miércoles, 20 de mayo de 2009

Una Historia de Amor ( 1ra. Parte )

Homenaje a Nicolás

Estrella fugaz que surcó el firmamento, iluminado nuestro camino

De parte de quienes vinimos, entramos, nos ayudaron, nos abrazaron cuando

  “Renacer era una cosa ya hecha”


  Por



  Ulises, Ana y Enrique de Renacer Congreso- Montevideo Uruguay



  “Por la Esencia de Renacer”



  20 de Mayo de 2009




A través de estos años que fueron años duros y difíciles, tuvimos muchas

dificultades y tuvimos problemas y tuvimos enemigos; tuvimos problemas

de afuera y tuvimos problemas de a dentro […] queremos contarlo, porque

para muchos de ustedes Renacer era una cosa ya hecha que estaba

cuando vinieron, entraron, los ayudaron, los abrazaron, pero se preguntaron

¿cómo nació Renacer? ¿cómo se originó? ¿qué dificultades tuvo que pasar?

¿cómo creció? ¿cómo llegó a ser lo que es ahora?”



  Gustavo Berti en Huerta Grande 2003



INTRODUCCIÓN

Esta historia, por nuestra falta de conocimiento en detalle, no incluye una descripción pormenorizada de todos aquellos hechos que conforman la verdadera historia de este amor.

Nos hemos ocupado, exclusivamente, de entresacarla de lo dicho por Alicia y Gustavo Berti en las charlas realizadas en aquellos lugares a que han concurrido, diseminadas en el tiempo en el transcurso de 20 años, que han llegado a nuestro conocimiento.  

No quisiéramos que esta breve historia, estuviera desligada de la alegría que siempre le ha trasmitido Alicia a todo aquello que se relaciona con Nicolás y con Renacer, ni de las reflexiones que los mismos hechos provocan en cada circunstancia. 

Para ello basta recordar la actitud de Alicia cuando en Huerta Grande, al hacer la presentación de los distintos países concurrentes a la celebración de los 20 años de Renacer, fue ella la que, al escuchar la música característica de cada país, irrumpió a bailar cada uno de los ritmos correspondientes a cada país.

Tampoco estará ausente la profundidad de los conceptos que nos han acercado siempre tanto Gustavo como Alicia y es así que recordamos como en la noche de cierre del referido encuentro, observando el entusiasmo y alegría de los bailarines, tal que nadie hubiera podido creer que se trataba de papás y mamás que hubieran perdido hijos, cuando en un determinado momento nos acercamos a Gustavo y le preguntamos ¿cómo puede explicarse que estas mismas madres y estos mismos padres, hace pocos meses para unos y más tiempo para otros, estaban con sus rostros desencajados envueltos en llanto, desesperados por la pérdida de un hijo, estén hoy con sus rostros alegres y sonrientes?

“Es el milagro de Renacer, es el misterio de la fuerza indómita del espíritu de que nos habla Víctor Frankl, es la fuerza del amor a sus hijos”, nos respondió Gustavo.

Aquellos padres no le preguntaron a un psicólogo para saber si había pasado el tiempo suficiente de “su duelo” para hacerlo, lo hicieron porque así lo intuyeron, se lo indicaban sus corazones, con el pensamiento en sus hijos.

Para quienes miraban desde afuera, esos padres dijeron que existe una opción a la que también ellos se pueden adherir, porque sí, se puede.

Y para quienes dieron tal testimonio, por una actitud arrancada, intuitivamente, de lo más profundo de sus propias vidas, “sí, se puede”, implica la responsabilidad de mantener la misma actitud a través del tiempo y saber que si se pudo entonces, se puede en todos los instantes de nuestras vidas.  

Ojalá, para quienes hemos encontrado todo o casi todo ya hecho, mientras transcurre esta breve historia de amor, el mensaje de Renacer, como la lluvia mansa que fertiliza los campos, fecunde nuestros corazones. 





LA IMAGEN DE NICOLÁS


Alicia: “No se si alguna vez vieron una foto de Nicolás.

Yo les voy a contar porque, realmente, no lo conocen a Nicolás.

Imagínenselo ustedes a Gustavo sin barba, Nicolás es igual y muy "chinchudo", igual que él, por supuesto más joven.

