miércoles, 14 de julio de 2010

A la vuelta de México el ingeniero José Divizia cuenta las reflexiones que dejó allá. Cambiar la catarsis por la experiencia vivida.

Cacho Divizia dice que el mejor homenaje de amor es cuando el dolor da frutos.

El ingeniero químico José Divizia ha padecido el dolor más fuerte que un hombre puede vivir: ha perdido una hija. Ese dolor oceánico e infinito le ha cambiado la vida. Caminando por entre los senderos de angustia y lágrimas asido de la mano de sus amores: Tatá (su esposa) y José Agustín (su hijo) ha encontrado el mejor modo de sobrellevar el camino que les resta hasta el encuentro para siempre con la Pipi. Hombre riguroso en sus razonamientos, seguro en sus convicciones, muy prolijo expositor, que aporta una muy positiva visión sobre el duelo.

Es hoy uno de los líderes de Renacer una organización que ayuda a vivir mejor a quienes padecen un dolor análogo. Recién regresado de México donde fue con otros padres a aportar las experiencias recogidas en estas tierras y a traer las de los mexicanos sus vivencias nos cuenta un poco de esta experiencia de volver a nacer.

¿Cómo les fue en México?

Es la primera vez que se reunían once grupos que no se conocían entre ellos. Había como 400 ó 500 personas en la reunión esa y ya sabíamos por comentarios de algunos padres que se hace mucha catarsis. Qué significa esto: que van muchos padres se toman media hora para contar con pelos y señales todo lo triste y lo trágico que les ha pasado. Nos han recibido con una calidez increíble, nos han permitido hablar un par de veces y hemos hecho mucho hincapié en que Renacer no es para eso. Porque el problema de los grupos que caen a la catarsis es que la gente que va cuenta sus pesares, el que sigue cuenta lo mismo y así sucesivamente y al cabo de dos horas todo el mundo vuelve a su casa, peor que como había ido y los grupos se terminan desarmando. No tienen evolución posible porque son grupos que están con la mirada puesta en lo que ha pasado que por otro lado no tiene remedio es decir: ya es.

¿Qué aportaron Uds?

Nosotros hemos hecho hincapié que los grupos Renacer son para ver: cómo hacen los padres para seguir viviendo plenamente a pesar de haber perdido un hijo y, que el ir a Renacer es un homenaje de amor a los hijos que no están. Uno va a dar lo mejor de sí a otro que necesita consuelo, apoyo, contención y a la vez necesita tener una esperanza en su vida, porque si siente que su vida se ha terminado, porque está muy mal -como está- y el otro cuenta lo triste que él también está: no hay ninguna salida. Cuando vos empezás a contar lo que te ha pasado y empezás a contar de que podes vivir otra vez de nuevo, una vida normal inclusive: en muchos aspectos ¡mejor! que la que tenías antes. El que llega empieza a preguntarse ¡¿cómo se hace?! ese es otro tema ya. Pero básicamente el grupo tiene que ofrecer una esperanza y al grupo uno, no va para dar depresión, bronca, envidia, todos los sentimientos negativos que te invaden en la época del duelo porque si ese es el homenaje de amor que uno hace de al hijo que ha perdido -dar lo peor que siente- es un mal homenaje, no sirve para nada.

¿Qué es lo que Ud les han dejado a ellos?

Bueno ellos se han reído bastante porque yo les decía que cuando un padre empieza con eso ellos tenían que reprimirlo –en el buen sentido de la palabras- severamente o sea plantearle esto. Si vos venís acá y no te hacés cargo de lo que decís y vos crees que sos el centro del dolor y no te importa lo que le hacés escuchar al otro: estás mal, estás mal encaminado, estás mal ubicado en un lugar que no te corresponde. Si uno va a dar amor lo primero que piensa antes de abrir la boca es qué efecto causa en el otro porque si yo supongo aunque sea lejanamente que voy a causar mal a alguien entonces me abstengo de decir lo que voy a decir. Este es el planteo.

