pánico a la tumba, como si allí todo acabara. No temas.
Observa, la única certeza es el cambio. Nada permanece
igual. Debemos ser conscientes de nuestro limitado tiempo
en este plano. Sólo así viviremos de una manera intensa y
profunda, celebrando. No te asustes, continúa leyendo.
La evolución requiere de la mutación de las formas. Nadie
llora por la semilla cuando se transforma en árbol, ni por
el gusano cuando resurge en mariposa. ¿Acaso una madre se
apena porque su hijo ya no está en su vientre? La vida
fluye como una interminable sucesión de misteriosas
transformaciones.
Hasta cierto punto, la ciencia y la tecnología nos
permiten ver qué es lo que sucede antes de nacer. Por
ahora, los recursos son limitados. Sólo podemos conocer
hasta el instante en que el cuerpo finaliza su ciclo. De
todos modos, ¿cuántas pruebas más necesitamos para
darnos cuenta de que lo que llamamos vida y muerte no son
más que dos caras de una misma moneda? Buscamos certezas,
la vida es incertidumbre.
La materia es necesaria para la experiencia en el mundo de
las formas. Fuera de ese entorno ya no sirve. Nadie se
angustia por abandonar los zapatos a la hora de dormir.
Cumplieron una función. Lo mismo sucede con nuestro
cuerpo, nos permite movernos en esta dimensión, pero
llegado cierto punto habremos de dejarlo. Es un proceso
natural. Deberíamos aprender a liberar de tanta
negatividad a la muerte. Sólo es transformación.
¿Crees que hablo así porque no soy humano? Claro que las
ausencias duelen, y cuánto. Es cierto que el vacío por
los que ya no están es insondable. El corazón queda
herido, lo sé. Pero si vivimos con intensidad cada
momento, amando y disfrutando de todo lo que nos rodea,
reconoceremos la muerte como parte indivisible de la vida y
podremos celebrar. Habremos trascendido las fronteras de
nuestras limitaciones..
Si cambiamos nuestra percepción, ya no lamentaremos la
partida de nuestros seres queridos. Seremos conscientes de
que simplemente se adelantaron en el camino para seguir
evolucionando. No los podemos ver, es cierto, pero los
podemos sentir. Sabemos que están.
Mira hacia tu cielo interno. Agradece, desde lo profundo de
tu alma, por los momentos vividos. envíales millones de
besos y tus más puras intenciones. Libéralos. Ellos deben
seguir su marcha, ya llegará el tiempo del reencuentro.
Seguí viviendo. También te irás cuando llegue tu hora.
No cierres tu corazón. Aún queda mucho por aprender,
mucho por disfrutar. Sólo quien te ama te dice lo que a
veces no te gusta escuchar.
Envía Patricia Lagunes
Del Boletín electrónico - Grupos Renacer
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Deja aquí tu comentario o tu testimonio