en cuatro campos de concentración nazi durante la segunda guerra mundial donde perdió a su esposa y un hijo por nacer, su madre, su padre y un hermano y, aun así, pudo decir “A pesar de todo sí a la vida”.

(Del Mensaje de Renacer sobre, su fundamento filosófico: En Revista Mexicana de Logoterapia 2002

Un aporte hacia los próximos 50 ó 100 años de Renacer

Hubo una frase de la Dra. Kübler Ross que nos llamó mucho la atención, esa frase dice: “Por más absurdo que pueda parecer, el hecho de perder un hijo, podía provocar en los padres un verdadero despertar espiritual.”

A partir de ahí, empezamos a buscar, empezamos a leer para encontrar una definición adecuada de lo que es la espiritualidad que sirviese a Renacer y la encontramos cuando llegó a nuestras manos un libro de un filósofo francés llamado Michel Foucault.

Foucault llama espiritualidad a la búsqueda, a la práctica o las experiencias, mediante las cuales el sujeto efectúa en sí mismo las transformaciones necesarias para tener acceso a la verdad; para. él espiritualidad es el conjunto de esa búsqueda y agrega que sin una transformación, la persona no puede acceder a la espiritualidad y con ello a la verdad.

Explica que esas prácticas o métodos consisten, entre otros, en el ascetismo, en la meditación profunda y en los cambios existenciales; esto último, los cambios existenciales, es lo que nos atañe a nosotros porque nuestra existencia cambió en el mismo momento que murió un hijo.

Como sostiene Foucault, los cambios existenciales son la puerta de acceso a la espiritualidad; en otras palabras, a través de un cambio existencial el hombre, si lo desea, si es corajudo, si continúa en este viaje, puede tener acceso a la dimensión espiritual, cuyo resultado será estar en la verdad.

Concordantemente, Víctor Frankl dice: “El sufrimiento posee no sólo dignidad ética sino también relevancia metafísica: hace al hombre lúcido y al mundo transparente”, y estar en la verdad significa estar lúcido, estar despierto, estar consciente y ver al mundo como realmente es, sin ningún velo que lo cubra.

Foucault va más allá y dice que a través de las conmociones existenciales, en las que una persona resulta verse bruscamente de cara a la verdad, tiene, como contrapartida, la paz interior y el cese de todas las turbulencias de las emociones.

En esencia, la muerte de un hijo que es una situación límite, al producir un cambio existencial, abre una puerta de acceso a la espiritualidad y como consecuencia se puede llegar a la verdad y la verdad tiene una contrapartida que es la paz interior.

Cuando tratamos de definir a la espiritualidad entramos en terrenos complejos en los que a la intuición le faltan las palabras para definirla.

Las lenguas occidentales poseen términos muy deficientes para definirla; por esa razón hemos acudido a conceptos del Dalai Lama que nos da una definición de espiritualidad que transcribimos porque nos parece adecuada para todas las creencias, sean o no religiosas:

"La espiritualidad me parece algo relacionado con las cualidades del espíritu humano, como son el amor y la compasión, la paciencia, la tolerancia, el perdón, la contención, el sentido de la responsabilidad, el sentido de la armonía, etc., que aportan la felicidad tanto a uno mismo como a los demás. Así como el ritual y la oración, junto con las cuestiones del nirvana y la salvación, están directamente relacionadas con la fe religiosa, estas cualidades internas, las espirituales, no tienen por qué estarlo. Por lo tanto, no existe razón alguna por la cual no deba el individuo desarrollarlas, incluso hasta su grado máximo, sin recurrir a ningún sistema de creencias religiosas o metafísicas. Por eso digo algunas veces que la religión es algo sin lo cual nos podríamos pasar. En cambio, de ninguna manera podemos prescindir de esas cualidades espirituales básicas."

Prestemos atención aquí a aquello que es de capital importancia; Foucault dice en palabras claras lo que muchos de nosotros hemos experimentado, que las modificaciones de la existencia son puerta de acceso a la espiritualidad, que aquellos a quienes se les cambia la existencia radicalmente, se les otorga como premio el de acceder a la verdad y por ende a la libertad.

Interróguense ahora, a ustedes mismos, si no es correcto decir que después de perder un hijo ya no podemos seguir siendo la mismas personas que antes, como hemos sostenido desde la primera reunión de Renacer, el 5 de Diciembre de 1988, que es imposible volver a ser la misma persona, siendo “la misma persona menos un hijo”, que es imposible porque en nuestras vidas se ha producido un cambio radical.

Esta manera de acceder a la verdad, nos coloca en el pensamiento filosófico y no en el psicológico, otra de las razones por las que es incorrecto fundamentar la tarea del grupo en el análisis de las emociones y sentimientos.

Entonces, para que se dé la espiritualidad en una persona es preciso que el sujeto se modifique, se transforme, se convierta, en cierta medida, en distinto de sí mismo, pues la verdad sólo es dada al sujeto a un precio que pone en juego el ser mismo de éste, o sea que no puede haber verdad sin una transformación del sujeto.