Háblame de lo necesario y lo suficiente

Lo que pasa es que todos los padres empiezan preguntándose –y yo también lo he hecho- y todos lo hacemos ¿por qué? Por qué me pasa esto a mí, por qué a mi hijo, por qué así, ahora etc, etc, por qué si teníamos tantos planes, tantos proyectos. Sin entrar en la parte religiosa: se preguntan por qué Dios me hace esto y por qué, y por qué yo, o qué habré hecho para merecerme esto. Nosotros nos decimos que hay que a la pregunta hay que cambiarla: del por qué, al para qué. El para qué significa qué hago yo, qué decido yo hacer con esto que me ha pasado. Ahí entra lo de necesario y suficiente. Porque cuando acontece un hecho son múltiples los factores que se conjugan en tiempo y espacio. Se presentan juntos en el tiempo y en el espacio para que ese hecho sea posible. La suma de todos estos factores da lo que es suficiente. Ahora cómo funciona la mente humana tenemos conocimiento de algunas cosas -causas necesarias- una causa por sí es necesaria, pero no suficiente. Por darte un ejemplo yo tengo harina, agua, levadura, huevo, cada uno de esos elementos es necesario para que yo haga un biscochuelo pero no es suficiente. Además tengo que agregarle mi voluntad de hacerlo, que haya gas, que tenga fósforos para prender el horno, para hacerlo etc, etc, un montón de otras cosas más. La suma de todo ese montón de cosas me da: el suficiente y, cada uno de esos elementos son necesario pero no suficientes por sí mismos. Entonces cuando vos preguntas por qué te metes en un laberinto porque -el por qué- significa determinar todas las causas que hacen posible que un hecho suceda. Cuando hablamos de lo necesario es qué debo hacer yo ¿si? para modificar mi vida, es otra cosa distinta no estoy inquiriendo sobre las causas estoy apelando a qué voluntad voy a poner yo. Qué actitud asumo lo que me pasa que es otra cosa ¿si? Entonces cuando yo inicio ese camino por supuesto que también no es suficiente que yo quiera, hay que ver si es que puedo, lo que no sabe la gente es que: ¡siempre se puede! Porque hay una dimensión espiritual y una fuerza espiritual que tiene adentro que le permite afrontar cualquier situación. Cualquiera. Si tiene la voluntad si tiene la disposición de eso se trata.

¿Cómo llegan Uds a Renacer y cómo funciona hoy?

Nosotros llegamos de causalidad. Cortamos una película que estábamos viendo por un canal de cable y había un grupo de padres que estaban hablando de la muerte de un hijo, 45 días después que se había ido mi hija. Prestamos atención que había un grupo Renacer que funcionaba en Buenos Aires anotamos un teléfono, nos derivan a Berti que es el fundador de todo el grupo. Cuando hablamos con ellos para irnos a Córdoba nos dice que acá hay un grupo de Tucumán que está con nosotros ahora. Esperen que vuelvan. La Pipi se fue en febrero y nosotros empezamos en mayo, junio en Renacer sin saber ni lo que era. Empezamos juntándonos en un bar tres hombres y una mujer, como una cosa premonitoria, porque acá en Tucumán hay muchos hombres, muchos, muchos hombres cosa que es medio insólita porque en general en los lugares chicos van más mujeres que hombres. Los hombres no van por una cuestión cultural, es que somos macho, como no sufrimos y nos bancamos cualquier cosa. Eso es cosa de mujeres. Todo esto del análisis existencial es cosa de mujeres. Arrancamos así y fuimos aprendiendo en el camino pero sin saber. Por intuición, empezamos tratando de dar. O sea Nosotros que estábamos mal íbamos a recibir a otros padres que llegaban que estaban peor. Quién eran los más beneficiados con eso: nosotros, sin saberlo. Porque cuando vos te olvidas del dolor que tenés para atender a otro te olvidas de vos y te olvidas de tu propio dolor y te pones en el lugar del otro y tratas de ayudarlo al otro y en esa actitud de ayudarlo al otro tu dolor pasa a ser secundario. Entonces nosotros en poco tiempo sin apelar a técnicas de tipo psicológicas sino más bien en una dimensión espiritual que incluye y contiene todo lo psicológico rápidamente en un año estábamos razonablemente bien. Esto no significa que razonablemente bien: un padre que ha perdido un hijo eso ya quedó atrás, fue, se acabó. Yo a la Pipi –han pasado 17 años- y todavía siento mucha nostalgia por ella y mucho amor y mucha ternura. No podría dejarla atrás. Viene conmigo a donde voy. Pero no tengo esa desesperación ese sentirse tan mal como uno se siente al principio y lo puedo decir con tranquilidad sin culpa. La amo a mi hija desde el amor, no desde el dolor.

