lunes, 19 de enero de 2009

CUANDO UN HIJO MUERE. Logoterapia y Ayuda Mutua en el Proceso de duelo. Experiencia de los Grupos Renacer (4ta. Parte)

Desarrollo de una reunión

Antes que nada es necesario aclarar que en la reunión participan todos los padres que asisten al grupo, sin importar la causa de la muerte ni la edad del hijo o hijos al morir puesto que aquello que une a todos los integrantes es el hecho de haber entregado hijos a la vida antes de lo que hubiéramos deseado. La importancia de esta decisión de estar todos juntos desde el primer momento ha probado ser valiosa para desalentar la hiperreflexión y favorecer el despliegue de la autotrascendencia, como veremos más adelante. Hemos visto ya que antes de comenzar con la reunión propiamente dicha existe una instancia que hemos llamado el “recibimiento” que facilita la inserción grupal de los que recién llegan.

Volviendo a las diferentes instancias que generalmente se desarrollan durante una reunión, podemos ahora hablar de los diferentes niveles en los que el grupo puede funcionar, y así describir tres niveles en RENACER. Esto no significa tres grupos distintos, sino niveles o momentos dentro de la misma reunión:

 l) Tradicional: en este nivel el grupo está más orientado a lo que podemos llamar comportamiento testimonial, en el que la catarsis y las emociones predominan. Uno de los problemas que estos padres confrontan es la disolución como grupo luego que todos los testimonios se conocen tan bien que no queda ya nada por decir; otra posibilidad es la transformación en un grupo de víctimas, en el los integrantes se reúnen para luchar contra los victimarios, reales o supuestos. A este sentimiento de victimización están particularmente expuestos los padres de hijos asesinados, o muertos en accidentes de tránsito por responsabilidad ajena, real o supuesta. El problema que esto plantea es que es característica de la víctima transferir la responsabilidad existencial —es decir por su vida y cómo la vive— al victimario; lo que implica que la victima nunca puede ser responsable por su vida y, por lo tanto, elegir cómo vivir su duelo, su sufrimiento.

2) Análisis Existencial: en este nivel de funcionamiento los padres actúan como seres a quienes la vida les ha hecho una pregunta extremadamente dura, y bucean en su inconsciente espiritual por recursos interiores con los que ni siquiera habían soñado inicialmente. Aquí el grupo funcionaría en el nivel de análisis existencial. A los padres que ingresan al grupo se les ofrece precozmente una alternativa que ha demostrado ser muy valiosa para inducir una temprana dereflexión y facilitar, a la vez, la fase de análisis existencial: se les dice que pueden ver al grupo de dos maneras, una es acudir para buscar consuelo y un hombro donde apoyarse y que en general eso ayuda pero no alcanza, la otra forma de ver al grupo es como un lugar donde van para dar algo en recuerdo y memoria de sus hijos. La mayoría de los padres elige la segunda opción y es ahora cuando se les plantea la siguiente pregunta: ¿Qué van a dar en memoria de sus hijos? ¿Qué es lo único que un padre puede dar en memoria de sus hijos? ¿Odio? ¿Bronca? ¿Ira? ¿Deseo de venganza?, a partir de aquí surge, de manera espontánea, el amor, el mismo amor que los padres sienten por sus hijos, como única respuesta. Desde este momento en adelante se hace posible trabajar con lo más sano, lo más valioso de cada padre.

 Para Viktor Frankl, el análisis existencial entiende al hombre como un ser esencialmente responsable(18). Y agrega que no es el hombre el que debe cuestionar a la vida, sino que es él el que está siendo interrogado; solo que su respuesta debe siempre basarse en la acción, es solo a través de su accionar que las "preguntas vitales" pueden ser respondidas. Aquí Frankl va más allá aún para decir que la responsabilidad es la base fundamental del ser humano en cuanto representa una dimensión espiritual y no meramente impulsiva. Es aquí donde RENACER actúa como una escuela de vida, asistiendo a cada padre en su propio análisis existencial, rescatando todas las experiencias positivas y cambiando todo lo que necesita ser cambiado. Es cuando los padres utilizan el grupo en este nivel cuando las preguntas que componen la tríada trágica: sufrimiento, culpa y muerte encuentran respuesta. El sufrimiento puede ser resuelto a través del servicio, hacia otros padres dolientes o cualquier otro ser sufriente, así vemos muchos padres miembros de los grupos que visitan orfanatos, hogares de ancianos, fomentan la donación de órganos, constituyen fundaciones para el alivio del mal responsable por la partida de sus hijos, etc. La culpa es resuelta a través del cambio existencial y la muerte ahora se convierte en acicate para la acción responsable.

 Cuando los padres comienzan a darse cuenta que una persona que ha perdido uno o más hijos nunca volverá a ser la misma, que algo cambia para siempre, es aquí donde RENACER se abre al análisis existencial. Ahora, apoyado por sus pares, el padre dolorido logra percibir, no aún de una forma consciente, que lo que debe morir es su ego y no su ser. Comienza a comprender, con el apoyo del grupo, que la pérdida de un hijo es la pregunta más importante que la vida le ha hecho, y por lo tanto la respuesta debe ser de igual importancia. El todavía no sabe cuál es esta respuesta, pero su intuición le dice que debe estar basada en una transformación espiritual. En este nivel, el grupo continua funcionando como un grupo de análisis existencial, el que puede continuar a lo largo de toda nuestra vida.  

