viernes, 26 de noviembre de 2010

Un salto de fe

Los padres que pierden un hijo, se encuentran frente a una conmoción existencial, frente a un dolor tan grande que comienzan a hablar de sus culpas y comienzan a hablar de su dolor y un peligro está latente, el peligro que significa que se consuma la alegría de vivir, se consuma su capacidad de amar y siguen dando vueltas a sus emociones.

Sin embargo, el amor, el amor incondicional al hijo, espera ser descubierto y realizado.

Para ello debe tener esperanza, confiar en que así como la vida le presenta esta situación tan dolorosa, la vida también tiene un sentido valioso y luminoso para que lo descubra y entonces se lance por encima de sus emociones hacia aquello más luminoso: el amor por los hijos, los que no están y los que están.

En Renacer les decimos que aunque sus emociones, en este momento, le estén cegando, venga porque nosotros vamos a poder mostrarte los valores que le llevarán al sentido.

Entonces, cada uno, libremente, puede hacer su elección y podemos recibirlo con un abrazo fraterno para mostrarle que hay caminos; pero primero debe dar de sí, de su egocentrismo, porque no es recibir para dar, es dar para recibir, porque cuando se lanza a los brazos de otros padres, simboliza que confía, que tiene fe en estos otros padres, está dando de su omnipotencia, dando de ese sentimiento de que él solo puede. Y descubre que solo no puede.

Salto de fe que significa que cuando yo entro a un grupo, voy a dar.

Sin dudas, que se recibe a manos llenas, pero cuando voy doy; doy de mi omnipotencia, voy a dar la oportunidad a otro de ayudarme, voy a dar de mi humildad porque reconozco que tengo que empezar de nuevo, por eso es que siempre damos.

(Del mensaje de Renacer: En Encuentro en Montevideo febrero 2001)

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