Hoy cuando un papá dijo, en un momento: "esa luz que alcanzó Nicolás a sus padres" a mí se me presentó una imagen.

Yo me imaginé a Nicolás con su pelo así, al costado... rubio... sus ojitos color aceituna... como arrodillado... se me presentó esa imagen, él sobre una rodilla, un poquito más arriba, vi la imagen así: yo les cuento... 

Gustavo de pie me cobijaba con sus brazos y Nicolás más arriba sosteniendo con ambas manos una luz... 

Esa luz que él sostenía con ambas manos, me la entregó... ¡ni les cuento!, Gustavo me sostenía a mí, pero yo recibía la luz... y yo me di cuenta que cuando la recibimos, comenzaron a aparecer papás... papás... papás... papás... y la luz empezó a ser tan grande, que no nos cabía en las manos, no cabía en mis manos, ni en las de Gustavo y empezó a expandirse y era tan grande, tan grande, que empezó a diseminarse y de todo empezó a salir luz... 

¿Y cuál es la única forma de alejar la oscuridad?  

Iluminando, iluminándolo todo, hasta el último rincón y esa es la imagen que se me presentó y la quiero compartir con ustedes.

Nicolás con su pelito rubio... con una camisa clara... un pantalón claro... un jean... en una rodilla... acercándome la luz... y esa luz que se expandió y empezaron a aparecer todos, y estaban todos... los que estaban dormidos... los que no se durmieron... los que hablaban por teléfono... los que toman mate en el teatro y no se puede... los que no toman... los hermanos... los abuelos... los padres... todos.

Queremos decirles que en estos años de Renacer, ¡hemos aprendido tanto! ¡tanto! y anoche yo les decía y decíamos que gracias a todos ustedes, los papás que forman los grupos Renacer, gracias a todos, Nicolás no ha muerto y gracias a todos, cada uno de sus hijos no ha muerto.”


UNA ESPERANZA

Gustavo: “Nosotros decimos que nuestros hijos están en otra dimensión, alguien podrá no creerlo, es como nosotros creemos que están y el día que uno muera vamos a pasar a la misma dimensión. 

Entonces, yo me voy a encontrar con Nicolás que está en el futuro, él no está en el pasado, él no quedó atrás en el pasado, sino que está esperándome y cuando yo me encuentre de nuevo, habiéndome separado una vez, no quiero que cuando me abrace con él, alguien venga y me toque el hombro y me diga, usted vaya al jardín de infantes, su hijo está en la Universidad, ¿por qué? por no haber hecho los deberes de este lado.

Entonces, si yo no quiero separarme nuevamente, voy a tratar de hacer todos los deberes de este lado, todos los días de mi vida, para que cuando me encuentre con Nicolás no me tengan que separar de nuevo.

Eso también sirve, esa manera de pensar y ver las cosas, porque es una posibilidad cierta, pero no lo podemos saber; que no nos pase que nos enteremos cuando ya sea demasiado tarde, cuando ya no haya una vuelta para atrás.

Yo tengo que tratar de mantenerme en la misma onda porque espero abrazarlo y que nadie me mande de vuelta al jardín de infantes.”  


EN LA NOCHE OSCURA DEL ALMA

Gustavo: “Cuando perdimos a nuestro hijo Nicolás, pasados los momentos iniciales de dolor, desazón y desesperanza, empezamos a hacernos preguntas que creemos que todos los padres que hemos perdido hijos se hacen en algún momento ¿Quién soy yo ahora? ¿Cómo voy a ser en el futuro? ¿Qué va a ser de mi vida?, pues la misma persona que éramos antes, no podemos serlo más.”  

Alicia: “Yo también perdí a mi Nicolás, yo lloré y lloré desconsoladamente, y yo también me pregunté ¿qué sentido había detrás de todo este dolor?

En esas largas noches en esas primeras noches sin Nicolás, comenzamos a preguntarnos: ¿y ahora qué hacemos con esto que nos pasó?

Aquello que nos habían dicho que era la vida, ya no era para nosotros la vida, ¿cómo era eso? nos decían que se suponía que iban a partir primero los abuelos… los mayores de la familia y así sucesivamente, pero resulta que no era así.

