miércoles, 16 de febrero de 2011

Un deseo, consciente o no, de logar una transformación Un camino a la espiritualidad


Hemos visto que la mayoría de los padres dolientes que se acercan a Renacer lo hacen porque no les gusta la forma en que están viviendo sus vidas.

Podemos decir que toda persona que ingresa a un agrupo de ayuda mutua lo hace porque está atravesando una circunstancia de su vida muy difícil para ser trascendida individualmente, y si bien es verdad que los padres inicialmente identifican "trascendencia" con "dejar atrás el dolor", pronto se dan cuenta que, fundamentalmente, significa elevarse por encima de sí mismos para dirigir su esfuerzo y amor hacia otros.

Esto implica un deseo, consciente o no, de lograr una transformación interior, de ser, de alguna manera, diferentes y por sobre todo, mejores personas de lo que fueron alguna vez.

Desde ese momento, el grupo se vuelve una entidad capaz de facilitar su crecimiento interior.

En muchos grupos esto es descrito como un camino a la espiritualidad.

Los padres en los grupos son testimonio viviente de que hay una dimensión en el ser humano que lo ayuda a trascenderse a sí mismo hacia metas más allá de sí, hacia un sentido que está más allá de sus necesidades personales, es la dimensión espiritual.

Es la libertad individual lo que le da propósito y sentido a la vida, y nosotros sabemos que esto es lo menos que les debemos a nuestros hijos y a nosotros mismos.

Renacer es un grupo de crecimiento interior y transformación y como tal de potencial ilimitado.

Confrontado el hombre con una verdadera conmoción existencial, como es la pérdida de uno o más hijos, tarde o temprano se enfrasca en un diálogo mano a mano con su conciencia; allí surge, sin cuestionamiento o racionalización alguna, todo aquello que debe ser cambiado.

Pero todo cambio asusta y más un cambio existencial; allí es donde el grupo acompaña a cada uno de sus integrantes a dar ese gran salto, le apoya y fortalece, le da las herramientas para ese cambio que, después de todo, sólo puede hacerse en la más absoluta soledad existencial.

(Del Mensaje de Renacer, su fundamento filosófico: En “La pregunta sobre el sentido de la vida”)

sábado, 5 de febrero de 2011

Grupos Renacer

Ayuda mutua para padres que enfrentan la muerte de hijos.

BOLETIN ELECTRONICO Año.XI, Nro.130 , marzo de 2011




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Nuestra página en Internet: Grupos Renacer allí podrá descargar los números ya editados.


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En este Número:

1) Escuchar al corazón y pensar con él
2) Meditación 23 – Anthony de Mello
3) Mati – Beatriz Delpero
4) Equilibrio interior – Bernabé Tierno
5) Si a la vida – Vesika Cravioto
6) El tiempo El dolor La muerte - Krishnamurti

Contenido


Escuchar al corazón y pensar con él

Hacia una nueva forma de vida

Qué difícil se hace para los padres a quienes se nos han muerto hijos, lograr paz y serenidad .Poder procesar la pérdida de modo que la misma se positivice, no nos ahogue, y nos sirva como experiencia de vida, como enseñanza. Es toda una meta esta búsqueda, pero es lenta, tortuosa, y en el camino se encuentran muchos obstáculos. Quizás porque nos ceñimos a los procesos mentales, racionales, o porque pretendemos encontrar, desde la razón pura, desde la mente, una explicación, una respuesta, sobre el sentido, el motivo, o el significado de la pérdida. Desde nuestra experiencia, nos ha resultado útil intentar explorar otros caminos, y por ello acercamos estas breves reflexiones de trabajo al Grupo, para su análisis y discusión.

(Daniel y Gabriela Vítolo)

EL PENSAMIENTO DEL CORAZÓN

La muerte de nuestro hijo nos enfrenta con el gran dilema de la vida en general, y de la nuestra en particular. Luego del impacto inicial, del shock, donde nada tiene sentido y todo parece absurdo, no sabemos quienes somos, indefectiblemente se nos presenta el período de elaboración del duelo y de la pérdida.