Foucault, cita lo que él llama efecto "de contragolpe" de la verdad sobre el sujeto, y aquí tenemos algo sumamente importante para nosotros los que permanecemos en grupos de Ayuda Mutua, insistiendo en que la verdad no es simplemente lo que se da al sujeto para recompensarlo; la verdad es lo que ilumina al sujeto, lo que le da la bienaventuranza, lo que le da la tranquilidad del alma.

Si nosotros no somos capaces de ver a Renacer con estos ojos, jamás seremos capaces de comprender la razón por la que muchos integrantes permanecen por años en un grupo, precisamente, porque han accedido a la verdad y con ella a la liberación y la paz del alma.

Renacer es un lugar donde vamos a dar lo mejor de nosotros en nombre de todos los hijos que, con su partida, han contribuido a despertar espiritualmente a tantos padres a ser seres solidarios y compasivos, receptivos al dolor de los que sufren.

El padre que a través del dolor descubre, asombrado, su dimensión espiritual, y a través de ella su capacidad de trascender y renunciar a su sufrimiento, lo hará a través de lo que escucha en Renacer y de su propio camino intuitivo, alimentado por el amor que encuentra en el recibimiento y en las reuniones en sí, y no lo hará porque lo leyó en los objetivos, menos aún si se hace con la visión reduccionista y psicologista de quienes niegan en el ser humano su dimensión espiritual.

Así también decimos que la paz y la serenidad no son objetivos en sí mismos, sino el resultado de una tarea bien hecha al trascendernos para acercarnos al otro ayudándolo a recuperar su esperanza, nace en nosotros una paz interior profunda y perdurable.

El Mensaje de Renacer lo que hace, realmente, es despertar la fuerza indómita del espíritu de cada papá cuando entra a Renacer.

El Mensaje de Renacer, asentado en los valores espirituales, los valores más humanos del hombre, sostiene que de una experiencia tan dolorosa pueden surgir seres más fuertes, más solidarios y compasivos, capaces de vivir una vida plena de sentido, afirmándose de esta manera como una escuela de vida.

En la dimensión espiritual es donde se generan los fenómenos más humanos del hombre: el amor, la libertad y la responsabilidad, que son los que nos permiten darnos cuenta de un hecho capital para enfrentar nuestro destino: una cosa es lo que nos ha pasado y otra cosa, y muy distinta, es lo que cada uno de nosotros decide hacer con aquello que nos ha sucedido.”

Es necesario trabajar con una nueva realidad, una realidad que ha estado oculta, pero que comienza a dejarse ver a través de este camino de espiritualidad al que la muerte de un hijo nos abre las puertas, toda otra visión, todo otro proyecto, enfrentado a éste queda disminuido.


Alicia Schneider Berti- Gustavo Berti

Renacer es un grupo ecuménico que apela a la responsabilidad como valor neutro

Es menester aclarar, y eso lo tienen que saber todos, todos lo tienen que saber; Renacer es un grupo ecuménico, es decir, que no nos identificamos con ninguna religión aceptamos a todos los papás que tengan la religión que tengan y aún aquellos que no la tienen y no practican ninguna fe, es más, algunos vienen peleados con Dios y otros jamás necesitaron de una religión y a veces esos papás no se sienten tan comprendidos porque se encuentran con que la mayoría de los papás de los grupos son practicantes y hablan del reencuentro con los hijos y ellos sienten que, en realidad, no se van a reencontrar con los hijos.

Bueno, a ellos también los tenemos que aceptar. Y no tenemos que tratar de convencer al papá de que crea que se va a encontrar con su hijo, yo digo lo que yo siento y bueno, yo creo que me voy a encontrar con mi hijo, pero si ese papá o esa mamá no piensa lo mismo, yo debo respetar esa manera de pensar y ese papá y esa mamá tiene que saber que, justamente, si ellos piensan que esto es todo lo que hay, pues entonces, tengo que dedicarme a vivir en plenitud esta vida que tengo acá y con más razón, ser el guardián del mensaje en nombre de mi hijo.

Si un papá quiere hablar de religión lo escuchamos pero no hacemos debate sobre la religión, no le decimos a un papá que debe ser creyente para salir adelante, respetamos sus creencias, apelando a la responsabilidad de las personas.

Una de las cosas más hermosas y poderosas del mensaje de Renacer, tomado de Víctor Frankl, es la apelación a la responsabilidad, que es una apelación a un valor neutro.

(Del Mensaje de Renacer, sobre fundamento filosófico: En Revista Mexicana de Logoterapia 2002 y en Huerta Grande 2008)

miércoles, 16 de febrero de 2011

Un deseo, consciente o no, de logar una transformación Un camino a la espiritualidad


Hemos visto que la mayoría de los padres dolientes que se acercan a Renacer lo hacen porque no les gusta la forma en que están viviendo sus vidas.

Podemos decir que toda persona que ingresa a un agrupo de ayuda mutua lo hace porque está atravesando una circunstancia de su vida muy difícil para ser trascendida individualmente, y si bien es verdad que los padres inicialmente identifican "trascendencia" con "dejar atrás el dolor", pronto se dan cuenta que, fundamentalmente, significa elevarse por encima de sí mismos para dirigir su esfuerzo y amor hacia otros.

