sábado, 13 de marzo de 2010

Gustavo en el 20ª Aniversario de Renacer

Cuando nosotros empezamos a trabajar lo primero y fundamental para nosotros fueron los mensajes de Elisabeth Kübler-Ross a quien le debemos también agradecer y tener un reconocimiento.

Elisabeth Kübler-Ross nos respondió muchas preguntas personales acerca de la manera en que los hijos parten, con ella hasta allí pudimos andar, hasta que apareció en nuestras vidas la obra de Víctor Frankl que nos dio el sustento filosófico antropológico necesario para fundamentar la tarea de Renacer, sobre todo para que Renacer pudiera reproducirse en otros lugares sin la presencia nuestra, porque si nuestra presencia hubiese sido requerida para formar un grupo, eventualmente, esto hubiera sido la obra de un par de iluminados, cosa que no es así, porque vuelvo a repetir, todos ustedes tomaron el mensaje, les gustó y lo adoptaron, y por eso es que existe hoy Renacer en tantos lugares.

Frankl nos hizo ver el sufrimiento de manera distinta, nos hizo ver el sufrimiento como catalizador de un crecimiento interior, nos dijo Frankl: “el hombre que se levanta por encima de su dolor, para ayudar a un hermano que sufre, trasciende como ser humano”, es decir, el hombre que aun sufriendo prioriza la presencia del otro, se humaniza, por eso pudimos decir un día, cuando quizás nadie nos entendió, pues poca gente nos entendía, que Renacer es un imperativo ético, porque el resultado final para aquellos valientes que se animaban a dar el salto de la trascendencia, era la transformación interior, era el acceso a la verdadera humanidad del hombre.

Dijimos luego que Renacer era una revolución cultural, y cultura significa la capacidad del hombre para hacer las cosas distintas a como son.

Aquí parémonos un segundo y analicemos esta frase, “la capacidad humana para hacer las cosas distintas a como son”, si podemos hacer las cosas distintas a como son, también podemos hacerlas mejor, no es obligatorio que las hagamos peor, entonces, si nosotros podemos hacer las cosas distintas a como son y elegimos, en el proceso, hacerlas mejor, estamos dando un salto que nos lleva a la categoría de lo moral, de la tarea moral del hombre, porque, entonces, al elegir tenemos que optar entre lo mejor y lo peor.

No es como muchos papás nos decían, claro “antes era mejor, ahora todo es peor” y se movían en la categoría “del antes” y “el después” y en esas categorías, desde ese punto de vista, si nosotros analizamos la muerte de un hijo, bajo los conceptos de antes y después, no tienen salida, porque siempre antes fue mejor.

Pero si nosotros podemos movernos en la categoría de lo mejor y lo peor, estamos dando un salto cualitativo, que nos lleva a trabajar en el ámbito de lo moral y ser moral es, en el fondo, dar al otro el doble de lo que uno espera de ellos.

Esto está en relación con algo que habíamos dicho hace muchos años, cuando decíamos ¿qué es aquello que es absolutamente imprescindible para la existencia de Renacer? ¿qué es aquello sin lo cual la ayuda mutua no puede existir?

Es la presencia del otro, porque ¿qué clase de ayuda mutua es si yo voy a una reunión del grupo y estoy solo? Entonces, yo no tengo que cuidarme a mí, yo tengo que cuidar más al otro, tengo que preocuparme de ayudar al otro, para que el otro vuelva, porque sin el otro yo no soy nadie.

Y eso nos costó también, porque al principio la gente estaba muy apegada a sus propios sentimientos, a sus propias emociones, lo único que interesaba era “que yo estoy mal”, “yo extraño a mi hijo”, “yo quiero a mi hijo y a míf no me importa el otro”, era lo que decían, pero, sin embargo, no había salida sin el otro.

Entonces, en el ámbito de lo moral nos movíamos hacia la valoración del otro, allí definitivamente, sabíamos, con algunos de los elementos que teníamos que trabajar y también sabíamos con que no trabajar.

Todos los modelos psicológicos sacando la logoterapia, se basan en la categoría “del antes” y “el después”.

Si usted va a un psicólogo y le dicen: “yo me siento mal”, le dicen: “a bueno, veamos ¿que le pasó antes?” Entonces, si hoy estoy mal es porque antes me pasó algo malo, si embargo, nosotros en Renacer, venimos a decir que la dimensión espiritual del hombre es aquella que nos permite trasformar esta tragedia en un triunfo, en un triunfo del espíritu humano, en un triunfo humano, entonces es un mensaje totalmente contradictorio al mensaje de todas las ciencias de la psiquis.

Eso también era una novedad y también era difícil, porque nosotros decíamos: no es necesario prestar atención a los sentimientos y a las emociones, son todas negativas, ya lo sabemos, no tengo que perder tiempo preocupándome de como me siento, tengo que utilizar toda mi energía para que el hermano que está sentado frente mío se sienta mejor, en el fondo, era el viejo dicho que también lo dijimos hace muchos años: “aquel que lleva la luz a los demás no puede separarla de sí mismo”.

Y decimos también “no soy el otro, pero no puedo ser sin el otro”.

Todas estas cosas nos iban llevando por un camino que iba muy lejos de la psicología, iba muy lejos del dolor, pero un camino que les decíamos aprovechemos esta oportunidad, porque nunca podemos volver a ser la misma persona después de perder un hijo.

Y analicemos esto, tengamos 30 años, tengamos 40 años, tengamos 50 años, tengamos la edad que tengamos, se nos presenta una nueva oportunidad en la vida, vamos a ser una nueva persona, la persona que éramos antes ya no somos, haya sido buena, haya sido mala, haya sido perfecta, haya sido como haya sido, ya no somos más, somos una persona en blanco, pero tenemos la posibilidad de elegir lo que queremos ser y eso no solamente es un desafío, sino que es una aventura, como Renacer fue una aventura.

Entonces, asumamos el desafío y la aventura de ser una nueva persona y elijamos en ese camino entre lo mejor y lo peor, porque podemos decidir, podemos elegir, no somos bebés recién nacidos, comenzamos una nueva vida pero ya con experiencia, ya podemos decir que es el bien, ya podemos decir que es el mal, ya podemos decir que es lo que queremos ser, entonces, a través de esa transformación interior, como dijo Moñi, y como dicen todos ustedes, la muerte de un hijo no va a ser en vano, esos hijos van a ser estrellas fugaces que llegaron a nuestras vidas, nos tocaron, se fueron pero nos transformaron, nos tocaron para cambiarnos, son pocas las veces en que la vida nos da segundas oportunidades.

La vida nos da segundas oportunidades cuando estamos cerca de la muerte y nos salvamos, pero también nos la da cuando perdemos un hijo y decidimos vivir, pues como tan bien lo dijo Aldo una vez, si yo me muero con mi hijo, el mensaje que le estoy dando a la vida, es que mi hijo va a terminar siendo mi verdugo y ese es un mensaje que nadie quiere dar.

Trabajo de transcripción realizado por Enrique Conde – Renacer Congreso – Montevideo – Uruguay

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