Y allí vienen las preguntas, el dilema, la angustia de no poder saber buscar, y de tampoco entender detrás de qué respuesta, ni tampoco de qué pregunta vamos.

Buscamos las respuestas para el misterio de nuestro hijo; las que respondan el misterio de su vida y de su muerte. Y, en definitiva, también buscamos respuestas que iluminen la noche de nuestra propia muerte.

Es que la angustia es tanta; la sensación de desprotección, de soledad, de dolor, son tan patéticas, que se presenta en nosotros, que se presenta en nosotros una profunda sed y necesidad de comprender, de entender, de encontrar significado a lo ocurrido.

Y allí nos ponemos a pensar. Afectamos todas nuestras neuronas, toda nuestra mente, todos nuestros conocimientos, a esta empresa enorme de “pensar”, en la búsqueda de “...entender”.

Sin embargo...no encontramos respuesta alguna.

Es que, con frecuencia, y desde la costumbre tan apegada a nosotros, de querer racionalizarlo todo, encaramos caminos que nos llevan a senderos sin destino ninguno, tratando de aprehenderlo todo con la razón. Llegar a la comprensión de lo que nos pasa desde y por la cabeza, por medio –exclusivamente de la inteligencia.

Nos olvidamos entonces de nuestro principal medio de pensamiento, que es el corazón. Y encontrarnos con esta novedad, con esta olvidada costumbre humana; y hacerla carne conlleva a una larga lucha nuestra; como la de todos los hombres.

Tenemos ya internalizado, pegado, como si fuera un acto meramente reflejo, el principio de que “tenemos la cabeza para pensar”; de que el proceso de pensamiento y entendimiento, pasa por la cabeza, por el cerebro, por eso que llamamos “mente”.

Sin embargo, parecería ser que no es esto lo que nos enseñan nuestra experiencia personal, nuestros principios religiosos, ni los maestros espirituales. Las Escrituras y la experiencia de quienes han accedido a obtener la paz y serenidad, parecen insinuar en forma directa una idea distinta.

En efecto; insiste el salmista en recordar que “Dios ha dado al hombre un corazón para pensar”; y nos recuerda el proverbio: “Por encima de todo guarda tu corazón, porque de él brotan todas las fuentes de la vida”.

Salomón pidió al Dios como única gracia “...un corazón que entienda...para discernir” , y le fue concedido “un corazón sabio e inteligente”, “...un corazón tan dilatado como la arena a la orilla del mar”.

Un corazón que puede ser también reflexivo, y que puede acceder a la comprensión, a la búsqueda de razones y de respuestas. La Virgen –señala la Escritura “...guardaba todas esas cosas y las meditaba en su corazón”.

Ezequiel habla de la necesidad de “un corazón nuevo”, los profetas recurren sistemáticamente a actitudes de “desgarrar el corazón”, y a la búsqueda de un “corazón puro”

Es decir que podemos llegar a estar muy lejos de la verdad, y de nuestra recuperación, si buscamos “pensar”, “entender”, “comprender” e –inclusive “cuestionarnos” desde la “mente”.

Como tantas veces se ha recordado, la distancia más grande del mundo es de 40 cm.; que es la distancia que separa la mente del corazón.

Y esa distancia se convierte, a veces, en un abismo insondable, en un precipicio insorteable, que impide y bloquea la comprensión; comprensión que, para los cuestionamientos existenciales del ser humano, no puede obtenerse desde la mente, sino desde una razón más profunda, que es la del corazón.

Si comprender es abarcar o rodear por completo una cosa, lo más objetivamente posible, esa comprensión sólo puede venir desde el corazón. Y en especial de un corazón puro; sin prejuicios emocionales, sin historia, sin heridas. Un corazón abierto y desgarrado, un corazón que deja ver su más pura esencia y conformación .