¿Hay algún momento de la vida que esto deja de ser un dolor insoportable?

Sí, si hay. Es como todo. No se puede decir que es un momento. Es un camino. Es un proceso. Es como la fruta que pasa de flor a fruta madura pasa por muchos estadios intermedios hasta que llega a madurar. Bueno con la gente es lo mismo, con las personas es lo mismo. Con uno pasa así. Pero hay un momento en donde uno reconoce íntimamente que todo lo que te pasa es para tu bien aunque te duela, aunque no te guste, aunque sientas que es injusto pero uno empieza a entender que la vida no es una mamadera de donde uno se prende para sacarle toda la leche tibia que puede sino que es una experiencia en donde uno aprende un montón de cosas y aprende únicamente -lamentablemente- en el momento en que te duele. Cuando estás bien no aprendes nada. Disfrutas simplemente.

¿Cuáles son las cosas que te han mejorado a partir de la partida de la Pipi?

Mira lo que uno tiene que vencer así genéricamente hablando es la resistencia al cambio. Uno tiene que aprender que la vida de uno ha cambiado, que uno debe cambiar, de que las cosas no van a volver a ser como eran antes. A veces por suerte y otras veces por desgracia porque el no ser como eran antes incluye la ausencia de las personas que uno quiere. No hay algo o algunas cosas así puntuales que uno pueda decir hay que sumar esto más esto, más esto, más esto porque sino quizás se podría hacer una receta y acá no hay una receta. Lo que sí hay es una forma distinta de entender la vida, entender las relaciones con las personas que uno quiere. De entender la propia transitoriedad -o sea- saber que uno está circunstancialmente en este mundo. No sé si habrá algo o no habrá algo después pero que me voy a ir de acá sin ninguna duda y aceptarlo buenamente. La aceptación significa poder entender diferente cambiarse de lugar donde uno está. Eso no es fácil.

¿Has pensado que alguna vez ibas a colaborar con alguien llevando este dolor encima?

No, al principio no. Eso he aprendido en Renacer y he aprendido a hacerlo como homenaje de amor a mi hija. El homenaje por el hijo que se ha ido no puede ser desde el llanto de la desesperación porque eso es lo que uno siente al principio y yo al principio creía que el mejor homenaje de amor a mi hija era morirme. La quería tanto a mi hija que se murió. Que el mundo diga se murió, la quería tanto a su hija que se murió. Al hecho de la muerte de mi hija le sumemos la mía y la de mi mujer y la de mi hijo y así sucesivamente en cadena. No es un buen homenaje. Entonces cuando uno siente que el dolor de uno le puede servir a otro, le puede ——digo- porque uno nunca sabe cuándo le sirve y cuándo no. Pero le puede servir a otro. Entonces ese dolor tiene un significado: tiene un para qué. Le sirve a otro que todavía hoy no conozco –mira lo que te digo- y cuando ese otro entra por esa puerta digo: ese es uno de los otros que quizás se alivien en el dolor que yo he pasado. Mi dolor entonces da frutos. No es estéril, no es, porque sí. No es, para nada. No es el Quini 6 de la mala suerte. Está incluido en un entramado que yo no entiendo, pero que existe.

¿Eso es renacer?

Eso es renacer.

Por / Félix Justiniano Mothe

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Deja aquí tu comentario o tu testimonio