miércoles, 9 de septiembre de 2009

Para Pensar

La muerte no existe, sólo la transformación. Miras con

 pánico a la tumba, como si allí todo acabara. No temas.

 Observa, la única certeza es el cambio. Nada permanece

 igual. Debemos ser conscientes de nuestro limitado tiempo

 en este plano. Sólo así viviremos de una manera intensa y

 profunda, celebrando. No te asustes, continúa leyendo.

 La evolución requiere de la mutación de las formas. Nadie

 llora por la semilla cuando se transforma en árbol, ni por

 el gusano cuando resurge en mariposa. ¿Acaso una madre se

 apena porque su hijo ya no está en su vientre? La vida

 fluye como una interminable sucesión de misteriosas

 transformaciones.

 Hasta cierto punto, la ciencia y la tecnología nos

 permiten ver qué es lo que sucede antes de nacer. Por

 ahora, los recursos son limitados. Sólo podemos conocer

 hasta el instante en que el cuerpo finaliza su ciclo. De

 todos modos, ¿cuántas pruebas más necesitamos para

 darnos cuenta de que lo que llamamos vida y muerte no son

 más que dos caras de una misma moneda? Buscamos certezas,

 la vida es incertidumbre.

 La materia es necesaria para la experiencia en el mundo de

 las formas. Fuera de ese entorno ya no sirve. Nadie se

 angustia por abandonar los zapatos a la hora de dormir.

 Cumplieron una función. Lo mismo sucede con nuestro

 cuerpo, nos permite movernos en esta dimensión, pero

 llegado cierto punto habremos de dejarlo. Es un proceso

 natural. Deberíamos aprender a liberar de tanta

 negatividad a la muerte. Sólo es transformación.

 ¿Crees que hablo así porque no soy humano? Claro que las

 ausencias duelen, y cuánto. Es cierto que el vacío por

 los que ya no están es insondable. El corazón queda

 herido, lo sé. Pero si vivimos con intensidad cada

 momento, amando y disfrutando de todo lo que nos rodea,

 reconoceremos la muerte como parte indivisible de la vida y

 podremos celebrar. Habremos trascendido las fronteras de

 nuestras limitaciones..

 Si cambiamos nuestra percepción, ya no lamentaremos la

 partida de nuestros seres queridos. Seremos conscientes de

 que simplemente se adelantaron en el camino para seguir

 evolucionando. No los podemos ver, es cierto, pero los

 podemos sentir. Sabemos que están.

 Mira hacia tu cielo interno. Agradece, desde lo profundo de

 tu alma, por los momentos vividos. envíales millones de

 besos y tus más puras intenciones. Libéralos. Ellos deben

 seguir su marcha, ya llegará el tiempo del reencuentro.

 Seguí viviendo. También te irás cuando llegue tu hora.

 No cierres tu corazón. Aún queda mucho por aprender,

 mucho por disfrutar. Sólo quien te ama te dice lo que a

 veces no te gusta escuchar. 


Envía Patricia Lagunes

Del Boletín electrónico - Grupos Renacer

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Deja aquí tu comentario o tu testimonio