domingo, 29 de agosto de 2010

OTROS OBSTACULOS EN EL CAMINO DEL DUELO

FRAG. DE LA CHARLA DEL DR. BIANCHI EN LUJAN (PARTE 4)


Hay otros obstáculos en el camino del duelo. Yo les decía que el duelo no es una patología, no es una enfermedad. La aflicción no es una depresión.
Pero si quedamos detenidos en alguno de los obstáculos del camino del duelo, sí podemos enfermarnos y sí podemos hacer un duelo patológico en la medida en que no podemos sortear los obstáculos.
El duelo es como una carrera de vayas. Hay que ir sorteando obstáculos. Aparece la culpa, la bronca, el resentimiento, el odio, la idealización, la inútil comparación con otros duelos, las escenas temidas, el inútil sentimiento de fidelidad a quien ya no está. Estos son obstáculos en el sentimiento del duelo que hay que ir superando.
El duelo es un sentimiento permanente, no tiene un tiempo cronológico. Es fácil ver esto. Si juntamos padres de diferentes tiempos cronológicos, no estamos todos iguales. No es como una operación, que a los 7 días posteriores te sacan los puntos y a los 15 días ya tenés actividad normal. El duelo no responde a un tiempo cronológico.
Alguien dijo que el tiempo es neutral, no pone ni quita; lo que hagas en el tiempo es lo que lo hace valioso. Me refiero a Edgar Grosman, en su libro “Vivir cuando un ser querido ha muerto”.
Yo creía mucho en la veracidad de esta frase al principio de mi duelo. Hoy no estoy tan convencido. En cierto modo, es verdad, y en cierto modo, no. Y creo que el tiempo no es neutral, el tiempo cronológico va generando cambios en nosotros, sin ninguna duda. Pienso que si el tiempo se hubiera detenido en esos 4 días que siguieron a aquel 17 de octubre de 1990, yo no hubiera podido seguir vivo de ninguna manera. Hubiera enloquecido. Ustedes piensen cómo estaban esos días, a la semana del fallecimiento de su hijo; nadie puede vivir dentro de una pesadilla. Uno tiene una pesadilla, la sufre, pero termina. Uno no se puede quedar viviendo dentro de la pesadilla.
Entonces, en este sentido no estoy de acuerdo, creo que el tiempo cronológico no es neutral. Además, fijémonos el cambio que tenemos nosotros con el paso de los años. No podemos decir que es neutral.
Pero sí estoy de acuerdo con que la respuesta al duelo es una respuesta activa y depende de lo que yo haga y de la respuesta que yo elijo, porque yo tengo que volver a darle un sentido a mi vida y yo soy el encargado de darle ese sentido.
Para otras corrientes filosóficas o religiosas, no es así. Pero dentro del existencialismo, la vida no tiene sentido per sé. Nosotros somos los encargados de darle ese sentido.
Y si somos capaces de darle el sentido ético de respetar al otro, somos capaces de vivir en una comunidad que sea justa. La Justicia es la única virtud que piensa en el otro. Lo justo es pensar lo que al otro le conviene y no lo que a mí me conviene, porque si no, no sería justo. Nosotros somos capaces de vivir en comunidad y de dar una respuesta ética y saludable.
La respuesta es otorgarle otra vez sentido a la vida.
Lo que yo sentía es igual a lo que sienten muchos papás y mamás. Hace 15 años que me encuentro con papás y mamás que perdieron hijos aquí y en el exterior y está ese derrumbe epistemológico, cuando a uno no le queda nada; uno queda vacío. ¿Qué dicen los papás? “Quedé vacío, me siento hueco”, “Siento que todo se derrumbó a mi alrededor”.
Yo acostumbro hacer algo que los que me consultan, saben de qué se trata. Yo digo que el campo afectivo donde lo podemos tener, ver, etcétera, está compuesto de distintos afectos. Cuando muere un hijo, no puedo dar una respuesta racional, mirar el campo afectivo y ver lo que quedó. El hijo que muere siempre es el único, porque es hijo único o porque hay 10 hijos más, pero él murió y el hijo que muere es el único. Ese hijo nos dejó vacío el campo afectivo. Acá no quedó nada.
Luego, en la respuesta ética que somos capaces de dar, vamos a ir repoblando otra vez el campo afectivo, con el amor que vayamos dando a los vivos que nos rodean. Porque el que no está –el que murió– nunca nos diría que nos dediquemos solamente a recordarlo a él y que no nos dediquemos a los vivos.
Nosotros podemos ir repoblando nuestro campo afectivo.
¿Qué otras cosas me dicen los papás que me visitan en el momento del derrumbe emocional? Lo habitual es que digan: “Mi vida no tiene sentido”, “Vivo porque no me animo a matarme”, “Vivo con el piloto automático”, “Voy y vengo, pero ya nada me interesa”.
La pérdida del sentido de la vida está relacionada a que “él se fue y se llevó el sentido de mi vida”. Y nosotros nos quedamos con esa frase. Pero yo no puedo decirle: “No, no es cierto. No se llevó el sentido de su vida”. No puedo decirle eso porque tal vez sea cierto. Además, no puedo ayudarlo porque no puedo devolverle a su hijo. La única forma de recuperar el sentido de la vida sería devolverle el hijo. Partamos de la base de que si digo que alguien perdió el sentido de la vida… Cambiemos la palabra.
La muerte de un hijo no tiene sentido, pero tiene una enorme significación. El significado es terrible y trágico, pero es un significado. Y ese significado se puede resignificar. Vamos a partir de ese significado trágico para resignificar su vida a través del propio esfuerzo. Hay cosas que nadie puede hacer por uno.
El duelo es un proceso activo. No te cruces de brazos esperando que el tiempo lo devuelva, porque no es así. Vos vas a encontrar la respuesta, pero tenés que hacer el egocidio. Vos no sos el protagonista, el protagonista es el muerto. No le quites el protagonismo a tu hijo. Yo sé que sufrís, pero el protagonista es tu hijo. Mirá los cambios que hiciste en vos. Sos otra persona.
Padres y madres vienen a visitarme en el momento del derrumbe epistemológico. También me visitan en otras instancias del duelo, cuando en general no pueden superar un obstáculo en el camino del duelo, cuando se quedaron empantanados frente a la culpa, a la bronca, al resentimiento, a la idealización o a un inútil sentimiento de fidelidad a quien ya no está.
No es necesario que hagamos una ostentación del dolor. Eso le daría la razón a la sociedad, que dice que somos discapacitados. ¿Para qué voy a hacer una ostentación del dolor? Lloro de punta a punta. ¿Para qué sirve esa ostentación del dolor? ¿Qué quiero demostrar, que yo quise a mi hijo, que si no lloro, no lo quise?
No tengo nada que demostrarle a nadie. Nadie pide cuenta de ustedes. Tenemos que recordar a nuestros hijos sí, con una lágrima, pero con dignidad. Esa ostentación del dolor es mezquina y egoísta. Es de alguien que está centrado en sí mismo y no en el que murió. No podemos hacer un protagonismo del dolor. Tenemos que tener respuestas dignas frente a la muerte.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Deja aquí tu comentario o tu testimonio