miércoles, 16 de marzo de 2011

No ha sido sencillo trasmitir este mensaje

Este mensaje fue muy difícil de transmitir al principio.

Nuestra cultura indicaba que lo acostumbrado era trabajar con las emociones y sentimientos y así, cuando nos encontrábamos con padres cuyos hijos habían sido víctimas de hechos violentos y les decíamos que Renacer era un mensaje de amor y que, en nombre de nuestros hijos sólo tenía sentido devolver una obra de amor a la vida, esos mismos padres nos miraban con desconfianza y en ocasiones hasta con desagrado, y nos hablaban, una y mil veces, sobre sus emociones y sentimientos.

A pesar de todas estas dificultades iniciales, continuamos mostrando a Renacer como un mensaje de amor y sosteníamos que, para ver y mostrar a otros padres a Renacer como una obra de amor, no era necesario hacer catarsis en las reuniones.

Decíamos, por entonces, que se podía ver a Renacer de varias maneras, entre ellas como un lugar a donde íbamos a que alguien pusiera un brazo en nuestros hombros y nos dijera “pobre, yo se lo que se siente, yo pasé por lo mismo” y eso era importante, pero no alcanzaba..., también, les decíamos, pueden ver a Renacer como un lugar donde van a dar algo de ustedes en memoria y en homenaje a ese hijo que partió; luego preguntábamos a los padres como preferían ver a Renacer y la inmensa mayoría respondía que les agradaba más verlo como un lugar a donde iban a dar algo de ellos en homenaje a sus hijos.

Ahora venia la pregunta obligada: “¿Qué van a dar en homenaje a ese hijo? ¿Llanto, dolor, desesperación, bronca, odio, deseo de venganza? ¿O preferían dar amor, ese mismo amor que sentían por sus hijos?

Así se hizo patente que, para dar amor, para devolver ese amor a la vida, no era necesario analizar nuestras emociones, no era necesario hacer catarsis.

(Del Mensaje de Renacer, sobre catarsis: En comunicado del 21 de diciembre de 2001)

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