"Un día, tal vez pronto, sonará para el padre la hora que sonó para el hijo.
En aquel lugar, los que ya llegaron esperan al que se acerca; el recién llegado es bienvenido. Lo que a él le parecía la salida, resulta ser la llegada; se cieran los ojos de la carne, se abren los del espíritu y lo invisible se hace visible.
Vuelven a aparecer entonces ante el alma los desaparecidos, y esos verdaderos vivientes a quienes en la oscuridad de la tierra se los llama muertos, llaman dulcemente al recién llegado y se inclinan ante su rostro asombrado con la hermosa sonrisa que existe en las estrellas.
Creo en la inmortalidad. No en la inmortalidad de la fama, que no es más que humo, sino en la vida permanente del yo. Creo en ello, me siento inmortal. Sí, creo en Dios, y en la otra vida."
Párrafo tomado del libro "Mis Hijos" (1874)de Victor Hugo
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