sábado, 27 de febrero de 2010

Poema de René Juan Trossero


No quiero defraudarte;

yo no tengo palabras mágicas

ni conozco recetas fáciles,

para suprimir tus penas.



Pero puedo ofrecerte mi cercanía,

mi compasión respetuosa

y mi amor comprensivo,

para que te sientas menos solo.



Y quizás también pueda ayudarte

para que sufras menos,

si logras aceptar tu dolor,

dándole un sentido;

y si aprendes a evitar muchos pesares,

que te provocas a ti mismo.



René Juan TROSSERO

viernes, 26 de febrero de 2010

La vida siempre nos va a desafiar

“La vida nos sorprende continuamente y cuando creemos que ya hemos aprendido todo, tenemos que seguir aprendiendo y cuando creemos que ya no nos vamos a volver a caer, porque ya tuvimos la máxima caída, nos volvemos a caer; lo que pasa es que Renacer también nos enseña a levantarnos una y mil veces y todas las veces que sean necesarias.

Cada situación difícil y dolorosa que vivamos, y que van a ser muchas, porque ésta no es la última, estamos seguros que es la peor pero no es la última y cuando uno cree que no tiene más reservas de fuerzas, parece mentira pero aparecen, es una fuerza infinita.

Tenemos un mecanismo que nos defiende en las crisis existenciales y ese mecanismo es la fuerza indómita del espíritu, que puede emerger ante una crisis, si le damos la oportunidad de que emerja.

El Mensaje de Renacer lo que hace, realmente, es despertar la fuerza indómita del espíritu de cada papá cuando entra a Renacer.

El desafío para nosotros, no es lamentar lo perdido, sino encontrar los nuevos caminos que se abren a partir de esa pérdida; nuevos caminos de esperanza, de amor, de solidaridad, de compasión, de tratar de ser mejores; ese es el desafío al que nos enfrenamos todos los días de nuestra vida.

Todo depende realmente de la actitud nuestra, de cómo nosotros vivamos cada día de nuestra vida, de cómo nos enfrentemos a cada día que la vida nos presenta.

Debemos levantarnos con renovada fuerza y capitalizar cada una de estas experiencias difíciles y dolorosas que nos pasen y vivir la vida emergiendo cada vez como seres más fuertes, más compasivos, más generosos.

Es como esos barriles sin fondo, cuando uno cree que no tiene más reservas las fuerzas aparecen, nos vienen de arriba y pasan a través nuestro, no tenemos un caudal definido y finito de fuerzas, es un caudal infinito para siempre, ¡sí, es para siempre!

De modo que no achicarse frente a la vida, no hay que achicarse y no hay que perder la sonrisa y no hay que perder las ganas de vivir.

Eso lo tenemos que demostrar cada día de nuestra vida en todo, en donde nos movamos, en nuestras actividades diarias, seamos verdaderos padres que hemos entendido el mensaje.

No digamos en Renacer es una cosa y afuera en el mundo es otra, no, yo soy la misma persona, dentro de Renacer y afuera de Renacer.

Significa un gran desafío, renunciar a muchas cosas, pero, por sobre todo, significa renunciar a mis emociones que son encontradas, violentas, opuestas, renuncio al dolor desesperado, pero para que haya un acto de renuncia, sólo se puede renunciar a algo por algo más elevado, algo que de por sí, contenga un sentido a esa renuncia que es el amor por los hijos, por los hijos que no están, por los hijos que están que nos reclaman, por la vida y por nosotros mismos.

Podemos observar que aun frente repetidas crisis, o ante repetidos desafíos de la vida, seguimos encontrando fuerza; una prueba de eso son los padres que pierden más de un hijo, esos padres nos muestran, sin lugar a dudas, que el caudal de fuerza, la capacidad de respuesta del hombre es inagotable, la capacidad de repuesta del ser humano ante los interrogantes de la vida, es y será siempre inagotable.

Como seres únicos e irrepetibles que somos merecemos vivir una vida plena de sentido, y nuestro desafío yace en descubrir qué tarea la vida aún nos reserva.

Nadie puede vivir nuestra vida por nosotros, el grupo puede sostenernos, apoyarnos, amarnos y guiarnos para encontrar nuestro propio camino, pero no puede cargar nuestra cruz individual.

Nuestra oportunidad se encuentra en la forma en la que llevamos nuestra carga. Saber que nuestro sufrimiento puede tener un sentido nos ayuda a darnos cuenta de la oportunidad de crecimiento personal y espiritual inherentes al sufrimiento, haciéndolo más dulce y fácil de llevar.

El Mensaje de Renacer, al ayudar al hombre a tomar conciencia de su responsabilidad, lo lleva al máximo despliegue posible de la fuerza indómita del espíritu para asumir el sufrimiento; la conciencia vaga de responsabilidad se convierte en la conciencia específica de misión, en la noción de su ubicación dentro del mundo con una tarea personal muy concreta.