Nosotros buscábamos una respuesta porque había que seguir viviendo y nos preguntábamos ¿cómo? Yo hice ese duelo también por mí misma, no sólo por Nicolás porque yo era una persona alegre y no me resignaba a no serlo nunca más.

Empezamos a buscar qué podíamos hacer para no morirnos, pues teníamos una hija por quien cuidar y por nosotros mismos porque nos parecía que era un magro homenaje al hijo destruirnos en vida por su ausencia física; dijimos acá tiene que haber algo más y empezamos esa búsqueda profunda, en esa noche oscura del alma, que es como si uno estuviera atravesando un desierto, en soledad, preguntándonos ¿y ahora qué?

Y ahora ¿qué hacemos? y ahora ¿cómo empezamos a vivir nuestra vida de cada día? ¿cómo era posible? 

A cada persona que se me acercaba y me decía “lo siento mucho” y yo sabía que lo sentía mucho, pero con eso no me ayudaban, yo a todos los que se me acercaban yo les preguntaba ¿ahora cómo hago? ¿cómo vuelvo a vivir? ¿cómo? y no sabían qué hacer, lloraban y no sabían qué decirme. 

Hubo días de intenso dolor, hubo días de rebeldía, me acuerdo de la rebeldía de gritar ese ¿Por qué? que todos nos preguntamos, a mí me duró dos días; tal cual, dos días, quizá un día y medio, porque me di cuenta que cada vez que gritaba ¿por qué?, me preguntaba ¿volvió mi hijo? ¿me sentía mejor? ¡No! Entonces dejo esto, vamos a ver que otra cosa se puede hacer.” 

“Hubo un momento en que se rompió mi conexión con el mundo, se rompió mi conexión con el otro. Cuando parte un hijo, de repente, uno se encuentra aislado, solo con mi dolor, solo conmigo mismo, sintiéndose una extranjera dentro del propio cuerpo; todo cambió, se rompió el puente que me unía al mundo y a los demás.” 

“Con Nicolás se había ido mi alegría, mi capacidad de reír y sentía que si eso pasaba, no valía la pena seguir viviendo; yo no quería vivir triste.”

“Yo sentía que no podía reírme nuevamente, para mí la vida no valía la pena, entonces ¿cómo podría reconciliar la idea de que no tenía a mi hijo y sin embargo quería tener una vida con alegría? ¿cómo reconciliar las dos cosas? Parecía que era imposible.”

“Yo ya sabía que iba a sufrir, pero ¿de qué manera? ¿iba a ser capaz de sonreír de nuevo? ¿de nuevo iba a ser capaz de reír a carcajadas?, pero yo no quería siquiera intentarlo.

Entonces me lo propuse, porque me di cuenta que ese iba a ser un homenaje que podía hacer a Nicolás y ni que hablar a nuestra hija Luciana, para los que tenemos la bendición que nos queden otros hijos, pero igual siempre tenemos personas que nos miran y nos aman.

Algo tenía que hacer y puse todo mi empeño; recuerdo la primera vez que me reí, me reí a carcajadas y esa noche soñé con Nicolás.

Nicolás estaba envuelto como en una luz, vestido de claro, con los brazos hacia mí y me dice: “¡Ma, por fin te reís!” y se elevó; fue un segundo…

Ese sueño me dio la pauta de que, evidentemente, el camino no podía ser el de la tristeza, el camino no podía ser la tristeza prolongada.” 

“Que ese hijo no se fuera de nuestra vida y simplemente lo dejásemos relegado a la categoría de absurdo de la vida, de accidente fatal, de un Dios que tiene formas misteriosas y oscuras, que yo no comprendo... ¡No señor! teníamos que rescatarlo de las garras de lo absurdo.

Rescatarlo de las garras del absurdo y devolverlo a la vida como un acto de total amor y entrega, un acto de sentido que tanto dolor tuviese sentido.

Dejar que el sufrimiento nos derrote significaba que Nicolás estaba siendo nuestro verdugo”.

“Nosotros teníamos la responsabilidad de qué íbamos a hacer con nuestra vida y cómo la íbamos a vivir de allí en más, después de la partida de Nicolás.