LAS RESPUESTAS DEL SILENCIO

“Cuando el hombre se detuvo a interrogarse no ya sobre un aspecto particular y accidental de su vida, sino sobre la existencia como tal, no sobre un significado parcial, sino su sentido global...como primer paso...calló. Comprendió que lo esencial se escucha callando, se escucha en la medida en que callamos las miles de preguntas con las que ahogamos la respuesta, la pregunta última y primera. Calló y buscó su lugar, un lugar más vasto, un valle más abierto que su desfiladero mental, más dilatado que su aparato conceptual, con menos laberintos que su oído carnal; buscó su corazón, su oído cordial.” (Hugo Mugica, “Kyrie Eleison, Un método de meditación cristiana”)

Ello tiene especial importancia en el tránsito por el dolor y el sufrimiento, lo que ha sido considerado muchas veces no sólo un gran misterio del hombre –misterio quizás mayor que el de la vida, sino también el fundamento íntimo de la existencia histórica del hombre.

Y la búsqueda de sentido y respuestas frente al dolor, generan –justamente este conflicto entre la mente y el corazón.

¿Dónde buscar la paz y la serenidad, que tanto necesitamos en este momento?

Si esperamos la respuesta desde fuera; si la pretendemos dada como receta o fórmula estamos perdidos. Nunca llegará. Y no llegará porque es imposible que alguien tenga receta para otro, o que existan fórmulas mágicas aplicables a cada una de las personas que sufren y, al mismo tiempo, a todas ellas. Sería el contrasentido de admitir que las personas no son individualmente únicas. Sería destruir el misterio propio del hombre; su identidad, su carácter común y diferenciado de existencia. Sería pretender ignorar el milagro mismo de la Creación.

Del mismo modo, si lo que buscamos es encontrarnos con nuestra propia esencia, mal podemos imaginar que la respuesta está fuera nuestro. Por el contrario, es dentro nuestro donde debemos buscar. Una respuesta surgida de nosotros, desde nuestra más profunda intimidad, para el problema y el cuestionamiento que nos conmueve.

Y allí las opciones son claras pues no hay más que dos fuentes a las cuales recurrir para un proceso de razonamiento: la mente y el corazón. Distinta naturaleza para cada una de ellas. Y distintos modos de funcionamiento. Una pugna entre dos sistemas, entre dos realidades, entre dos perspectivas.

La lucha que se presenta entre la mente y el corazón –si no se hace prevalecer en algún momento una sobre otra bloquea toda posibilidad de progreso en nuestro camino, ya que las razones de ambos difieren y mutuamente se anulan..

La mente y el corazón mantienen una relación dialéctica, en una suerte de conflicto de poderes. Hay que descartar que mantengan por siempre una relación amigable, al igual que también podemos descartar que sus relaciones sean permanentemente hostiles. Muchas veces coinciden, y otras tantas discrepan, sin descartar que hasta se enfrenten.

Y ello ocurre, según nos parece, frente alas dos grandes pasiones del hombre: el amor y el dolor.

En el estado actual de nuestro proceso de duelo, y del tránsito del dolor –hecho carne en “sufrimiento”, es donde el conflicto aparece patente. La mente y el corazón están enfrentados. Y allí viene el dilema: tenemos que elegir, o al menos, privilegiar.

La razón dela mente nos muestra objetivamente –salvo un bloqueo cosas que no queremos aceptar; pero que son realidades. Que nuestro hijo ha muerto; que ya no lo volveremos a ver; y que la vida sigue su curso. Una cruda realidad tan impactante como fría. El pasado , el presente y el futuro. ¿Por qué?. No lo sabemos. Pero es así.

Es decir, que lo que la mente nos brinda son sólo datos – reales por cierto aunque no nos gusten, pero no respuestas. Y si en ella buscamos respuestas, difícilmente las encontraremos; menos aún las respuestas que buscamos, aquellas que puedan llevarnos a obtener paz y serenidad.

