viernes, 28 de agosto de 2009

Vivir de una manera que incluya amorosamente a nuestros hijos

  “Hay una realidad en la que, muchas veces, poco pensamos y es que, por más que un hijo haya partido, así sea el único, esto no nos priva a nosotros de la condición de padres. Seguimos siendo padres pues los hijos son para toda la vida, estén o no estén con nosotros; ellos siguen siendo nuestros hijos y nosotros sus padres, por lo cual tenemos que pensar qué clase de padres queremos ser.

  Seguramente que lo habíamos pensado antes, cuando los hijos estaban al lado nuestro, nos habíamos hecho el propósito ser un padre digno para este hijo o hijos, un padre que muestre valores, que enseñe valores o ¿dejábamos que se criaran solos sin ningún ejemplo?

  ¿Ejemplo de qué les dimos a nuestros hijos cuando estaban vivos?

  Si entonces les dimos ejemplo de dignidad, ¿Por qué vamos a dejar de darlo ahora que no están? 

  Es importante darse cuenta que, en ese sentido, seguimos teniendo la misma obligación que teníamos cuando nuestros hijos estaban presentes físicamente.

  Hay que elevarse como dice Víctor Frankl, en “las alas indómitas del espíritu”, que significa hacer el esfuerzo de ponerse de pie, significa elevarse por encima de lo que nos está pasando, por amor a ese ser tan amado y a los que quedan.  

  Esto no significa que no se pueda estar triste, pues es natural estar triste, es natural llorar un poquito, extrañarlo, pero no esa desesperación, no ese desasosiego interior que uno no puede estar consigo mismo ni dentro de sí mismo, siendo un extranjero o una extranjera dentro del propio cuerpo; eso es lo que no puede ser.

  ¿Hay algo que podamos hacer por los hijos que no están físicamente con nosotros?

  A veces alguien puede pensar que ya no se puede hacer nada por él o ella.

  ¡Cómo que no se va a poder hacer nada! Se puede sí, porque una cosa es lo que nos pasó y otra muy diferente es lo que hacemos con esto que nos pasó.

  ¿Qué podemos hacer con esto que nos pasó?  

  Se puede renunciar al dolor desesperado, se puede renunciar a sentir esa pena prolongada, se puede hacer el esfuerzo de hacerlo pues ellos lo merecen, se merecen nuestro mejor esfuerzo, y cuando hablamos de dar el mejor esfuerzo es que tenemos que renunciar a nuestras lágrimas cuando las hemos puesto en el lugar del hijo para que ese hijo se sienta libre, libre del peso de nuestro dolor y de nuestras lágrimas y siempre va a ser nuestra la responsabilidad de cómo vamos a vivir cada día de nuestra vida de aquí en adelante.

  Venimos a Renacer a dar algo de nosotros mismos en recuerdo, en memoria, de ese hijo que partió; tengo que dar algo hermoso, no voy a dar tristeza, llanto, bronca o rabia, y, si voy a dar algo hermoso en memoria de mi querido hijo, lo único que tengo para dar es amor.

  Así, cuando nos toque partir, no nos haya quedado nada sin hacer, ni nos haya quedado amor por dar.

  Como ustedes ven, todavía podemos sentir y dar amor en nombre de los hijos que no están, pues estamos en Renacer no solamente porque hayamos perdido un hijo, estamos en Renacer porque habiendo perdido un hijo, no queremos seguir viviendo como estábamos viviendo, y para que podamos hablar de ellos sin lágrimas, para recuperar, sin lágrimas, el recuerdo de nuestros hijos. 

  De esa manera, aprenderemos a vivir de una manera digna, que incluya amorosamente a nuestros hijos.”  

  Alicia Schneider Berti- Gustavo Berti

 Este es un aporte a la difusión del pensamiento de Renacer, a través de la palabra de los creadores de los Grupos Renacer, Alicia y Gustavo Berti. Julio de 2009.

  Ulises, Ana y Enrique  

  De Renacer Congreso – Montevideo Uruguay, “Por la Esencia de Renacer

jueves, 27 de agosto de 2009

REFLEXION

Soltar esa emociòn que nos atrapa, después de transitar un dolor, es lo que nos da esa nueva posibilidad de sentido.

Posibilidad que se convierte en oportunidad si puedes ve que, al ingresar al mundo de las pérdidas entras en un túnel, que como todo túnel tiene una zona de ingreso y al final una zona de luz.