Estamos ahora en condiciones de requerirle a ese hombre sufriente que frente a su igual en la tragedia, se haga las preguntas que fueran planteadas por el Rabino Hillel 70 años antes de Cristo: ¿Si no lo hago yo, quién lo hará?; ¿Si no lo hago ahora, cuándo lo haré?; ¿Si lo hago sólo por mí, entonces qué soy yo?

Nada hace al hombre más capaz de superar su sufrimiento como la experiencia vivida de tener una misión especial en esta vida.”

Alicia Schneider Berti- Gustavo Berti

martes, 23 de febrero de 2010

La aceptación de la realidad

No, no, no lo puedo aceptar.

La clave de todo duelo es la aceptación de la realidad y su integración a la vida, que no es lo mismo que la resignación.

La resignación es la pasividad del sufrimiento ante la realidad; un sufrimiento que no se va a serenar y una realidad que no se va a asumir.

Aceptar la realidad de la muerte, en cambio, es una violencia interior que en sí es fuente del sufrimiento, pero es un sufrir sanamente para dejar de sufrir. El decir “se fue”, “partió”, “cambió” de forma” o “lo perdí” es el reflejo de cuánto cuesta aceptar la muerte como parte de la vida.

Pronunciar “mi ser querido se murió” es uno de los momentos más desafiantes para elaborar sanamente el duelo. A muchos se les hace insufrible decir “morir” porque creen que así lo pierden. Es la gran equivocación. Claro que para decir se murió, con serenidad, ha de darse una aceptación del nihilismo tras la muerte (algo difícil de vivir), tiene que haber fe vivencial en la resurrección o , según otras profesiones religiosas, creer en una vida trascendente. La fe, de nuevo, es la gran ayuda en el duelo.

Una dinámica de confrontación empática de la pastoral del duelo en el grupo “Resurrección” clarifica lo anterior:

-Un voluntario del grupo – pide el coordinador.
-Sí, yo .
-Gracias. Te pido que empujes con fuerza la pared y la muevas.
-No puede ser.
-Si no lo intentas…- persuade el coordinador.
-No puedo moverla por más que empuje.
-Pero, ¿por qué no pides ayuda a un compañero para mover la pared?
-Por favor, ayúdame a empujar – pide a otro compañero.
-No se mueve por más que empujemos juntos – dice – el nuevo voluntario.
-Alto. Gracias. Eso es el sufrimiento. ¿Por qué querían mover la pared?
-Usted nos lo pidió.
-No fui yo, fue el sufrimiento. Sí, el sufrimiento también les va a pedir que vayan contra la realidad y no acepten la muerte. ¿ Por qué tu pediste ayuda a un compañero para mover la pared?.
-Usted me lo pidió.
-No fui yo, fue el sufrimiento. En efecto, el sufrimiento va a querer tener gente para desahogarse pero no para confrontarse y aceptar la realidad.
-clarifica el coordinador.
-Y ¿entonces?
-¿Entonces quién tiene que moverse: la pared o ustedes?. Lo digo porque al lado tienen una puerta y una ventana.
-Nosotros, claro.
-En el proceso del duelo, la muerte (la realidad) no cambia por más que no la acepten y empujen contra ella. Ustedes si pueden cambiar y asumir nuevas actitudes que acepten la realidad tal cual es, no como quieren que fuera, para así elaborar sanamente el duelo.

Aceptar la dura realidad es empezar a mejorar la autoestima y es condición imprescindible para rehacer un proyecto significativo de vida.

No aceptar la realidad es condenarse a un sufrimiento vitalicio, a no ser felíz, a hacer sufrir innecesariamente a los demás y a incrustarse en un duelo crónico. Y esto, pensando que así se ama más al muerto. ¡Qué gran error!.

En honor a la verdad, el duelo sólo comienza cuando hay este proceso interior de inicio de aceptación ¿qué hubo antes? Sufrimiento.

El duelo exige voluntad firme de aceptación de los hechos, si no, estaremos de continuo empujando la pared de la realidad que no se va a mover. ¡Aceptación que, ciertamente, no es tarea fácil!.

En el duelo hay que aceptar que ciertas actitudes son muy inútiles y contraproducentes hasta el punto que demoran e impiden su sana elaboración. Así hasta que un doliente no se descentre de su sufrimiento, no se liberará de su sufrimiento.



(Del libro “Sanar la muerte de un ser querido” de Mateo Bautista – Cecilia Bazzino)

Frente a la tristeza

1) Evitar las situaciones, las circunstancias y los encuentros que puedan aumentar el abatimiento.

2) Pensar que a nuestros hijos no les gustaría vernos en este estado.

3) Elegir las personas que sí puedan ayudarnos en ese momento con su continencia, con su mensaje, con su amor.

4) Evitar la ansiedad anticipatoria. Los hechos ocurrirán de todos modos, y tal vez de una manera menos dramática y dolorosa de la que usted piensa.

5) Tenga en cuenta que en su grupo hay compañeros que pasaron por esos mismos estados y que hoy se encuentran muy recuperados.