Esto implica un deseo, consciente o no, de lograr una transformación interior, de ser, de alguna manera, diferentes y por sobre todo, mejores personas de lo que fueron alguna vez.

Desde ese momento, el grupo se vuelve una entidad capaz de facilitar su crecimiento interior.

En muchos grupos esto es descrito como un camino a la espiritualidad.

Los padres en los grupos son testimonio viviente de que hay una dimensión en el ser humano que lo ayuda a trascenderse a sí mismo hacia metas más allá de sí, hacia un sentido que está más allá de sus necesidades personales, es la dimensión espiritual.

Es la libertad individual lo que le da propósito y sentido a la vida, y nosotros sabemos que esto es lo menos que les debemos a nuestros hijos y a nosotros mismos.

Renacer es un grupo de crecimiento interior y transformación y como tal de potencial ilimitado.

Confrontado el hombre con una verdadera conmoción existencial, como es la pérdida de uno o más hijos, tarde o temprano se enfrasca en un diálogo mano a mano con su conciencia; allí surge, sin cuestionamiento o racionalización alguna, todo aquello que debe ser cambiado.

Pero todo cambio asusta y más un cambio existencial; allí es donde el grupo acompaña a cada uno de sus integrantes a dar ese gran salto, le apoya y fortalece, le da las herramientas para ese cambio que, después de todo, sólo puede hacerse en la más absoluta soledad existencial.

(Del Mensaje de Renacer, su fundamento filosófico: En “La pregunta sobre el sentido de la vida”)

sábado, 5 de febrero de 2011

Grupos Renacer

Ayuda mutua para padres que enfrentan la muerte de hijos.

BOLETIN ELECTRONICO Año.XI, Nro.130 , marzo de 2011




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En este Número:

1) Escuchar al corazón y pensar con él
2) Meditación 23 – Anthony de Mello
3) Mati – Beatriz Delpero
4) Equilibrio interior – Bernabé Tierno
5) Si a la vida – Vesika Cravioto
6) El tiempo El dolor La muerte - Krishnamurti

Contenido


Escuchar al corazón y pensar con él

Hacia una nueva forma de vida

Qué difícil se hace para los padres a quienes se nos han muerto hijos, lograr paz y serenidad .Poder procesar la pérdida de modo que la misma se positivice, no nos ahogue, y nos sirva como experiencia de vida, como enseñanza. Es toda una meta esta búsqueda, pero es lenta, tortuosa, y en el camino se encuentran muchos obstáculos. Quizás porque nos ceñimos a los procesos mentales, racionales, o porque pretendemos encontrar, desde la razón pura, desde la mente, una explicación, una respuesta, sobre el sentido, el motivo, o el significado de la pérdida. Desde nuestra experiencia, nos ha resultado útil intentar explorar otros caminos, y por ello acercamos estas breves reflexiones de trabajo al Grupo, para su análisis y discusión.

(Daniel y Gabriela Vítolo)

EL PENSAMIENTO DEL CORAZÓN

La muerte de nuestro hijo nos enfrenta con el gran dilema de la vida en general, y de la nuestra en particular. Luego del impacto inicial, del shock, donde nada tiene sentido y todo parece absurdo, no sabemos quienes somos, indefectiblemente se nos presenta el período de elaboración del duelo y de la pérdida.

Y allí vienen las preguntas, el dilema, la angustia de no poder saber buscar, y de tampoco entender detrás de qué respuesta, ni tampoco de qué pregunta vamos.

Buscamos las respuestas para el misterio de nuestro hijo; las que respondan el misterio de su vida y de su muerte. Y, en definitiva, también buscamos respuestas que iluminen la noche de nuestra propia muerte.

Es que la angustia es tanta; la sensación de desprotección, de soledad, de dolor, son tan patéticas, que se presenta en nosotros, que se presenta en nosotros una profunda sed y necesidad de comprender, de entender, de encontrar significado a lo ocurrido.

Y allí nos ponemos a pensar. Afectamos todas nuestras neuronas, toda nuestra mente, todos nuestros conocimientos, a esta empresa enorme de “pensar”, en la búsqueda de “...entender”.

Sin embargo...no encontramos respuesta alguna.

Es que, con frecuencia, y desde la costumbre tan apegada a nosotros, de querer racionalizarlo todo, encaramos caminos que nos llevan a senderos sin destino ninguno, tratando de aprehenderlo todo con la razón. Llegar a la comprensión de lo que nos pasa desde y por la cabeza, por medio –exclusivamente de la inteligencia.

Nos olvidamos entonces de nuestro principal medio de pensamiento, que es el corazón. Y encontrarnos con esta novedad, con esta olvidada costumbre humana; y hacerla carne conlleva a una larga lucha nuestra; como la de todos los hombres.

Tenemos ya internalizado, pegado, como si fuera un acto meramente reflejo, el principio de que “tenemos la cabeza para pensar”; de que el proceso de pensamiento y entendimiento, pasa por la cabeza, por el cerebro, por eso que llamamos “mente”.