 3) Trascendental: este nivel lo podemos llamar de "iluminación", trascendencia de los problemas analizados a un nivel existencial; liberación, que en nuestro caso significa, llegar a un estado de paz interior, pero también haciendo uso de la responsabilidad que viene con la libertad, dándonos cuenta que somos responsables frente a nosotros mismos, frente a la sociedad, frente a Dios, y por sobre todo frente a aquellos que en los momentos difíciles de la vida nos están mirando y protegiendo, y que son nada menos que nuestros hijos quienes nos han precedido en el viaje evolutivo que llamamos muerte. De esta manera, los padres se muestran capaces de responder a las preguntas del destino en la forma más elevada posible, a través del ejercicio de los valores de actitud, que en este momento, con total comprensión de su significado, se vuelven contagiosos en el grupo de pares.

 El grupo se expande al máximo de su potencial cuando cualquiera de los miembros trasciende sus sentimientos expresados en el nivel de análisis existencial y comienza a trabajar como ayudador. Después de una reunión a la que asistió una mamá por primera vez con todo su dolor, otra madre con un poco más de experiencia en el grupo dijo: “es la primera vez que he podido dejar mi dolor de lado y pensar solo en el suyo, y lo que podía hacer para ayudarla”. Cuando los padres comienzan a distanciarse de su dolor y comienzan a prestar más atención al de los otros, frecuentemente mencionan la falta de palabras para describir sus sentimientos más íntimos, los que llegan a mucho más que la mera "felicidad", o un deber que ha sido cumplido, es más una sensación de que "todo está bien, que están finalmente en paz con la vida, que quizá este fue en realidad, su destino ". Que la vida, después de todo, necesita seres compasivos, y que es extremadamente difícil volverse compasivos leyendo libros, que es sólo como dice Frankl, a través del “sufrimiento sufrido con coraje” que la compasión puede ser ganada. 

 Cuando un padre nos dice que no puede contener su asombro ante lo que siente cuando sus esfuerzos para ayudar a alguien han sido respondidos, y que carece de palabras para describir estos sentimientos, nosotros sabemos que una comunión absoluta, un verdadero encuentro con el otro ha sido logrado, y ahora podemos detenernos brevemente en el significado de encuentro: es la reunión de dos o más personas en la que que el contacto o el vínculo se da a partir de lo humano en cada uno de ellos, y lo humano en el hombre es su dimensión espiritual. También hemos mencionado que se produce, merced al encuentro, una comunión, alcanzada a través de la intuición. En las palabras de Bergson: “intuición es la empatía a través de la cual nos transportamos dentro de lo más íntimo del otro para coincidir con lo que es único y por lo tanto inexpresable”(19). ¿Y qué puede ser más único e inexpresable que la muerte de un hijo?  

 Existen padres que pueden trascender su dolor más rápido que otros y obtener así una mejor calidad de vida. Estos son los que rápidamente se acomodan en el nivel trascendental. Son capaces de levantarse por sobre su dolor, “mirar al horizonte” y usar su capacidad para auto-distanciarse y muy rápidamente comienzan a ayudar al hermano que sufre. Son personas importantes como ayudadores, siempre con la palabra justa, con una actitud consoladora mientras se convierten no solo en referentes para el grupo, sino también en referentes sociales.

Ellos son prueba, una vez más, que la única forma de ser ayudados es ayudando a otro. Estos padres se consideran a sí mismos seres totalmente responsables por sus propias vidas, han llegado a ver en la muerte de un hijo una pregunta muy importante que espera ser respondida, y es que precisamente ayudando a un hermano que sufre donde se encuentra la respuesta.

 Teilhard de Chardin, tuvo ocasión de experimentar el fenómeno de la ayuda mutua durante la primera gran guerra y, en cartas que escribía a una prima suya surge con fuerza indescriptible la comunión alcanzada con sus compañeros de destino: “existe un lazo que, sin inquirir sobre modos, espíritu y convicción, une a los más dispares, contradictorios y contrarios entre sí, en un sólo, viviente, actuante y sensible cuerpo: el compañerismo, el participar de idéntico destino”... “En la guerra se había producido una rajadura en la costra de las banalidades y convenciones. Una 'ventana' se abrió a los mecanismos misteriosos y a las caras profundas del acontecer humano. Se había formado un ambiente donde le fue posible al hombre aspirar un aire cargado del cielo... En la paz, todas las cosas se cubrirán otra vez con el velo de la monotonía y de la pequeñez” Aquí Teilhard nos estaría dando una visión transubjetiva (trascendental) de una experiencia grupal, donde se analiza la existencia humana al desnudo, que podría compararse a la experiencia de Frankl y tantos otros héroes anónimos en los campos de concentración durante la segunda guerra mundial. Es importante notar que estos conceptos, que en esencia hablan sobre la ayuda mutua en situaciones límites, fueron escritos casi dos décadas antes de la aparición en los Estados Unidos, en 1934, del primer grupo de autoayuda, es decir de Alcohólicos Anónimos

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