miércoles, 28 de julio de 2010

El sentido del dolor y del sufrimiento

No es cuestión de gustos. Dolor y sufrimiento son inseparables compañeros de la existencia humana.

Para superar el dolor basta con visitar al médico clínico o al cirujano. Para enfrentar el sufrimiento –digo enfrentar, no superar– hoy, en este nuevo siglo, más que al psicólogo, necesitamos al filósofo.

Cuando del sufrimiento se trata, Víctor E. Frankl es un maestro muy confiable. Es médico, psiquiatra y filósofo. Sería deseable que todo médico, todo psicólogo y todo psiquiatra fuera también filósofo.

Hoy más que en el pasado, el sufrimiento es una realidad profundamente existencial que debe ser interpretada.

Postulados para encarar el tema del sufrimiento:

1) El sufrimiento se da en la vida del hombre. No hay que buscarlo.
2) Buscar el sufrimiento como tal sería masoquismo.
3) Cuando no se lo puede suprimir, la logoterapia presenta los siguientes puntos de reflexión:
a) La logoterapia no es masoquista, pero tampoco hedonista. Es realista.
b) La logoterapia quiere la felicidad del hombre, pero no a cualquier precio.
c) La logoterapia es la única escuela de psicoterapia que capitaliza el sufrimiento cuanto éste es inevitable. El sufrimiento se puede convertir en el supremo valor.
d) La logoterapia ve, en el sufrimiento y el dolor, la ocasión para la realización de valores de actitud, que son los supremos valores.

El sufrimiento, pues, no es visto como un fin en sí mismo. Eso sería masoquismo.
La logoterapia no inventó el sufrimiento, lo encontró en el camino. A través del análisis existencial descubre que es un elemento esencial de la existencia humana.

Todo hombre que aspire a llevar una vida plena no podrá prescindir de él. La logoterapia no lo busca, ni lo ama, ni lo promueve. Cuando es inevitable enseña a enfrentarlo, no para destruirlo, sino para aprender. Frutos del aprendizaje desde el sufrimiento: evolucionar y humanizarse. Para ambos casos lo único que importa es la lucha.

Lucha. Confrontación. Sufrimiento

Libertad para elegir una nueva actitud. Responsabilidad de no perder este instante y convertirlo en un nuevo valor.

El sufrimiento, cuando es inevitable, hace muy entendible el cómo se transforma en obstáculo para las manifestaciones del espíritu que llevamos encarnado en nuestra existencia. Los tres determinantes, los tres destinos confluyen en la misma conducta.

Esa conducta es inconcebible sin sufrimiento. Esa conducta, gracias al sufrimiento, hace fuerte al débil. Convierte en generosos a los egoístas, en solidarios a los narcisistas, en valientes a los cobardes, en sabios a los mediocres, en filósofos a los frívolos, etc.

El sufrimiento, convertido en el gran despertador existencial.

El sufrimiento, devenido en el concienciador del eterno valor de cada aquí y ahora.

El sufrimiento, ese golpe fuerte que sacude. Es importante tener ojos, pero sólo los ojos abiertos son los que "ven".

La fuerza del sacudón provocado por el sufrimiento depende de la manera en que se ven las cosas. Por eso, el sufrimiento está tan ligado a los miedos.

El sufrimiento en las manos de Frankl se ha convertido en un instrumento para poder realizar el admirable "milagro" de la autorrealización mediante la autohumanización. Cuando el sufrimiento no puede ser vencido, se lo convierte en un aliado para facilitar la propia realización, por medio de la praxis de los supremos valores, como son los valores de actitud.

Es importante subrayar que Frankl no es un mero teórico del sufrimiento, sino un "vividor" de éste. Supo mucho de él, porque lo experimentó. No hay que pretender entender el sufrimiento. Si se lo entendiera, dejaría de ser sufrimiento.

Al dolor se lo puede explicar. El dolor es localizable. ¿Dónde está ubicado en mi existencia lo que me hace sufrir? Sin respuesta. Si la hubiera, ya no sería sufrimiento. A lo sumo, un malestar.

El malestar que, cada vez más y más, va marcando al tercer milenio, no son los trastornos psicológicos, sino los conflictos existenciales.

Hoy, y creo no exagerar, detrás del sufrimiento, está presente, en mayor o en menor grado, la depresión noógena.

Desencanto, hastío, desgano de todo casi todo, indiferencia. Son algunos de los tantos aspectos que acompañan al sufrimiento. En estos casos, la logoterapia es la terapia específica. Se trata de llenar la vida con sentido. Encuentro, reflexión filosófica, diálogo existencial. Son los tres caminos reales para enfrentar la depresión noógena.

Ya en estos tiempos, es preciso encarar el sufrimiento con más filosofía y menos psicología. La logoterapia es la terapia que más respuestas ofrece al hombre sufriente.

El sufrimiento del hombre de hoy es metafísico, es decir, que no se superará con nada que vaya marcado por la finitud, lo temporal y lo material. El sufrimiento metafísico necesita respuestas metafísicas. El análisis existencial, que va más allá de lo que puede alcanzar el psicoanálisis, no deja sin respuesta a todo aquello que, directa o indirectamente, tiene que ver con el hombre.