El tránsito por este camino, tiene una palabra que lo define "Proceso".

Camina por este túnel, visualizate caminando, obsérvate y percíbete.

Al percibirte te darás cuenta que estás solo, que este recorrido te pertenece, y te pertenece también cómo eliges vivir mas allá de tú perdida.

Hay que continuar, la vida sigue y los caminos son dos... o te pierdes en tu pérdida o la transitas y la conviertes en un nuevo proyecto que te hará crecer y te acercará a nuevas posibilidades.

Aunque creas que hoy ya no puedes, abrázate a la vida, abrázate a ella, abrázate en lo que crees, en lo que tienes fé.

Si perdiste a un ser querido, si perdiste un trabajo, si perdiste una relación, si perdiste la salud, toma conciencia de tu pérdida y no te quedes llorándola, porque así la eternizas y te detienes.

Camina y date el tiempo para el recorrido, sólo tú puedes darte la posibilidad de llegar al final, no mires atrás porque es en vano, no te culpes o recrimines, porque lo que hoy ya no está en tu vida, es porque así debe ser, es el aprendizaje que hoy te toca.

Transita con calma y esperanza.

"Lo que una vez disfrutamos, nunca lo perdemos. Todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de nosotros mismos..."

Lic. Sandra Barbero




de la página www.fundacionlazos.com

Para Victoria


Esta poesía fue escrita por Adolfo, abuelo de Victoria el 31 de agosto de 2006, cuando cumplió su primer añito.


Para Victoria

Hay una niña pequeña que al despertar por las mañanas, 
me mira con sus ojitos traviesos, 
yo tomo sus manos,
la beso en la mejilla, 
a veces me rechaza, otras me sonrie.

Luego beso sus manos,
acaricio su pelo,
me voy pensando que día a día, 
su luz me da calor,
su pelo me perfuma, 
su risa me emociona, 
su ángel me acompaña,
para que yo también pueda sonreir.

Al regreso por las tardes, 
cuando no esta dormida,
me espera con sus ojitos alegres,
vuelvo a tomar sus manos,
esta vez no me rechaza,
la abrazo, 
me sonrie con ternura, 
no podré jamás decir 
cuanto quiero a esa niña

Este mundo en el que vivimos,
tiene necesidad de belleza como la tuya,
pues la belleza, como la verdad, 
pone alegría en mi corazón, 
es el fruto precioso, que resiste el tiempo.
Gracias por ser como eres.

Pequeña Victoria,
eres como una joya, 
eres como una luz,
eres como una flor que perfuma.

Pequeña Victoria, 
eres como un ángel, 
que ríe, que llora,
que usas, para que te entiendan,
tus ojos, tus manos,
tu risa, tu belleza,
tu calor, toda tu ternura.

Siempre te amaré. Tu abuelo Adolfo.

Para Victoria y Elisa


Elisa Altamiranda (23 años) y victoria Leguizamon (3años)
Son la esposa y la hija de Martin Leguizamon, ambas partieron el 1º de Agosto de 2009, en un accidente automovilístico en Isla Verde - Córdoba, en momentos de ingresar al pueblo el auto que conducía Adolfo (abuelo de Vicky), es embestido por una camioneta que circulaba a gran velocidad y al se embestido comienza a hacer trompos y salen despedidas Elisa y Victoria, muriendo en el acto la nena y a las pocas horas la mamá.

Esta poesía fue escrita en su homenaje por Martín y Adolfo y dice así:


Para Victoria y Elisa

En el fonde de nuestro herido corazón, 
estás tú.
En las pupilas dilatadas por el llanto, 
estás tú.
Con cada gota que cae, 
escribiré renglones con tu nombre
y te llamaré.
Caerán gotas de lluvia,
sobre la piel de nuestros sueños muertos, 
se lavaran las heridas de nuestro sufrimiento.
Estaremos en la puerta de nuestra casa,
esperando tu regreso siempre.
Una bandada de pájaros y mariposas multicolores, 
llegarán alegres.
Cuando lleguen,
estarás tú.
Tu boca dibujará una sonrisa, 
nos llamará esperanzados,
correremos a tu encuentro, para abrazarte fuerte,
decirte tantas cosas, que antes no pudimos,
por no darnos tiempo.
Las estaremos esperando, 
siempre, siempre, siempre.