6) Nuestro hijo está en todas partes y especialmente en nosotros mismos. No lo lastimemos con nuestra congoja.
7) Pedir ayuda sanamente, es decir estar dispuesto a escuchar y a modificar actitudes.

8) Evitar encerrarse en sí mismo, aislarse. Si tiene pareja trate de compartir con ella su mal momento; si no la tiene, habrá alguna persona entre sus afectos que pueda cumplir esa función, y de todos modos el grupo del que participa, siempre estará a su lado en estos angustiosos momentos.




de la web del Dr. Carlos J. Bianchi

viernes, 12 de febrero de 2010

Caer es Crecer


A veces, a veces el miedo te cierra los ojos, la angustia te retrasa y la rabia, la rabia te hace perder el control. A veces los cielos se nublan y pareciese que todo el tiempo lloverá, que nos convertiremos en cenizas y que nuestras manos no podrán encontrar algún pilar en que apoyarse. Así me sentí yo en algún tiempo, pero me rehíce cuando pude cruzar el río, siempre estuvo alguien esperándome, siempre alguien me amo. Sólo debí quitarme las vendas, sólo debí utilizar las piernas para correr.
Cada palabra negativa era un cuchillo. Cada caricia algún dios.
Ahora la tierra puede ser mía, solo debo proponérmelo, solo debo seguir, si tu pelo se cae, aprende a usar la calvicie, si tus lagrimas brotan fuerte, aprende a mirar el sol.
Somos mucho más que eso, somos los hijos deseados del viento. Basta de creer en el tiempo. Basta de gritar sin voz. Siempre existirá una mano, siempre existirá un don, pero no te quedes en las cuerdas porque ese, ese es un verdadero perdedor. Hay que caer para poder crecer, hay que levantarse para poder cantar las melodías agridulce de la vida.

Un día un hombre me dijo que mi trabajo era de mendigos, que no valía, que no era un trabajo. Le respondí que la educación no sólo se encuentra en una sala de clases sino que en cualquier lugar donde las personas deseasen educarse. Porque nos podrán borrar nuestros pasos, nos podrán agrandar el dolor, nos podrán requisar la esperanza o nos podrán opacar el sol, pero siempre, pero siempre debemos levantar la frente decir: "yo pude, yo quise y lo logré..."


autor : Miguel Solis

miércoles, 3 de febrero de 2010

EL DESAFIO DE RE-NACER

Carta extraida del libro “El desafio de Re-nacer” Autor:Mauricio Meza Acosta


No te pido que me des un trato especial. No estoy enfermo, no tienes que alejarte de mí,
solo te pido que consideres algunos aspectos, pues me ha sucedido lo peor que me pudo haber sucedido.

Te pido que no tengas temor de pronunciar el nombre de mi hijo,
ya que él vivió, vive aún en mí y fue y es muy importante.
Considera lo feliz que me siento de saber que tú también lo recuerdas y hablas de él.
Me gusta saber que tú también lo tienes presente en sus cumpleaños y aniversarios.

Considera que pasaré tal vez en un mismo día por diferentes emociones.
Puedo vibrar de alegría al recordar a mi hijo y puedo llorar después por su ausencia.
Tal vez un día estaré feliz y otro día será desastroso para mí.
Te pido que me des espacio para ser libre con mis emociones, aún estoy trabajando en ellas.
No me obligues a estar contento si me ves retraído, porque estoy pensando en mi hijo.
Considera que lo que me ha pasado no tiene nombre.
No lo compares a otra situación que te haya sucedido a ti.
Perder un hijo no es igual a ninguna otra muerte o evento.
Por favor, no hagas comparaciones.

Considera que a pesar de que estoy trabajando en trascender mi duelo y elaborar mis emociones,
no sé cuánto tiempo pueda durar esto en mí.
Aunque los profesionales digan que el duelo dura de uno a tres años,
a veces pienso que pasarán muchos años para poder superar este trauma.
Dame tiempo, no sé cuánto…

Por favor no me consueles con explicaciones teológicas ni religiosas,
no me digas que “Dios quería otro angelito con Él”.
Considera que es normal el hecho de que yo replantee mi fe y mis creencias.
Incluso, permíteme cuestionar mi religión y algunas otras cosas y no me hagas sentir culpable.
Yo sé que saldré con fe nueva y fortalecida en Dios,
lograré un nuevo entendimiento con Él.

Considera que mi cuerpo también me pasa la factura por este golpe emocional.
Puedo ganar o perder peso, dormir mucho o no poder dormir.
Tener raras dolencias y ser propenso a estar enfermo.

Considera que hay momentos en que no me puedes hablar de problemas económicos.
Yo los conozco. Solo te pido que consideres el momento oportuno.

Por último, considera que tengo nuevos “anteojos” para ver la vida.
No soy el mismo. Jamás lo seré.
Soy diferente, no soy como antes, tal vez soy mejor…
Trata de conocerme.