Y ello es así, también en la medida en que la mente no tiene procesos espontáneos de pensamiento, o mejor dicho de “razonamiento”, sino que requiere de nuestro esfuerzo, de que la alimentemos con preguntas y elementos para el proceso de razonamiento que lleve a la respuesta. Proceso de razonamiento que –por otra parte viene condicionado por todos los filtros culturales, formativos y conceptuales. Como lo llama Mugica: un “aparato conceptual”

Por el contrario el corazón es espontáneo. Sólo late, se hincha, se dilata, se contrae, se alegra, sufre, se brinda, se repliega, pero desde sí, y por sí solo. Pero, además,” piensa”

Y brinda razones propias, genera sentimientos distintos de los de la mente. Recuerda cuántas veces hemos dicho –desde nuestra adolescencia ese viejo latiguillo de que “...el corazón tiene razones que la razón no comprende”.

Si de elecciones se trata, entonces, parecería que lo “razonable” –aunque resulte paradójico es buscar al corazón para que sea quien lleve adelante nuestro “razonamiento “ en este proceso y en este tránsito.

Pero...¿cómo podremos escuchar al corazón si no callamos; si lo ahogamos a preguntas; si no lo dejamos que se tome su propio tiempo? ¿Cómo podremos entender su mensaje si no dejamos – por obra de la mente que el corazón se exprese a su manera?. Que razone como sólo él sabe?

Este es un camino de trabajo al cual te invitamos. A que juntos intentemos aprender a buscar y recibir una nueva forma de respuesta.

La que llega sola, la que brota de lo más íntimo.

La que brota de un proceso que desplaza la mente para dejar que el corazón hable y genere respuestas. Con su ritmo, con su latido, con su tiempo, con su forma. Enviando esos mensajes que trascienden cualquier cuestionamiento mental. Brindando sensaciones para nuestra vida; y llevándonos desde la intuición inicial, hasta el conocimiento profundo, final, de que aún tenemos –aunque de otra forma a nuestro hijo en nosotros; y su amor pleno.

Para ello debemos callar y dejar que el corazón hable.

Sólo así nos parece podremos hallar paz y serenidad desde el misterio de la vida y de la muerte de nuestro hijo. Y desde allí, en una proyección que nos lleve a una nueva forma integral de vida. Desde un corazón puro y sabio, reflexivo y profundo. Inquieto por los misterios del hombre, de la vida y de la muerte, del sufrimiento y de la paz. Desafiante pero comprensivo. Sereno y bondadoso. Sensible pero sólido.

Una nueva forma de vida y de pensamiento. Obra de nuestros hijos muertos, y presencia viva de ellos en nosotros. Desde su propio silencio; y desde ese silencio que permite que el corazón hable; y que nosotros lo escuchemos.

Intentémoslo. Aún es tiempo de cambiar para bien desde el dolor.

Contenido
Meditación 23 – Anthony de Mello



«Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar»

(Mt 14,23)

¿No se te ha ocurrido nunca pensar que sólo eres capaz de amar cuando estás solo? Pero ¿qué significa amar? Significa ver a una persona, una cosa, una situación, tal como realmente es, no tal como tú la imaginas, y reaccionar ante ella como merece. No puedes amar lo que ni siquiera ves.

¿Y qué es lo que te impide amar? Tus conceptos, tus categorías, tus prejuicios y proyecciones, tus necesidades y apegos, los «clichés» que tú mismo has elaborado a partir de tus propios condicionamientos y experiencias pasadas. Ver es la más ardua tarea que un ser humano puede emprender, porque requiere una mente alerta y disciplinada, mientras que la mayoría de la gente prefiere ceder a la pereza mental antes que tomarse la molestia de ver a cada persona y cada cosa de un modo siempre nuevo, con la novedad de cada momento.