Martín y Adolfo
Agosto de 2.009

martes, 25 de agosto de 2009

TE ESPERARE EN SILENCIO


Porque mi alma está en calma
y porque mi corazón guarda paz, 
porque llevo el amor en mi pecho 
y porque te sabré esperar.
Porque me da pena mirarte 
y no poderte abrazar,
porque sueño con tus labios
sin poderte besar,
porque tengo deseos
y no los puedo apagar
por eso y por muchas cosas más 
yo calmaré mis sentimientos
que buscan amar.
Porque mis lágrimas encierran
tristezas de cristal,
porque al murmurar tu nombre
el viento se queda quieto,
porque al pensar en tu vida 
yo pierdo mi libertad,
por eso y por muchas cosas más
yo esperaré en silencio
que me vengas a buscar.

 
  LEYSA MANCEÑIDO

miércoles, 12 de agosto de 2009

A los que lloran la muerte de un ser querido

Este es un fragmento de un libro que se llama A LOS QUE LLORAN LA MUERTE DE UN SER QUERIDO DE C.W. Leadbeater.
A mi me dejó pensando...espero que a Uds. también.
Cariñosamente
Nora, mamá de Ceci
 
Lo Primero que aprendemos es que la muerte no es el fin de la vida, como ignorantemente hemos presumido, sino meramente el paso de una etapa de vida a otra. Ya he dicho que es como el quitarse un sobretodo; pero que, después, el hombre se encuentra vestido con su acostumbrada ropa interior –el cuerpo espiritual-. Pero que, aun cuando por ser tanto más fino, San Pablo lo llamó el “espiritual”, es siempre un cuerpo, y por consiguiente, material, aunque la materia de la cual se compone sea mucho más fina que cualquiera de las conocidas comúnmente por nosotros. El cuerpo físico sirve al espíritu como medio. Sin ese cuerpo como instrumento no le sería posible comunicarse con este mundo, ni recibir impresiones de él. Vemos aquí que el cuerpo espiritual sirve exactamente para el mismo propósito; el de actuar como intermediario del espíritu con el mundo superior y espiritual. Pero este mundo espiritual no es algo vago, lejano y fuera de
alcance; es, sencillamente, una parte superior del mundo que actualmente habitamos. Ni por un momento niego que hay otros mundos mucho más elevados y más remotos; estoy afirmando tan sólo que lo que comúnmente se llama muerte no tiene nada que ver con ellos, y que es meramente un traspaso de una etapa o condición a otra, en este mundo que todos conocemos. Puede decirse que el hombre que hace tal cambio se vuelve invisible para ti; pero si lo piensas bien, verás que el hombre siempre te ha sido invisible, que lo que acostumbras mirar era únicamente el cuerpo que él habitaba. Ahora él habita otro cuerpo más delicado, el cual se encuentra más allá de tu vista ordinaria; pero no necesariamente, de modo alguno, fuera de tu alcance. 
El primer punto por realizar es el de que, aquellos que llamamos los muertos, no nos han dejado. Hemos sido educados en una creencia compleja, la cual implica que cada muerte es un milagro separado y maravilloso, que cuando el alma abandona el cuerpo se desvanece y entra, de alguna manera, en un cielo más allá de las estrellas –sin indicación relativa al medio mecánico de tránsito empleado para cruzar el aterrador espacio-. Los procesos de la Naturaleza son, sin duda, maravillosos, y, para nosotros, a menudo incomprensibles; pero jamás contrarían a la razón ni al sentido común. Cuando te quitas tu sobretodo en tu casa, no por eso vuelas a la cumbre de una montaña lejana; quedas parado exactamente donde estabas antes, aunque puede ser que presentes una apariencia externa diferente. Precisamente, del mismo modo, cuando un hombre deja su cuerpo físico, se queda exactamente donde estaba antes. Es cierto que tú no lo ves ya, pero esto no implica
que él haya ido a otra parte, sino que el cuerpo que ahora usa es Invisible a tus ojos físicos . 