Sin embargo, parecería ser que no es esto lo que nos enseñan nuestra experiencia personal, nuestros principios religiosos, ni los maestros espirituales. Las Escrituras y la experiencia de quienes han accedido a obtener la paz y serenidad, parecen insinuar en forma directa una idea distinta.

En efecto; insiste el salmista en recordar que “Dios ha dado al hombre un corazón para pensar”; y nos recuerda el proverbio: “Por encima de todo guarda tu corazón, porque de él brotan todas las fuentes de la vida”.

Salomón pidió al Dios como única gracia “...un corazón que entienda...para discernir” , y le fue concedido “un corazón sabio e inteligente”, “...un corazón tan dilatado como la arena a la orilla del mar”.

Un corazón que puede ser también reflexivo, y que puede acceder a la comprensión, a la búsqueda de razones y de respuestas. La Virgen –señala la Escritura “...guardaba todas esas cosas y las meditaba en su corazón”.

Ezequiel habla de la necesidad de “un corazón nuevo”, los profetas recurren sistemáticamente a actitudes de “desgarrar el corazón”, y a la búsqueda de un “corazón puro”

Es decir que podemos llegar a estar muy lejos de la verdad, y de nuestra recuperación, si buscamos “pensar”, “entender”, “comprender” e –inclusive “cuestionarnos” desde la “mente”.

Como tantas veces se ha recordado, la distancia más grande del mundo es de 40 cm.; que es la distancia que separa la mente del corazón.

Y esa distancia se convierte, a veces, en un abismo insondable, en un precipicio insorteable, que impide y bloquea la comprensión; comprensión que, para los cuestionamientos existenciales del ser humano, no puede obtenerse desde la mente, sino desde una razón más profunda, que es la del corazón.

Si comprender es abarcar o rodear por completo una cosa, lo más objetivamente posible, esa comprensión sólo puede venir desde el corazón. Y en especial de un corazón puro; sin prejuicios emocionales, sin historia, sin heridas. Un corazón abierto y desgarrado, un corazón que deja ver su más pura esencia y conformación .

LAS RESPUESTAS DEL SILENCIO

“Cuando el hombre se detuvo a interrogarse no ya sobre un aspecto particular y accidental de su vida, sino sobre la existencia como tal, no sobre un significado parcial, sino su sentido global...como primer paso...calló. Comprendió que lo esencial se escucha callando, se escucha en la medida en que callamos las miles de preguntas con las que ahogamos la respuesta, la pregunta última y primera. Calló y buscó su lugar, un lugar más vasto, un valle más abierto que su desfiladero mental, más dilatado que su aparato conceptual, con menos laberintos que su oído carnal; buscó su corazón, su oído cordial.” (Hugo Mugica, “Kyrie Eleison, Un método de meditación cristiana”)

Ello tiene especial importancia en el tránsito por el dolor y el sufrimiento, lo que ha sido considerado muchas veces no sólo un gran misterio del hombre –misterio quizás mayor que el de la vida, sino también el fundamento íntimo de la existencia histórica del hombre.

Y la búsqueda de sentido y respuestas frente al dolor, generan –justamente este conflicto entre la mente y el corazón.

¿Dónde buscar la paz y la serenidad, que tanto necesitamos en este momento?

Si esperamos la respuesta desde fuera; si la pretendemos dada como receta o fórmula estamos perdidos. Nunca llegará. Y no llegará porque es imposible que alguien tenga receta para otro, o que existan fórmulas mágicas aplicables a cada una de las personas que sufren y, al mismo tiempo, a todas ellas. Sería el contrasentido de admitir que las personas no son individualmente únicas. Sería destruir el misterio propio del hombre; su identidad, su carácter común y diferenciado de existencia. Sería pretender ignorar el milagro mismo de la Creación.

Del mismo modo, si lo que buscamos es encontrarnos con nuestra propia esencia, mal podemos imaginar que la respuesta está fuera nuestro. Por el contrario, es dentro nuestro donde debemos buscar. Una respuesta surgida de nosotros, desde nuestra más profunda intimidad, para el problema y el cuestionamiento que nos conmueve.

Y allí las opciones son claras pues no hay más que dos fuentes a las cuales recurrir para un proceso de razonamiento: la mente y el corazón. Distinta naturaleza para cada una de ellas. Y distintos modos de funcionamiento. Una pugna entre dos sistemas, entre dos realidades, entre dos perspectivas.

La lucha que se presenta entre la mente y el corazón –si no se hace prevalecer en algún momento una sobre otra bloquea toda posibilidad de progreso en nuestro camino, ya que las razones de ambos difieren y mutuamente se anulan..

La mente y el corazón mantienen una relación dialéctica, en una suerte de conflicto de poderes. Hay que descartar que mantengan por siempre una relación amigable, al igual que también podemos descartar que sus relaciones sean permanentemente hostiles. Muchas veces coinciden, y otras tantas discrepan, sin descartar que hasta se enfrenten.

