no sabía si alguna vez llegaría a enamorarme.
No sabía con quien compartiría mis días, mi cama y mis afanes.
No sabía si desearía tener hijos, y en tal caso...
No sabía si llegaría a tenerlos.
No sabía cuánto y cómo se quiere a un hijo.
No sabía que por ellos uno está dispuesto a postergarse indefinidamente.
No sabía que a uno de mis hijos lo aguardaba un destino trágico,
que acabaría con sus sueños, sus ganas de crecer y de vivir.
Y así la vida fue trascurriendo, como cuando en el teatro acto tras acto
cambia la escenografía y aparecen nuevos personajes, o los mismos pero más viejos.
No sabía que a partir de ese momento nada volvería a ser igual.
No sabía que el destino es quien decide y hace las preguntas.
No sabía que sólo nos cabe, como podamos, dar respuestas.
No sabía que a partir de la aciaga muerte, comienza el camino de un duelo sin final.
En aquel lejano ayer no te imaginaba.
Después llegaste y no supe no quererte.
Hoy... hoy no sé olvidarte.
Olivos, Junio de 2004
Autor: Carlos Juan Bianchi
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Deja aquí tu comentario o tu testimonio