Probablemente sabes que nuestros ojos no responden sino en proporción muy pequeña a las vibraciones que existen en la Naturaleza, y por consiguiente las únicas substancias que podemos ver son aquellas que pueden reflejar esas especiales ondulaciones. La vista de tu “cuerpo espiritual” es igualmente cuestión de respuesta a cierta clase de ondulaciones; pero estas son de orden totalmente distinto de las físicas, proviniendo de un tipo de materia mucho más fino. Todo esto, si te interesa, pueden encontrarlo detalladamente en la literatura teosófica. 
Por el momento, todo lo que nos concierne entender es que, por medio de tu cuerpo físico, puedes ver y tocar el mundo físico únicamente, mientras que por medio del “cuerpo espiritual” puedes ver y tocar las cosas del mundo espiritual. Y recuerda que éste no es, en sentido alguno, otro mundo, sino sencillamente una parte más refinada de este mundo. Una vez más te repito que hay otros mundos, pero que no nos conciernen por ahora. El ser que tú consideres ausente, en realidad aún está contigo. Cuando te hallas junto a él, tu en el cuerpo físico y él en el vehículo espiritual, no están consciente de su presencia porque no le puedes ver; mas, cuando tú dejas tu cuerpo físico durante el sueño profundo, te juntas a él con plena y perfecta conciencia, y tu unión con él es en todos sentidos tan completa como antes. De modo que, durante el sueño, te hallas feliz cerca de aquel ser a quien amas; únicamente durante las horas de vigilia es
cuando sientes la separación. 
Desgraciadamente, para la mayoría de nosotros existe un lapso entre la conciencia física y la conciencia del cuerpo espiritual, de tal suerte que, aun cuando en la última podemos recordar perfectamente la primera, muchos encontramos imposible el traer a la vida de vigilia la memoria de lo que hace el alma cuando, durante el sueño, está ausente del cuerpo físico. Si tal memoria fuera perfecta para nosotros, no existiría, de verdad, la muerte. Algunos hombres han alcanzado ya esta continuada conciencia, y todos la podrán alcanzar gradualmente, porque es parte del desenvolvimiento natural de los poderes el alma. En muchos, tal desenvolvimiento ha empezado ya, y a éstos les llega fragmentos de memoria; pero hay una tendencia a calificarlos meramente como sueños, y por lo tanto, sin valor, tendencia que prevalece especialmente entre los que no han hecho estudio de los sueños y no comprenden lo que realmente son. Más, aunque todavía sólo unos
pocos poseen vista y memoria plena, hay muchos que han podido sentir la presencia de sus seres amados, aun sin poderlos ver, y hay otros que, aun sin memoria definida, despiertan del reposo con una sensación de paz y bendición, resultante de lo ocurrido en aquel mundo superior. 
Recuerda siempre que este es el mundo inferior y aquél el superior, y que en este caso, el mayor contiene en sí lo menor. En aquella conciencia recuerdas perfectamente lo que sucede en ésta, porque a medida que te transportas de ésta a aquella al sumirte en el sueño, estás desechando un impedimento: el obstáculo del cuerpo inferior; mas al retornar a esta vida inferior, asumes de nuevo esa carga, y al asumirla se te velan de nuevo las facultades superiores y caes en el olvido. Síguese, pues como consecuencia, que si deseas participar una noticia a un amigo difunto, no tienes más que formularla con claridad en tu mente al dormir, con la resolución de decírsela, y puedes tener la seguridad de hacerlo así en cuanto te encuentres con él. 
Puede que a veces quieras consultarle sobre algún punto, y aquí el hueco entre las dos formas de conciencia te impedirá generalmente traer una contestación clara. Sin embargo, aunque no pudieras regresar con un recuerdo definido, a menudo despertarás con una impresión bien determinada respecto a su deseo y decisión, y por regla general, podrás suponer que tal impresión es verídica. 
No obstante, debieras consultarlo lo menos posible, puesto que, como 
veremos más adelante, es censurable molestar a los supuestos muertos, en su mundo inferior, con asuntos que pertenecen al departamento de esta vida, del cual ellos se han liberado 