Liberarte de tus condicionamientos para poder ver es bastante difícil. Pero el ver te exige algo aún más doloroso: liberarte del control que la sociedad ejerce sobre ti; un control cuyos tentáculos han penetrado hasta las raíces mismas de tu ser, hasta el punto de que liberarte de él es tanto como despedazarte.

Si quieres comprenderlo, piensa en un niño al que se le inocula el gusto por la droga. A medida que la droga penetra en su cuerpo, el niño se va haciendo adicto, y todo su ser demanda a gritos dicha droga. Llega un momento en que la falta de la droga le resulta tan insoportable que prefiere morir.

Pues bien, esto es exactamente lo que la sociedad hizo contigo cuando eras un niño. No te estaba permitido disfrutar del sólido y nutritivo alimento de la vida: el trabajo, la actividad y la compañía de las personas y los placeres de los sentidos y de la mente. Se te hizo tomar afición a unas drogas llamadas «aprobación», «aprecio», «éxito», «prestigio», «poder»... Una vez que les tomaste el gusto, te hiciste adicto a ellas y empezaste a temer la posibilidad de perderlas. Sentías terror con sólo pensar en los fallos, en los errores o en las críticas. De modo que te hiciste cobardemente dependiente de los demás y perdiste tu libertad. Ahora tienen otros el poder de hacerte feliz o desdichado. Y, por más que detestes el dolor que ello supone, te encuentras completamente desvalido. No hay un solo minuto en el que, consciente o inconscientemente, no trates de sintonizar con las reacciones de los demás, marchando al ritmo de sus exigencias. Cuando te ves ignorado o desaprobado, experimentas una soledad tan insoportable que acudes de nuevo a los demás mendigando el consuelo de su apoyo, su aliento y sus palabras de ánimo. Vivir con los demás en este estado conlleva una tensión interminable; pero vivir sin ellos acarrea el agudo dolor de la soledad. Has perdido tu capacidad de verlos con toda claridad tal como son y de reaccionar adecuadamente ante ellos, porque, en general, tu percepción de ellos está oscurecida por tu necesidad de conseguir la «droga».

La aterradora e ineludible consecuencia de todo ello es que te has vuelto incapaz de amar nada ni a nadie. Si deseas amar, has de aprender a ver de nuevo. Y si deseas ver, has de renunciar a tu «droga». Tienes que arrancar de tu ser esas raíces de la sociedad que se te han metido hasta los tuétanos. Tienes que liberarte de ellas. Externamente, todo seguirá como antes, y tú seguirás estando en el mundo, pero sin ser del mundo. E internamente serás al fin libre y estarás absolutamente solo. Es únicamente en esa soledad, en ese absoluto aislamiento, como desaparecerán la dependencia y el deseo y brotará la capacidad de amar, porque ya no verás a los demás como medios de satisfacer tu adicción.

Sólo quien lo ha intentado conoce el terror de semejante proceso. Es como si te invitaran a morir. Es como pedirle al pobre drogadicto que renuncie a la única felicidad que ha conocido y la sustituya por el sabor del pan, la fruta, el aire limpio de la mañana y el frescor del agua del torrente, mientras se esfuerza por hacer frente al síndrome de abstinencia y al vacío que experimenta en su interior una vez desaparecida la droga. Para su enfebrecida mente, nada que no sea la droga puede llenar ese vacío. ¿Puedes imaginar una vida en la que te niegues a disfrutar de una sola palabra de aprobación y de aprecio o a contar con el apoyo de un brazo amigo; una vida en la que no dependas emocionalmente de nadie, de manera que nadie tenga ya el poder de hacerte feliz o desdichado; una vida en la que no necesites a ninguna persona en particular, ni ser especial para nadie, ni considerar a nadie como propio? Hasta las aves del cielo tienen nidos, y los zorros guaridas, pero tú no tendrás dónde reposar tu cabeza a lo largo de tu travesía de la vida.