Y ello ocurre, según nos parece, frente alas dos grandes pasiones del hombre: el amor y el dolor.

En el estado actual de nuestro proceso de duelo, y del tránsito del dolor –hecho carne en “sufrimiento”, es donde el conflicto aparece patente. La mente y el corazón están enfrentados. Y allí viene el dilema: tenemos que elegir, o al menos, privilegiar.

La razón dela mente nos muestra objetivamente –salvo un bloqueo cosas que no queremos aceptar; pero que son realidades. Que nuestro hijo ha muerto; que ya no lo volveremos a ver; y que la vida sigue su curso. Una cruda realidad tan impactante como fría. El pasado , el presente y el futuro. ¿Por qué?. No lo sabemos. Pero es así.

Es decir, que lo que la mente nos brinda son sólo datos – reales por cierto aunque no nos gusten, pero no respuestas. Y si en ella buscamos respuestas, difícilmente las encontraremos; menos aún las respuestas que buscamos, aquellas que puedan llevarnos a obtener paz y serenidad.

Y ello es así, también en la medida en que la mente no tiene procesos espontáneos de pensamiento, o mejor dicho de “razonamiento”, sino que requiere de nuestro esfuerzo, de que la alimentemos con preguntas y elementos para el proceso de razonamiento que lleve a la respuesta. Proceso de razonamiento que –por otra parte viene condicionado por todos los filtros culturales, formativos y conceptuales. Como lo llama Mugica: un “aparato conceptual”

Por el contrario el corazón es espontáneo. Sólo late, se hincha, se dilata, se contrae, se alegra, sufre, se brinda, se repliega, pero desde sí, y por sí solo. Pero, además,” piensa”

Y brinda razones propias, genera sentimientos distintos de los de la mente. Recuerda cuántas veces hemos dicho –desde nuestra adolescencia ese viejo latiguillo de que “...el corazón tiene razones que la razón no comprende”.

Si de elecciones se trata, entonces, parecería que lo “razonable” –aunque resulte paradójico es buscar al corazón para que sea quien lleve adelante nuestro “razonamiento “ en este proceso y en este tránsito.

Pero...¿cómo podremos escuchar al corazón si no callamos; si lo ahogamos a preguntas; si no lo dejamos que se tome su propio tiempo? ¿Cómo podremos entender su mensaje si no dejamos – por obra de la mente que el corazón se exprese a su manera?. Que razone como sólo él sabe?

Este es un camino de trabajo al cual te invitamos. A que juntos intentemos aprender a buscar y recibir una nueva forma de respuesta.

La que llega sola, la que brota de lo más íntimo.

La que brota de un proceso que desplaza la mente para dejar que el corazón hable y genere respuestas. Con su ritmo, con su latido, con su tiempo, con su forma. Enviando esos mensajes que trascienden cualquier cuestionamiento mental. Brindando sensaciones para nuestra vida; y llevándonos desde la intuición inicial, hasta el conocimiento profundo, final, de que aún tenemos –aunque de otra forma a nuestro hijo en nosotros; y su amor pleno.

Para ello debemos callar y dejar que el corazón hable.

Sólo así nos parece podremos hallar paz y serenidad desde el misterio de la vida y de la muerte de nuestro hijo. Y desde allí, en una proyección que nos lleve a una nueva forma integral de vida. Desde un corazón puro y sabio, reflexivo y profundo. Inquieto por los misterios del hombre, de la vida y de la muerte, del sufrimiento y de la paz. Desafiante pero comprensivo. Sereno y bondadoso. Sensible pero sólido.

Una nueva forma de vida y de pensamiento. Obra de nuestros hijos muertos, y presencia viva de ellos en nosotros. Desde su propio silencio; y desde ese silencio que permite que el corazón hable; y que nosotros lo escuchemos.

Intentémoslo. Aún es tiempo de cambiar para bien desde el dolor.

Contenido
Meditación 23 – Anthony de Mello



«Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar»

(Mt 14,23)

¿No se te ha ocurrido nunca pensar que sólo eres capaz de amar cuando estás solo? Pero ¿qué significa amar? Significa ver a una persona, una cosa, una situación, tal como realmente es, no tal como tú la imaginas, y reaccionar ante ella como merece. No puedes amar lo que ni siquiera ves.

¿Y qué es lo que te impide amar? Tus conceptos, tus categorías, tus prejuicios y proyecciones, tus necesidades y apegos, los «clichés» que tú mismo has elaborado a partir de tus propios condicionamientos y experiencias pasadas. Ver es la más ardua tarea que un ser humano puede emprender, porque requiere una mente alerta y disciplinada, mientras que la mayoría de la gente prefiere ceder a la pereza mental antes que tomarse la molestia de ver a cada persona y cada cosa de un modo siempre nuevo, con la novedad de cada momento.

Liberarte de tus condicionamientos para poder ver es bastante difícil. Pero el ver te exige algo aún más doloroso: liberarte del control que la sociedad ejerce sobre ti; un control cuyos tentáculos han penetrado hasta las raíces mismas de tu ser, hasta el punto de que liberarte de él es tanto como despedazarte.

