Cuantas veces expresamos eso cuando nuestros hijos o seres muy queridos nos preguntaban o nos decian que haríamos si a ellos les tocaba o les llegaba la hora de partir de este mundo antes que a nosotros.
Y ese hecho se produjo, y hoy seguimos vivo, con un gran dolor por la ausencia, luchando por sobrevivir en este mundo al que aun no le podemos encontrar una explicación que nos parezca lógica a ciertas circunstancias que debemos afrontar y no las podemos comprender.
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¿Tal vez sea, que también tengamos que morir para poder seguir viviendo?
¿Que pregunta contradictoria no?
Morir, para seguir viviendo.
Claro es que a la muerte que me refiero no es la muerte del cuerpo; sino la muerte mística, es decir la muerte psicológica de los yoes y los egos, vicios que innegablemente nos conducen a la ira, el rencor, la rabia, etc.
Muerte que hace renacer en nosotros el amor, porque el ego no conoce de amor.
Sólo en el amor encontraremos la libertad, la paz, la esperanza y la Fé y sobre todo sólo en el amor encontraremos a ese ser querido que tanto amamos
Porque el amor es vida, y vivir plenamente cada momento de nuestra existencia es el mejor homenaje que podemos hacerles a nuestros hijos, tanto a los que ya no están como a los que siguen a nuestro lado.
Por eso, hoy digo: ¡Hijo, estoy muriendo!
Pedro
Renacer - Rosario
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