Si alguna vez llegas a ese estado, al fin sabrás lo que significa ver con una visión despejada y no enturbiada por el miedo o el deseo. Y sabrás también lo que significa amar. Pero para llegar a esa región del amor deberás soportar el trance de la muerte, porque amar a las personas supone haber muerto a la necesidad de las mismas y estar absolutamente solo.

¿Cómo se llega ahí? A base de un incesante proceso de concienciación... y con la infinita paciencia y compasión que deberías tener para con un drogadicto. También te ayudará el emprender actividades que puedas realizar con todo tu ser; actividades que de tal manera te guste realizar que, mientras te ocupas en ellas, no signifique nada para ti ni el éxito ni el reconocimiento ni la aprobación de los demás. E igualmente útil te será volver a la naturaleza: despide a las multitudes, sube al monte y comulga silenciosamente con los árboles y las flores, con los pájaros y los animales, con el cielo, las nubes y las estrellas. Entonces sabrás que tu corazón te ha llevado al vasto desierto de la soledad, donde no hay a tu lado absolutamente nadie. Al principio te parecerá insoportable, porque no estás acostumbrado a la soledad. Pero, si consigues superar los primeros momentos, no tardarás en comprobar cómo el desierto florece en amor. Tu corazón romperá a cantar, y será primavera para siempre.


Contenido
Mati – Beatriz Delpero

No quiero que tu seas
un doloroso recuerdo,
ni que te vaya borrando
con mano de olvido
el tiempo.

Quiero que tu seas
algo dulce como caramelo
que saborearé a solas
en apretado silencio.

Algo tierno, como un cuento
que mil veces he de contarlo
tu corta vida reviviendo.
Cuento de princesa rubia
que se hizo sol, que se hizo viento
se volvió flor, lluvia
pájaro y voló al cielo.

Quiero que tú seas
nuestro más dulce recuerdo.

Contenido
Equilibrio interior – Bernabé Tierno

La paz con uno mismo y con los demás es hermana gemela del equilibrio y si de verdad deseamos la paz necesariamente habremos de poner fin a las hostilidades luchas e inquietudes que fatigan el cuerpo y el espíritu. El equilibrio nos vendrá siempre del interior de la aceptación propia y de la aceptación de los demás. Por el contrario la intranquilidad y el desasosiego tienen como fuente primordial la batalla que todos libramos en nuestra propia mente al proponemos objetivos incompatibles en conflicto ya que hacemos depender nuestra paz interior nuestro equilibrio de que los demás cambien.

Es frecuente que achaquemos nuestros estados depresivos nuestro mal carácter nuestra desidia o nuestra desgracia a que familiares. amigos compañeros de trabajo vecinos o conocidos no respondan exactamente con su conducta a las expectativas concretas que teníamos sobre ellos ni persiguen el objetivo que nosotros les habíamos fijado. Perdemos los nervios nos desequilibramos y atormentamos porque los demás no amoldan su vida y su conducta a la nuestra y por eso les acusamos de ser la causa de nuestras desdichas y de que vivamos tan alterados.

Es absurdo hacer depender nuestro equilibrio nuestra felicidad nuestra paz interior del cambio de conducta que lleven a cabo otras personas en relación con nosotros sencillamente porque al proponemos como meta cambiar a otra persona le estamos otorgando el poder de decidir si disfrutaremos o no de paz y de felicidad. No existe una pretensión o una actitud más inmadura e infantil y sin embargo pocos adultos llegan a comprender en su vida que la paz la madurez mental y el equilibrio son siempre un proceso interiordinámico y privativo de cada individuo.

Es cada persona quien decide elige y crea su propio clima interior y exterior de equilibrio y de paz precisamente fomentando en su mente pensamientos de paz equilibradores de acogida y de amor.