Si quieres comprenderlo, piensa en un niño al que se le inocula el gusto por la droga. A medida que la droga penetra en su cuerpo, el niño se va haciendo adicto, y todo su ser demanda a gritos dicha droga. Llega un momento en que la falta de la droga le resulta tan insoportable que prefiere morir.

Pues bien, esto es exactamente lo que la sociedad hizo contigo cuando eras un niño. No te estaba permitido disfrutar del sólido y nutritivo alimento de la vida: el trabajo, la actividad y la compañía de las personas y los placeres de los sentidos y de la mente. Se te hizo tomar afición a unas drogas llamadas «aprobación», «aprecio», «éxito», «prestigio», «poder»... Una vez que les tomaste el gusto, te hiciste adicto a ellas y empezaste a temer la posibilidad de perderlas. Sentías terror con sólo pensar en los fallos, en los errores o en las críticas. De modo que te hiciste cobardemente dependiente de los demás y perdiste tu libertad. Ahora tienen otros el poder de hacerte feliz o desdichado. Y, por más que detestes el dolor que ello supone, te encuentras completamente desvalido. No hay un solo minuto en el que, consciente o inconscientemente, no trates de sintonizar con las reacciones de los demás, marchando al ritmo de sus exigencias. Cuando te ves ignorado o desaprobado, experimentas una soledad tan insoportable que acudes de nuevo a los demás mendigando el consuelo de su apoyo, su aliento y sus palabras de ánimo. Vivir con los demás en este estado conlleva una tensión interminable; pero vivir sin ellos acarrea el agudo dolor de la soledad. Has perdido tu capacidad de verlos con toda claridad tal como son y de reaccionar adecuadamente ante ellos, porque, en general, tu percepción de ellos está oscurecida por tu necesidad de conseguir la «droga».

La aterradora e ineludible consecuencia de todo ello es que te has vuelto incapaz de amar nada ni a nadie. Si deseas amar, has de aprender a ver de nuevo. Y si deseas ver, has de renunciar a tu «droga». Tienes que arrancar de tu ser esas raíces de la sociedad que se te han metido hasta los tuétanos. Tienes que liberarte de ellas. Externamente, todo seguirá como antes, y tú seguirás estando en el mundo, pero sin ser del mundo. E internamente serás al fin libre y estarás absolutamente solo. Es únicamente en esa soledad, en ese absoluto aislamiento, como desaparecerán la dependencia y el deseo y brotará la capacidad de amar, porque ya no verás a los demás como medios de satisfacer tu adicción.

Sólo quien lo ha intentado conoce el terror de semejante proceso. Es como si te invitaran a morir. Es como pedirle al pobre drogadicto que renuncie a la única felicidad que ha conocido y la sustituya por el sabor del pan, la fruta, el aire limpio de la mañana y el frescor del agua del torrente, mientras se esfuerza por hacer frente al síndrome de abstinencia y al vacío que experimenta en su interior una vez desaparecida la droga. Para su enfebrecida mente, nada que no sea la droga puede llenar ese vacío. ¿Puedes imaginar una vida en la que te niegues a disfrutar de una sola palabra de aprobación y de aprecio o a contar con el apoyo de un brazo amigo; una vida en la que no dependas emocionalmente de nadie, de manera que nadie tenga ya el poder de hacerte feliz o desdichado; una vida en la que no necesites a ninguna persona en particular, ni ser especial para nadie, ni considerar a nadie como propio? Hasta las aves del cielo tienen nidos, y los zorros guaridas, pero tú no tendrás dónde reposar tu cabeza a lo largo de tu travesía de la vida.

Si alguna vez llegas a ese estado, al fin sabrás lo que significa ver con una visión despejada y no enturbiada por el miedo o el deseo. Y sabrás también lo que significa amar. Pero para llegar a esa región del amor deberás soportar el trance de la muerte, porque amar a las personas supone haber muerto a la necesidad de las mismas y estar absolutamente solo.

¿Cómo se llega ahí? A base de un incesante proceso de concienciación... y con la infinita paciencia y compasión que deberías tener para con un drogadicto. También te ayudará el emprender actividades que puedas realizar con todo tu ser; actividades que de tal manera te guste realizar que, mientras te ocupas en ellas, no signifique nada para ti ni el éxito ni el reconocimiento ni la aprobación de los demás. E igualmente útil te será volver a la naturaleza: despide a las multitudes, sube al monte y comulga silenciosamente con los árboles y las flores, con los pájaros y los animales, con el cielo, las nubes y las estrellas. Entonces sabrás que tu corazón te ha llevado al vasto desierto de la soledad, donde no hay a tu lado absolutamente nadie. Al principio te parecerá insoportable, porque no estás acostumbrado a la soledad. Pero, si consigues superar los primeros momentos, no tardarás en comprobar cómo el desierto florece en amor. Tu corazón romperá a cantar, y será primavera para siempre.


Contenido
Mati – Beatriz Delpero

No quiero que tu seas
un doloroso recuerdo,
ni que te vaya borrando
con mano de olvido
el tiempo.

