martes, 27 de enero de 2009

CUANDO UN HIJO MUERE. Logoterapia y Ayuda Mutua en el Proceso de duelo. Experiencia de los Grupos Renacer (Parte Final)

Conclusiones

 En la tarea de la ayuda mutua se yergue omnipresente, como hilo conductor, el fenómeno de la trascendencia del ser humano, de su auto-trascendencia, de su ser-siempre-proyectado, fenómeno sin el cual ésta tarea sería imposible. 

  Está implícito, desde el comienzo, el carácter fenomenológico tanto de la manera en que los grupos funcionan, como del presente análisis. Es precisamente esta metodología la que nos permite obtener las siguiente conclusiones sobre la autotrascendencia tal como se despliega en los padres sufrientes, a menudo muy rápidamente, por no decir en la reunión inicial, en otras ocasiones a medida que pasan las reuniones —dos veces al mes— y se dan cuenta que sin la presencia del otro no habría grupo alguno:

1- El hombre como ser humano es trascendente( autotrascendente), no puede no serlo. Los padres prontamente se dan cuenta que no existe ayuda mutua sin la presencia del otro frente a ellos. En palabras de Levinas “no soy el otro; no puedo ser sin el otro”. El ser humano puede ilusionarse, dejar que un velo lo cubra, y creer que no es autotrascendente, hacer como si no lo fuera. Hecho este que lo lleva a la desesperación o angustia existencial, y que en el grupo se manifiesta por estados de profunda hiperreflexión, durante los cuales los padres sólo ven su propio dolor, fenómeno que hemos llamado como “el cortaplumas cerrado”, que impide toda observación e integración al mundo. Cuando la autotrascendencia es ignorada sistemáticamente aparece la neurosis existencial, el hombre vive escapando del ser(Heidegger). Transita, sin darse cuenta, del ser-ahí al ser-así(Frankl). En el grupo se manifiesta por lo que hemos descrito como sufrimiento anancástico o, en términos franklianos, depresión noógena.

2- Durante los primeros 6 años de actividad los grupos Renacer se autodenominaron de “autoayuda”. A medida que transcurrió el tiempo los integrantes comenzaron a darse cuenta que lo realmente valioso era el hecho de ayudar a otro padre sufriente, que en la medida en que se preocupaban más por el dolor del otro menos intenso era el dolor propio; aprendieron entonces que ese “alivio” de su sufrir era resultado de la ayuda brindada al “otro”, aún cuando inicialmente había sido la meta personal. De Frankl hemos aprendido que la felicidad no puede ser una meta sino el resultado de una tarea o una misión llevada a cabo adecuadamente, por lo tanto podemos afirmar que “la autoayuda es el resultado de una tarea adecuadamente cumplida que consiste en la ayuda a un hermano que sufre, y en ese ayudar a otro nos ayudamos a nosotros mismos en un proceso de ayuda mutua”. Esta vuelta de tuerca existencial, que va de “recibir para después dar” (tan frecuente en los objetivos de grupos de autoayuda) al “dar para recibir” de Renacer es consistente con el postulado cristiano y reafirma al hombre como un ser abierto al mundo y a los hombres. A partir de esta comprensión los grupos han decidido cambiar su denominación de autoayuda a ayuda mutua.

3- Cuando los padres dolientes descubren a la tarea grupal como un “encuentro existencial de seres sufrientes que confluyen en un objetivo común: trascender el sufrimiento”, descubren también al hombre, a sí mismos, como seres autotrascendentes, libres para decidir su actitud frente al sufrimiento, y responsables por esa decisión.

4- La decisión existencial de la ayuda mutua, conceptualizada en la frase: “El padre sufriente a quién amar se vuelve la tarea a cumplir, a través de los valores de actitud”, lleva al hombre a un cambio existencial de un ser-para-sí-mismo a un ser-para-otro, permite la reafirmación absoluta del tú, ayuda al ser sufriente a desplegar o explicar, casi sin darse cuenta, la autotrascendencia propia de su existencia y facilita el salto por sobre la barrera de sus emociones, arrastrado por la necesidad existencial de ayudar al hermano que sufre.

5- La ayuda mutua es una obra de amor, no puede no serlo, y el amor es el verdadero encuentro entre personas, relación en cuyo marco ambos integrantes del par “Yo-Tú” (Buber) se reconocen en toda su humanidad.

6- Renacer es el encuentro de padres y madres, hermanas y hermanos, abuelas y abuelos que concurren a dar algo de sí mismos en memoria de esos hijos, y si ese algo es el mismo amor que ha de perdurar y derramarse hacia la vida misma, entonces habremos comenzado a recorrer el único camino que esta conmoción existencial nos permite, el camino final de humanización.  

Un agradecimiento especial a Alicia y Gustavo Berti, por el material remitido


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