Si no aceptamos a los demás como son con sus limitaciones y defectos damos entrada en nuestro corazón al desasosiego las lamentaciones y los sentimientos negativos y de destrucción- Es cada persona ella solita quien crea sus propios estados depresivos de frustración de venganza de confusión y de ira al plantearse objetivos en conflicto uno de los cuales quizá el más grave sea el hacer depender el propio equilibrio la paz mental de los cambios que realicen otras personas. Son nuestros pensamientos quienes deben cambiar para lograr el equilibrio.

¿Cómo puede encontrar cualquiera su propio equilibrio personal y mantenerlo?

Con la auto observación con la vigilancia interior Cada vez que te descubras a ti mismo culpando a otros de tus desgracias y problemas pretendiendo cambiarles para que se amolden a tus deseos y pretensiones estás alentando tu propio desequilibrio. Siempre que dentro de ti en tu mente o en tu corazón se produzca una reacción desequilibrada equilíbrala al instante recurriendo al amor la comprensión el perdón y la generosidad.

Contenido
Si a la vida – Vesika Cravioto

¿Cuantos años tienes? 20, 30, 40, 50 alguna vez dentro de los años que tienes has pensado o sentido que no necesitas a tus padres? Alguna vez has escuchado decir que bueno que soy huérfano(a), o conoces a algún niño que sufre cualquier tipo de dolor que no deje de llamar a su madre!! Lees los periódicos o ves la televisión nunca has visto la cara de los niños que están solos en el mundo, nunca has escuchado la frase ¡si estos niños hubieran tenido a su madre o a su padres la vida para ellos hubiera sido distinta! Alguna vez has pensado que seria de tus hijos si tu no estuvieras con ellos, crees que existan niños, jóvenes o adultos que sean felices porque no tuvieron padres!!!

Creo que no, creo que desde que nacemos hasta que morimos ¡¡siempre!!

Deseamos tener la presencia, el apoyo y/o el apapacho de nuestros padres, aún hasta de nuestros abuelos, entonces me pregunto ¿Por qué eres tan egoísta? ¡SI! Porque deseas morir dejando a tus hijos solos, te quieres morir para seguir al hijo o hija que ya no te necesita!!! Si porque aquel hijo que se nos fue, date cuenta ¡¡ellos!! Ya no nos necesitan!! Están en un plano diferente al nuestro, ellos están mejor que nosotros.

Si, la partida de nuestros hijos nos cambio la vida, si!!! Ahora sufrimos, nos duele, estamos desorientados, como bien dicen ¡¡me quisiera morir!! Pero!!!! Y tus demás hijos, velos? Escoge a cual de tus hijos le darías a la muerte a cambio de que te regrese al que se ha ido, ¿para que? ¡Para que no sufras!

Cuando mi hija murió y la estábamos velando levante la vista y pensé ¡Señor porque te la llevaste! y hagan de cuenta que me contesto!! Mira a todos los que están aquí, -di una vuelta completa con la vista y vi a toda la familia- y otra vez escuche esa voz dentro de mi que pregunto ¿a cual de todos ellos quieres que me lleve a cambio de Yeralda? ¡Me tengo que llevar a uno!, tu escoge a cual me das?... Y nunca pude contestar esa pregunta.

Yo te preguntaría ahora ¿a cual de tus hijos le das a la muerte para que no sufras? A ninguno verdad!! Por eso la vida, la muerte, el destino o lo que pueda ser, creo yo, nos lleva sin pedir permiso, nos quita la vida en el momento en el que no la esperamos, porque nunca podríamos darle a la muerte a ninguno de nuestros seres queridos, nos negamos a dejarlos ir aunque estén enfermos, aunque estén discapacitados, aunque estén viejitos, aunque nos hagan sufrir.