Quiero que tu seas
algo dulce como caramelo
que saborearé a solas
en apretado silencio.

Algo tierno, como un cuento
que mil veces he de contarlo
tu corta vida reviviendo.
Cuento de princesa rubia
que se hizo sol, que se hizo viento
se volvió flor, lluvia
pájaro y voló al cielo.

Quiero que tú seas
nuestro más dulce recuerdo.

Contenido
Equilibrio interior – Bernabé Tierno

La paz con uno mismo y con los demás es hermana gemela del equilibrio y si de verdad deseamos la paz necesariamente habremos de poner fin a las hostilidades luchas e inquietudes que fatigan el cuerpo y el espíritu. El equilibrio nos vendrá siempre del interior de la aceptación propia y de la aceptación de los demás. Por el contrario la intranquilidad y el desasosiego tienen como fuente primordial la batalla que todos libramos en nuestra propia mente al proponemos objetivos incompatibles en conflicto ya que hacemos depender nuestra paz interior nuestro equilibrio de que los demás cambien.

Es frecuente que achaquemos nuestros estados depresivos nuestro mal carácter nuestra desidia o nuestra desgracia a que familiares. amigos compañeros de trabajo vecinos o conocidos no respondan exactamente con su conducta a las expectativas concretas que teníamos sobre ellos ni persiguen el objetivo que nosotros les habíamos fijado. Perdemos los nervios nos desequilibramos y atormentamos porque los demás no amoldan su vida y su conducta a la nuestra y por eso les acusamos de ser la causa de nuestras desdichas y de que vivamos tan alterados.

Es absurdo hacer depender nuestro equilibrio nuestra felicidad nuestra paz interior del cambio de conducta que lleven a cabo otras personas en relación con nosotros sencillamente porque al proponemos como meta cambiar a otra persona le estamos otorgando el poder de decidir si disfrutaremos o no de paz y de felicidad. No existe una pretensión o una actitud más inmadura e infantil y sin embargo pocos adultos llegan a comprender en su vida que la paz la madurez mental y el equilibrio son siempre un proceso interiordinámico y privativo de cada individuo.

Es cada persona quien decide elige y crea su propio clima interior y exterior de equilibrio y de paz precisamente fomentando en su mente pensamientos de paz equilibradores de acogida y de amor.

Si no aceptamos a los demás como son con sus limitaciones y defectos damos entrada en nuestro corazón al desasosiego las lamentaciones y los sentimientos negativos y de destrucción- Es cada persona ella solita quien crea sus propios estados depresivos de frustración de venganza de confusión y de ira al plantearse objetivos en conflicto uno de los cuales quizá el más grave sea el hacer depender el propio equilibrio la paz mental de los cambios que realicen otras personas. Son nuestros pensamientos quienes deben cambiar para lograr el equilibrio.

¿Cómo puede encontrar cualquiera su propio equilibrio personal y mantenerlo?

Con la auto observación con la vigilancia interior Cada vez que te descubras a ti mismo culpando a otros de tus desgracias y problemas pretendiendo cambiarles para que se amolden a tus deseos y pretensiones estás alentando tu propio desequilibrio. Siempre que dentro de ti en tu mente o en tu corazón se produzca una reacción desequilibrada equilíbrala al instante recurriendo al amor la comprensión el perdón y la generosidad.

Contenido
Si a la vida – Vesika Cravioto

¿Cuantos años tienes? 20, 30, 40, 50 alguna vez dentro de los años que tienes has pensado o sentido que no necesitas a tus padres? Alguna vez has escuchado decir que bueno que soy huérfano(a), o conoces a algún niño que sufre cualquier tipo de dolor que no deje de llamar a su madre!! Lees los periódicos o ves la televisión nunca has visto la cara de los niños que están solos en el mundo, nunca has escuchado la frase ¡si estos niños hubieran tenido a su madre o a su padres la vida para ellos hubiera sido distinta! Alguna vez has pensado que seria de tus hijos si tu no estuvieras con ellos, crees que existan niños, jóvenes o adultos que sean felices porque no tuvieron padres!!!

Creo que no, creo que desde que nacemos hasta que morimos ¡¡siempre!!

Deseamos tener la presencia, el apoyo y/o el apapacho de nuestros padres, aún hasta de nuestros abuelos, entonces me pregunto ¿Por qué eres tan egoísta? ¡SI! Porque deseas morir dejando a tus hijos solos, te quieres morir para seguir al hijo o hija que ya no te necesita!!! Si porque aquel hijo que se nos fue, date cuenta ¡¡ellos!! Ya no nos necesitan!! Están en un plano diferente al nuestro, ellos están mejor que nosotros.

Si, la partida de nuestros hijos nos cambio la vida, si!!! Ahora sufrimos, nos duele, estamos desorientados, como bien dicen ¡¡me quisiera morir!! Pero!!!! Y tus demás hijos, velos? Escoge a cual de tus hijos le darías a la muerte a cambio de que te regrese al que se ha ido, ¿para que? ¡Para que no sufras!