 del Grupo Renacer Yahoo

CUANDO MUERE UN HIJO

 EN UN LUGAR DE PAZ ESTOY,
 TE VEO DESDE AQUÍ Y CONTEMPLANDO TU PENA,
 NO SE COMO REGRESAR PARA VOLVER ABRAZARTE,
 SOY TAN FRÁGIL...
 PERO HOY TE COMPARO CONMIGO Y SOY TAN FUERTE...
 LA TRISTEZA QUE DEJÓ MI PARTIDA,
 NO TE DEJA VER QUE AHORA ESTARÉ MÁS CERCA DE TI QUE NUNCA...
 HOY CONOCÍ UNA TIERRA NUEVA Y UN CIELO NUEVO
 Y LLEVO EL HONOR,
 DE SER TU ÁNGEL DE LA GUARDA, EN TU CAMINO ALLÍ EN LA TIERRA.
 QUIERO QUE CIERRES TUS OJOS RECORDANDO MIS SONRISAS,
 MIS CARICIAS Y MIS BESOS,
 Y TE ESTARÉ ABRAZANDO CON TODO EL AMOR QUE UN DÍA ME ENSEÑASTE.
 A TRAVÉS DE ESTE RECUERDO,
 TE DOY MI FORTALEZA, EN EL TIEMPO DE LA ANGUSTIA.
 TOMO TUS MANOS CANSADAS Y A TU CORAZÓN APOCADO LE DIGO:
 QUE SE ESFUERCE Y NO TEMA, PORQUE EL DIOS QUE ESTÁ CONMIGO,
 VIENE CON RETRIBUCIÓN HOY Y AFIRMARÁ CON SU AMOR,
 TU TRISTE CORAZÓN...
 
 TE AMARÉ SIEMPRE MAMÁ!!... TU HIJO 

lunes, 10 de agosto de 2009

EL DOLOR DE LOS HOMBRES

A muchos hombres les cuesta expresar los sentimientos. Les han educado para que no lloren, para que no muestren su “debilidad” y mantengan siempre una actitud “combatiente” ante la vida. Precisamente esa armadura, esa máscara de guerrero, les impide conectar con la esencia. Manejan muy mal las emociones. Se encuentran perdidos ante algo distinto de lo puramente racional. Y es muy difícil explicar con la razón la muerte de un hijo. Ante un hecho así, tan difícil de entender, algunos hombres huyen, inconscientemente, debido a su incapacidad de afrontar lo inevitable. 
Se refugian en la acción; trabajan más que nunca, llenan su tiempo con un sinfín de actividades que les impiden pensar, sentir. Intentan vivir como si no hubiese pasado nada y eso es imposible. Cuanto más intensa sea su incapacidad de entender los sentimientos, más necesidad tendrán de huir y más sola quedará la madre. 
Si la mujer no puede compartir su dolor, si se encuentra aislada y sola, es muy probable que se construya un mundo de recuerdos que gire entorno al hijo ausente. Puede ser que mantenga su habitación intacta; el armario con toda su ropa colgada, sus juguetes, los libros y todos sus objetos tal como estaban el último día. La atmósfera de la casa queda suspendida en el pasado y ella deambula sonámbula entre fantasmas. La brecha entre la pareja se va ensanchando y el reencuentro se hace cada vez más inalcanzable.
Por eso es tan importante compartir el duelo. Y eso pasa por llorar juntos, estar horas en el sofá, cogidos de la mano, en silencio, con la mirada perdida, pero sintiendo el calor del otro. 
En el accidente que murió nuestro hijo mi marido sufrió varias fracturas que le mantuvieron tres meses casi postrado. Fue una suerte para nosotros poder estar tan cerca durante ese primer periodo. Compartimos insomnios, desesperación, esperanza y también mucho amor por nuestros hijos. 
Luís, mi marido, me decía constantemente que para él representaba un gran honor haber tenido conmigo a un hijo como Ignacio. Que nuestro otro hijo, Jaime, se merecía lo mejor y que volveríamos a ser felices. Me recitaba esto constantemente y para mí oírle era como subir a un bote salvavidas después de un naufragio.
Solía encontrarle de madrugada en la cocina, escribiendo y llorando. “Esto es demasiado duro”, exclamaba y entonces era yo la que le recordaba lo que él me había dicho antes: que nuestro hijo había sido feliz hasta el último momento y que ahora ya no tenía posibilidad de sufrir y que nosotros saldríamos adelante.
Hay muchos momentos terribles al regresar a casa sin tu hijo. Pero ninguno comparable al despertar y recordar que la pesadilla sigue, que él está muerto y a ti te queda un día por delante, una vida por delante. Al acostarse ocurre lo mismo, no hay forma de descansar, de desconectar, de sentirse en paz. En esos momentos cualquier gesto de cariño es como una bendición, un soporte para ir escalando. Una caricia en la mano, un abrazo, una sonrisa significa la vida.


de la web

domingo, 9 de agosto de 2009

Partidas Inesperadas

Frases del libro “Muertes Inesperadas” – Eduardo H. Grecco

“La muerte inesperada no da espacio para saldar cuentas pendientes, decir adioses, limar rencores o dar un abrazo más. Muchas veces hace nacer, en los que quedamos vivos, sentimientos de bronca, indignación e impotencia que se aceptan sólo con resignación. Uno se ve obligado a aprender de golpe, y todo junto, algo para lo cual aún no estaba preparado.”