Entonces por favor no digas me quiero morir, cuando tienes a un esposo o a una esposa al que prometiste acompañar hasta que la muerte los separe, tienes aún a tus padres, de la edad que sea, quieres que ellos sufran lo que tu estas pasando, solo porque quieres dejar de sufrir ¡tu! ¿Entonces que los demás sufran? ¡Tu no!! Quieres dejar a tus hijos de la edad que sean ¡huérfanos! ¡Solos!, a la buena de Dios, sin un guía, sin un alguien que se parta en pedazos por sacarlos adelante, por cuidarlos de las adversidades de la vida, quieres que todos sufran ¡¡menos tu! por eso te quieres morir.

No hermano piensa en los seres que te necesitan, en tus hijos pequeños y grandes de igual forma te necesitan y les haces falta, cuantos hijos se pierden en los vicios, cuantos sufren por padres o madres postizos que nos los quieren por mas que ellos se esfuercen, cuantos hijos pasan hambre porque no hay una madre o un padre que les provea un hogar, un techo, un plato de comida, porque un padre o madre que se llame así, deja de comer por darle a sus hijos, deja de ser el o ella por ayudarlos.

No dudes ni un momento ¡le haces falta a tus seres queridos!, yo ya no tengo a mi hija desde hace dos años un mes y 5 días, y créanme que aún la extraño como el primer día, sin embargo todos los días doy gracias a la vida por un nuevo día, porque puedo ver por mis padres que me necesitan, porque tengo un hijo de 24 años que también me necesita y me necesita fuerte, feliz y dispuesta a apoyarlo, a aconsejarlo a brindarle todo lo que como madre puedo aportar a su vida, porque tengo un nieto de 4 años al que le prometí a mi hija que cuidaría de él, mi vida de algún modo quizá muy pequeñito aporta algo a los demás.

A mi hija la traigo en mi mente y en mi corazón las 24 horas del día, y es la que ahora me da la vida, me da el coraje, me cuida y me acompaña con una sonrisa en mi sentir, ella siempre demostró amor y felicidad hacia la vida, entonces con esa misma actitud enfrento mi día a día, vivo por ella, porque ahora me ayuda a tomar decisiones, cuida a su hermano cuando se va de fiesta, acompaña a mi nieto a la escuela y vela su sueño, ella mi Yery, ella ya no me necesita, mas necesito yo ahora de ella, por eso me atrevo a escribirles HERMANOS de RENACER ¿porque algunos quieren renunciar a la vida que se les esta dando? ¿Porque piensan en morir si dejan en la orfandad a los hijos que aún les viven?, luchen hasta con los dientes por salir adelante, por vencer la depresión, en nombre del hijo que ya no esta, háganlo en nombre de la gente que vive por ustedes, que nació de ustedes y por la familia que ustedes formaron y de la que forman parte, la vida es hermosa aún y aunque nos haya cambiado.

De todo corazón para aquellos que sienten que la vida ahora no tiene sentido, yo les digo cuesta mucho trabajo, esfuerzo y decisión pero si se puede, SI A LA VIDA A PESAR DE TODO.

Verónica mama de Yeralda.

Contenido
El tiempo El dolor La muerte - Krishnamurti



El hombre que no le tiene miedo a la vida, no teme sentirse completamente inseguro, pues comprende que internamente, psicológicamente no hay seguridad. Cuando no hay seguridad, hay un movimiento que nunca termina y entonces la vida y la muerte son iguales. El hombre que vive sin conflicto, que vive con belleza y amor, no teme a la muerte, porque amar es morir.

Si usted muere a todas las cosas que conoce, incluyendo su familia, sus recuerdos, todo lo que ha sentido, entonces la muerte es una purificación, un proceso rejuvenecedor; entonces de la muerte nace la inocencia. Y sólo el inocente es apasionado; no así la persona que cree, o que quiere descubrir lo que ocurre después de la muerte.


El texto completo en nuestra página Renacer en Internet.


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Que cosa extraña es el hombre,
nacer no pide,
vivir no sabe,
y morir no quiere'

Envía Jorge Anchordoqui

Hasta la próxima!!