Cuando mi hija murió y la estábamos velando levante la vista y pensé ¡Señor porque te la llevaste! y hagan de cuenta que me contesto!! Mira a todos los que están aquí, -di una vuelta completa con la vista y vi a toda la familia- y otra vez escuche esa voz dentro de mi que pregunto ¿a cual de todos ellos quieres que me lleve a cambio de Yeralda? ¡Me tengo que llevar a uno!, tu escoge a cual me das?... Y nunca pude contestar esa pregunta.

Yo te preguntaría ahora ¿a cual de tus hijos le das a la muerte para que no sufras? A ninguno verdad!! Por eso la vida, la muerte, el destino o lo que pueda ser, creo yo, nos lleva sin pedir permiso, nos quita la vida en el momento en el que no la esperamos, porque nunca podríamos darle a la muerte a ninguno de nuestros seres queridos, nos negamos a dejarlos ir aunque estén enfermos, aunque estén discapacitados, aunque estén viejitos, aunque nos hagan sufrir.

Entonces por favor no digas me quiero morir, cuando tienes a un esposo o a una esposa al que prometiste acompañar hasta que la muerte los separe, tienes aún a tus padres, de la edad que sea, quieres que ellos sufran lo que tu estas pasando, solo porque quieres dejar de sufrir ¡tu! ¿Entonces que los demás sufran? ¡Tu no!! Quieres dejar a tus hijos de la edad que sean ¡huérfanos! ¡Solos!, a la buena de Dios, sin un guía, sin un alguien que se parta en pedazos por sacarlos adelante, por cuidarlos de las adversidades de la vida, quieres que todos sufran ¡¡menos tu! por eso te quieres morir.

No hermano piensa en los seres que te necesitan, en tus hijos pequeños y grandes de igual forma te necesitan y les haces falta, cuantos hijos se pierden en los vicios, cuantos sufren por padres o madres postizos que nos los quieren por mas que ellos se esfuercen, cuantos hijos pasan hambre porque no hay una madre o un padre que les provea un hogar, un techo, un plato de comida, porque un padre o madre que se llame así, deja de comer por darle a sus hijos, deja de ser el o ella por ayudarlos.

No dudes ni un momento ¡le haces falta a tus seres queridos!, yo ya no tengo a mi hija desde hace dos años un mes y 5 días, y créanme que aún la extraño como el primer día, sin embargo todos los días doy gracias a la vida por un nuevo día, porque puedo ver por mis padres que me necesitan, porque tengo un hijo de 24 años que también me necesita y me necesita fuerte, feliz y dispuesta a apoyarlo, a aconsejarlo a brindarle todo lo que como madre puedo aportar a su vida, porque tengo un nieto de 4 años al que le prometí a mi hija que cuidaría de él, mi vida de algún modo quizá muy pequeñito aporta algo a los demás.

A mi hija la traigo en mi mente y en mi corazón las 24 horas del día, y es la que ahora me da la vida, me da el coraje, me cuida y me acompaña con una sonrisa en mi sentir, ella siempre demostró amor y felicidad hacia la vida, entonces con esa misma actitud enfrento mi día a día, vivo por ella, porque ahora me ayuda a tomar decisiones, cuida a su hermano cuando se va de fiesta, acompaña a mi nieto a la escuela y vela su sueño, ella mi Yery, ella ya no me necesita, mas necesito yo ahora de ella, por eso me atrevo a escribirles HERMANOS de RENACER ¿porque algunos quieren renunciar a la vida que se les esta dando? ¿Porque piensan en morir si dejan en la orfandad a los hijos que aún les viven?, luchen hasta con los dientes por salir adelante, por vencer la depresión, en nombre del hijo que ya no esta, háganlo en nombre de la gente que vive por ustedes, que nació de ustedes y por la familia que ustedes formaron y de la que forman parte, la vida es hermosa aún y aunque nos haya cambiado.

De todo corazón para aquellos que sienten que la vida ahora no tiene sentido, yo les digo cuesta mucho trabajo, esfuerzo y decisión pero si se puede, SI A LA VIDA A PESAR DE TODO.

Verónica mama de Yeralda.

Contenido
El tiempo El dolor La muerte - Krishnamurti



El hombre que no le tiene miedo a la vida, no teme sentirse completamente inseguro, pues comprende que internamente, psicológicamente no hay seguridad. Cuando no hay seguridad, hay un movimiento que nunca termina y entonces la vida y la muerte son iguales. El hombre que vive sin conflicto, que vive con belleza y amor, no teme a la muerte, porque amar es morir.

Si usted muere a todas las cosas que conoce, incluyendo su familia, sus recuerdos, todo lo que ha sentido, entonces la muerte es una purificación, un proceso rejuvenecedor; entonces de la muerte nace la inocencia. Y sólo el inocente es apasionado; no así la persona que cree, o que quiere descubrir lo que ocurre después de la muerte.


El texto completo en nuestra página Renacer en Internet.


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Que cosa extraña es el hombre,
nacer no pide,
vivir no sabe,
y morir no quiere'

Envía Jorge Anchordoqui

Hasta la próxima!!