viernes, 27 de marzo de 2009

Caminos luminosos

  “Para Renacer no hay, realmente, una fórmula, nosotros siempre pensamos que hay que alentar el pensamiento positivo y amoroso de los papás que van ingresando y hacerles ver que todavía en su vidas hay un horizonte pleno de posibilidades para que ellos elijan como vivir su vida y que cada uno tiene que hacer su mejor esfuerzo y que la responsabilidad de cómo vivimos nuestra vida es siempre nuestra, desde el primer día.

  El desafío para nosotros, no es lamentar lo perdido, sino encontrar los nuevos caminos que se abren a partir de esa pérdida; nuevos caminos de esperanza, de amor, de solidaridad, de compasión, de tratar de ser mejores. Ese es el desafío al que nos enfrentamos todos los días de nuestra vida. 

  No todo termina cuando se va un hijo, más bien, muchas cosas comienzan cuando se va un hijo.

  La tarea es descubrir que es lo que comienza en la vida después que se va un hijo.  

  En el futuro están todas las posibilidades, de las cuales tenemos que elegir aquellas que tengan sentido.

  ¿Cuáles son las posibilidades con sentido?

  Aquellas que sean buenas para mí, buenas para los que me rodean y buenas para la vida; si no cumplen la triple condicionalidad, no es una elección plena de sentido.

  Sepan que es así, debemos abrirnos a esas posibilidades, tenemos que abrir los ojos, abrir el corazón y abrir la mente para descubrir que detrás de este dolor que hoy muchos de ustedes están sintiendo, sepan que ahí no se agota todo.

  Al sentir esperanza, no estamos negando que las cosas sean como “parecen ser”, simplemente estamos afirmando que en ese “parecer ser” no se agota todo lo que esas cosas son.

  La vida tiene tesoros para descubrir y cada uno de ustedes puede descubrirlos, pero depende de cada uno de ustedes.

  En cada uno de nosotros está la semilla que debe germinar y ser regada cada día, la semilla de la comprensión, de la solidaridad, del abrazo fraterno, del olvidarme de mí para pensar en el otro, para pensar en el bien común.

  Nosotros tenemos para dar cosas valiosas por la vida y tenemos en nombre de quien darlas, porque podemos darlas en nombre de nuestro hijo y hacer que el recuerdo de nuestro hijo perdure en la vida.  

  De esa manera, muy de a poquito, podemos lograr cambios perdurables, ya no sólo en nosotros mismos, sino a través de esta actitud, en la comunidad en la que vivimos.

  No va a ser con lágrimas que vamos a demostrar cuanto los amamos o los extrañamos, es a través del amor que demostremos, a través del amor que demos.

  Está bien llorar, pero hay un tiempo para llorar, no se puede llorar eternamente, porque si se llora eternamente se destruye la familia, se alejan los amigos, los otros hijos pronto se alejan también de nosotros; sería una serie de pérdidas sucesivas, no solamente la pérdida del hijo, otras pérdidas que vendrán después, eso es lo que nosotros tratamos de evitar ofreciendo un camino.

  En los grupos se les muestra a los padres que hay un tiempo de llorar, pero también hay un tiempo de levantar la frente y caminar por la vida con dignidad, haciéndose responsable por la manera en que cada uno de nosotros vivimos nuestra vida.

  Si el resultado de la muerte de un hijo, es hacer una persona más solidaria, más compasiva, más receptiva al dolor y al sufrimiento de los demás, entonces, su muerte no habrá sido en vano.

  Estamos en Renacer porque queremos aprender a vivir de una manera que incluya amorosamente a nuestros hijos, que recupere el recuerdo amoroso de nuestros hijos sin lágrimas, que podamos hablar de ellos sin lágrimas y que cuando nos toque partir no nos haya quedado nada sin hacer, no nos haya quedado amor por dar.

  A Renacer no voy a dar tristeza, llanto, bronca o rabia, pues si voy a dar algo en memoria de mi querido hijo, tengo que dar algo hermoso, y lo único que tengo para dar es amor; todavía podemos sentir y dar amor en nombre de los hijos que no están.

  Renacer ofrece la posibilidad de hacer una transformación interior, un crecimiento interior si tú así lo eliges hacer, pues, como siempre, depende de tu elección y es tu responsabilidad.

  Para llegar a la meta es necesario tener en primer término fe en el camino que se va a iniciar y en el proceso, luego dar el primer paso y finalmente perseverar. Si alguno de esos pasos no se cumple no llegaremos a ningún lado.

  Vemos a personas que de acuerdo a muchos estándares podrían estar destruidas porque han sufrido la tragedia, que representa el peor de los miedos para las personas que tienen hijos, es decir, la realidad de haber perdido un hijo y, sin embargo, se levantan, se hacen solidarias, compasivas, ayudan a otro papá o a otra mamá que ha pasado por la misma experiencia de vida tan dolorosa, mostrándoles que hay un camino más allá del dolor y colaboran para que la comunidad en la que viven sea un mejor lugar para vivir.

  La clave es que tanto sufrimiento no debe ser estéril, porque la verdadera tragedia sería no sólo haber perdido un hijo, sino, que habiéndolo perdido, elegir morirme con él.

  De un sufrimiento extremo como éste podemos aprender tanto, pues se abren caminos inesperados que jamás hubiéramos pensado que se nos iban a presentar.

  Hacer el esfuerzo de ponerme de pie y saber que de mí depende como yo viva mi vida, como yo viva cada día de mi vida y de las respuestas que dé a las preguntas, a interrogantes y duros planteos que la vida nos hace.

  Como yo responda a cada uno de esos interrogantes me va definiendo como persona y van a hacer de mí, finalmente, lo máximo que puedo llegar a ser como persona.

  Pensamos que es a través del sufrimiento que nos modelamos, como es que a través del fuego se va haciendo la obra del orfebre.

  Podemos lograr una transformación interior que al principio ni siquiera soñábamos que podíamos lograr.

  Renacer ofrece un camino positivo, amoroso y que tiene que ver con transformar el dolor, ese dolor tan increíble, transformarlo en amor, porque más fuerte que el dolor es el amor por el hijo. 

  Nosotros podemos sentir el dolor de su ausencia, pero mucho más fuerte que el dolor de la ausencia del hijo, es el amor hacia ese hijo.

  Lo que estamos tratando de hacer, es de convertir nuestro dolor en amor, porque el dolor puede pasar, el dolor va a pasar si sabemos canalizarlo positivamente, pero el amor siempre queda.

  Finalmente quisiéramos decirles a todos los papás, que sepan que se puede, que la partida de ese ser tan amado no signifique el fin de nuestra vida, que signifique el comienzo de un camino que tiene que ver con el servicio, tiene que ver con el dar mi mano y en ese dar mi mano al otro ser que sufre, mi propio dolor va desapareciendo, va disolviéndose.

  Son los caminos luminosos de los que hablamos.” 



  Gustavo Berti-Alicia Schneider Berti

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