¿Qué merecía Luciana, esa hija maravillosa que nos queda?

Y después de todo ¿qué merecíamos nosotros? si nosotros fuimos padres de ese maravilloso hijo, significaba que para algo más servíamos, no sólo para dar a luz a ese hijo y criarlo esos dieciocho años, después ¿nuestra vida terminaba?

Debía haber algo más seguramente para nosotros allí.

Entonces nos dimos cuenta que teníamos la responsabilidad de hacer que nuestro hijo viviera a través de la forma en que nosotros vivíamos nuestra vida.”

Gustavo: “A los tres meses de la partida de Nicolás, una tarde yo iba caminando e iba particularmente triste, por entonces yo caminaba por la calle para poder llorar, cosa que no quería hacer en casa porque nos quedaba una hija y yo quería que en casa tuviéramos una vida lo más normal posible.

No quería que nuestra hija Luciana viera a su padre vencido por la vida, porque ese iba a ser el ejemplo que le iba a quedar a ella de por vida; si ante una crisis severa, su padre se doblegaba y le llegaba a tocar en adelante una crisis a ella, el único ejemplo que tendría sería que un hombre se quiebra por una crisis y eso no lo quería para ella.

Esa tarde yo iba caminando y de pronto digo: “Bueno Nicolás, hasta aquí llegamos juntos, yo hubiera querido que vos me acompañaras toda mi vida, pero vos has tomado otro camino; yo te doy permiso y mi bendición para esta nueva vida que vas a comenzar” y lo dejé… y a partir de esa noche yo dormí muy bien.  

Entonces me di cuenta que es un paso necesario.” 

Alicia: “Si dejamos que el sufrimiento nos derrotara, entonces significaba que Nicolás también estaba siendo nuestro verdugo.” 

“En la situación límite que nos ha tocado vivir de la que “parece” que no hay salida, que no hay manera de vivir la vida plenamente, puedo sentir, sin embargo, esperanza que no es escaparme, que no es ilusionarme; lo que estoy afirmando, al sentir esperanza, es que tras este dolor, tras esta situación, hoy de tanto dolor, no se agota todo lo que esta situación puede ofrecer.” 

“Por entonces, no había nada para los padres que habían perdido hijos, no había nada, el papá que era religioso y lograba volcarse o brindarse a su religión, quizá le traía mucho consuelo, pero la mayoría no era eso lo que encontraba, faltaba algo que era una necesidad de la vida y, de alguna manera, por alguna razón, cuando Nicolás partió nosotros sentimos la necesidad de hacer algo con esto que nos había pasado.

Yo estaba convencida que Nicolás no podía irse de nuestra vida y dejarnos como legado solamente dolor.”

“En un determinado momento, aparecieron en nuestras vidas muchos papás y mamás que habían perdido hijos, muchos, pero muchísimos.”  

Gustavo: “Yo soy médico en mi ciudad y venía mucha gente a mi consultorio y uno, al cabo de los años, aprende que después de todos los interrogatorios en que la persona cuenta todo lo que le molesta, si después que la reviso le pregunto "¿cómo está usted anímicamente?", en ese momento, cuando la persona ya ha manifestado todas sus quejas, sus molestias, se siente relajado y muchas veces aparecen, salen a luz, los malestares anímicos, que antes no se habían manifestado.

Entonces, cuando yo empezaba a preguntar, la gente empezaba a decir: "estoy muy mal, como quiere que esté con lo que me ha pasado", yo ya sabía que esa persona había perdido un hijo, entonces, no obstante le preguntaba: "¿qué le ha pasado?" y dicen "lo peor que le puede pasar a un ser humano: he perdido un hijo!".

Entonces, a mí me empezó a llamar la atención ver tanta gente que había perdido hijos que venía a mi consultorio, pero no venían porque yo había perdido un hijo, venían por otras razones.

Y a Alicia le pasaba lo mismo en su tarea.

Un día decidimos viajar a Córdoba donde vive una hermana mía, a más de doscientos kilómetros de Río Cuarto, a pasar un domingo tranquilos alejados un poco de todo lo nuestro.”

(Continúa) 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Deja aquí tu comentario o tu testimonio