“La muerte inesperada de alguien amado nos desgarra el corazón y nos arranca parte de nuestra alma.”
“Sabemos que morir es un viaje, tanto para el que se va como para los que quedamos. Pero se trata de recorridos por continentes diferentes. Salidas sin aviso previo que truncan los proyectos que teníamos para realizar con el otro y nos enfrentan con la pérdida, la soledad y el desapego.”
”¿Se puede estar preparado, alguna vez, para recibir, aceptar, asimilar y trasmutar esta vivencia en crecimiento, aprendizaje y sabiduría interior? No creo que nadie pueda llegar a estarlo totalmente, pero sí puede conseguir llevar el proceso del duelo de una manera que lo haga arribar a un buen puerto y hacer que lo vivido no haya sido en vano.”
”En toda relación hay amor y apego. El amor es entrega, libertad, crecimiento; el apego es dependencia. Cuando alguien amado muere entra en crisis el apego.”
“Sentimos, entonces, que hay algo que perdemos y es porque, en gran medida, fundamos nuestra felicidad en depender de otra persona. Olvidamos que somos seres libres que debemos realizar nuestra vida sin interferencias y sin estar atados a ilusiones y temores.”
“Apego significa miedo a perder a quien me ama, me protege y de quien, en cierta medida, dependo. Porque si se va o muere siento que me quedo desamparado, a la intemperie de la vida.”
”El sentimiento de orfandad se funda en una respuesta ante la experiencia de la muerte de alguien amado: estoy solo.
Se trata de la soledad que nace de un profundo sentimiento de inseguridad y de sentirse víctima de la injusticia de la vida. Soledad que coloca a la persona en un lugar de impotencia y que hace nacer en ella el deseo de ser rescatada, es decir, de establecer una nueva dependencia, cuando en realidad la tarea que debería enfrentar es elaborar el dolor y la decepción y abrirse paso por sí misma, confiando en las fuerzas que atesora su alma.”
“Hacernos cargo de nuestra vida no significa negarse a aceptar ayuda. Por el contrario, muchas veces, en esta situación de la vida, un libro, una persona, representan la “cita” que transforma el encuentro casual en una experiencia transformadora. Experiencia que nos ayuda a desplazar modelos de dependencia y sustituirlos por otros de solidaridad, ayuda mutua y desapego.”
“Este sentimiento de orfandad está relacionado con una fuerte pérdida de autoestima, un sentimiento de no merecer, de no valer nada que puede conducir a fortificar la depresión y/o a hacer nacer una vivencia subjetiva dolorosa y perturbadora: sensación de vacío, inutilidad de la vida, desrealización del mundo, desasosiego crónico, desesperanza, hastío, infelicidad y la incapacidad para tolerar y superar la experiencia de soledad.”
“Si nos perdonamos, podemos perdonar y ser perdonados.”
“Estar triste es un trabajo del alma, una oportunidad para separarse, para desasirse y poder continuar el camino de la vida, dando gracias a lo perdido por lo que significó su existencia, para nosotros, y por lo que nos enseñó.”
“El apego se cura con amor y amor es aceptar al otro tal como es, haga lo que haga, aun morirse sin ‘avisarme’.”
“Tanto el dolor como el sufrimiento son dos maneras de explorar la intimidad y de empujar al sujeto hacia la madurez y la perfección.”

jueves, 6 de agosto de 2009

Camino sinuoso


Dos años; veinticuatro meses;  noventa y seis semanas; setecientos treinta días; diecisiete mil quinientas veinte horas; un millón cincuenta y un mil doscientos minutos; sesenta y tres millones setenta y dos mil segundos. 

Cuanto y tan poco tiempo. Tan lejos y tan cerca. Cuanto amor y cuanto dolor. Cuanta desesperanza y cuanta esperanza. Cuantas sonrisas y cuantas lágrimas. Cuanta luz y cuanta oscuridad. ¡ Qué camino tan sinuoso! y a pesar de eso cada día que pasa más cerca tuyo estoy. Y mi alma se reconforta. porque aunque sé que no sé el día de nuestro encuentro, sé que tú me estás esperando.

Dedicado a mi hijo Juan Pablo, quien con la luz de su amor ilumina mi camino.