Cuatro podrían ser las fuentes desde las cuales se encara el sufrimiento a partir de la perspectiva logoterapéutica:

1) El fundamento fundante, que es lo que da razón de ser a la logoterapia: la vida siempre vale la pena vivirla. Hay que ser cultores de la esperanza.

2) La mejor manera de esperar no es buscando las causas del malestar. Esto supone mirar retrospectivamente. Mirar hacia el futuro. En el futuro y no en el pasado, está la oportunidad de encontrar nuevos motivos, nuevos sentidos por los cuales la vida puede cobrar un nuevo significado.

3) El vivir buscando un nuevo "por qué vivir" se lleva a cabo realizando valores. Realizando valores aquí, en este mundo que me circunda, que no es un valle de lágrimas, sino de posibilidades. Rodeado y metido en este mundo que me circunda, me dejo ecologizar. La madre tierra siempre aconseja bien.

4) Vida. El mundo que me circunda siempre me da ocasiones para la realización de valores. Son los valores encontrados y realizados los que me conducen a la más humanizante de todas las experiencias: la autotrascendencia.

El sufrimiento está íntimamente ligado con lo existencial, lo espiritual, lo eterno del hombre. Con el ser, el deber ser. Es sólo por el sufrimiento que el ser humano cobra conciencia sobre el "quién" es él. Ese conocimiento no le viene ni por la medicina, ni por la psicología, ni por la psiquiatría, ni por la sociología, ni por la ingeniería genética. Todas estas ciencias se agotan cuando han respondido sobre el "qué" constitutivo del hombre.

Tanto el "qué" como el "quién" pueden ser sometidos a duras pruebas. En el orden físico, el hombre puede padecer enfermedades terminales. En el orden psicológico, profundos trastornos emocionales. La logoterapia sostiene que siempre se puede convertir un fracaso en un éxito. Lo importante no es lo que nos pasa, sino la postura que elegimos ante eso que nos pasa.

Tríada del sufrimiento fecundo:

1) Situaciones límite.
2) Fuerza indómita del espíritu.
3) Aparición de nuevas potencialidades ante la realización de actitudes que se convierten en otros tantos valores. Los supremos valores, que el hombre puede realizar.

Pero esta superación de las situaciones límite, como otras tantas pruebas del destino, ¿vienen solas, simplemente, con la fuerza del deseo? En la logoterapia, nada se da gratis. Todo tiene su precio. Diría que hay tres palabras en logoterapia que no gozan de buen prestigio: resignación ante el dolor y el sufrimiento. Conformación pasiva. Aceptación porque no queda otra.

Ante el sufrimiento, ante el dolor, ante cualquier situación conflictiva, ¿cuál es la postura logoterapéutica? Todas estas situaciones son preguntas. Hay que contestarlas. Vivir es sentirse preguntando continuamente. Vivir también es contestar siempre. ¿Cómo?

1) Buscando el sentido que pueda estar escondido en la nueva situación.
2) ¿Se da la ocasión de realizar algún valor? ¿Cuál?
3) Siempre hay ocasión para contestar mediante la realización de algún valor. En el peor de los casos, siempre se podrá responder, en situaciones límite, con una nueva actitud, un valor de actitud.

El sufrimiento, cuando es inevitable, así como los valores de actitud –en todo valor de actitud hay sufrimiento, pero no en todo sufrimiento nace la necesidad de realizar un valor de actitud– representan la ocasión para enfrentar aquellas preguntas que humanamente no tienen respuesta.

El sufrimiento y los valores de actitud poseen algo en común. Son la mejor ocasión para ponerse en contacto con el espíritu. Cuando esto se da, nos damos cuenta de que estamos más sanos de lo que suponemos. Sin embargo, la pregunta es ¿la fuerza del espíritu nos libera de la situación? La función del espíritu es iluminar. El espíritu ayuda a encontrar el sentido en cada circunstancia cuando ésta es la voluntad del "buscador de sentido" que es todo hombre. El espíritu es el mejor "ayudador" a encontrar y dar las más adecuadas respuestas. Y esa ayuda nos libera de muchas angustias. También esa ayuda es el camino que nos lleva a experimentar la autotrascendencia. Desde la autotrascendencia es que se nos da la oportunidad para experimentar qué es la espiritualidad.

Sufrimiento y respuesta

Para entender el sufrimiento podríamos reducirlo a un proceso dialéctico de preguntas y respuestas. El hombre siempre es un animal en situación. Siempre enfrentado a algo o alguien. Siempre interrogado. "Él y sus circunstancias". El hombre es el animal "responsorial" por excelencia. Debe vivir dando respuestas.

El sufrimiento es la respuesta más acuciante y desestabilizadora de la existencia humana. No hay conflicto en el que no esté presente.

¿De qué podría depender la duración del sufrimiento? De la respuesta elegida. El hombre tiene todas las respuestas, pero no siempre las tiene en la mano, en el momento preciso.

Quizá, las palabras de Epíteto, que fueron versificadas por Quevedo, nos den la clave para entender el por qué de todo sufrimiento humano. Sus raíces son también ontológicas.

"No son las cosas mismas las que al hombre alborotan y le espantan,sino las opiniones engañosas que tiene el hombre de las mismas cosas".


La audacia de vivir, Francisco Bretones, Buenos Aires, SAN PABLO, 2002

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