viernes, 17 de abril de 2009

La muerte de un hijo en la pareja en qué uno de los dos integrantes de la misma no a sido el padre o la madre biológico.


Cuando una pareja es conmovida por la muerte de un hijo, el proceso del duelo difiere en cada uno de los padres, dado que el sentimiento frente a la pérdida está conformado por circunstancias absolutamente personales. De todos modos pese a la diferente expresión del dolor, cada uno de ellos resulta para el otro el mejor interlocutor en la trágica realidad que les toca vivir. Estoy refiriéndome, desde luego, a parejas bien conformadas al momento de la pérdida. Existe sin embargo un caso no poco frecuente en la actualidad, donde la distinta expresión del dolor tiene características especiales: es en las parejas donde uno de los dos no es el padre o la madre biológica del hijo. Si bien cada caso implica una historia diferente que deberá ser vista de manera singular, algunos sentimientos aparecen reiterados en éstas parejas.

En quien es el padre o la madre biológica suele presentarse a veces:

· Sentimiento de mayor soledad frente a la pérdida. · Sentirse incomprendido ya que su pareja no ha perdido un hijo. · Minimizar o desvalorizar el dolor de su pareja · Pretender que el duelo del otro se acomode a sus expectativas. · Sentir que su dolor le da derecho a manejarse dentro de la relación de modo absolutamente individual, a veces caprichosa, marcando los tiempos para todo, y que esto debe ser aceptado por su pareja de manera incondicional. · Sentir enojo o rabia ya que él o ella no sabe lo que significa el haber perdido un hijo y hacerle notar esa diferencia en algunos momentos, más aún si la convivencia entre la pareja ( padre o madre no biológico) y el hijo era una relación competitiva y distante. · Sentir celos en el caso en que su pareja tenga hijos biológicos de matrimonios anteriores. · Sentirse, a través de la idealización, en pareja con el hijo muerto, sobre todo si se trata de una hija si hablamos del padre, o de un hijo en el caso de la madre. · Sentir, por todo lo anterior, alejamiento de su pareja actual, que se manifiesta entre otras cosas por un marcado desinterés sexual.

En otros casos:

· Sentirse contenido, comprendido y apoyado por su pareja a lo largo del proceso del duelo. · Reconocer el cariño que su pareja tenía por su hijo. · Valorar la actitud de respeto y los cuidados de él o ella por su dolor. · Sentir finalmente que su pareja es el mejor interlocutor para su nostalgia, sus recuerdos y sus momentos de tristeza. · Sentir que su relación de pareja se afianza a partir del dolor compartido.

En quien no es el padre o la madre biológico a veces:

· Sentirse abandonado y no tenido en cuenta y que la relación de pareja ha pasado a un segundo plano. · Estar inhibido a opinar, actuar o proponer por temor a molestar a su pareja o a ser mal interpretado en sus actitudes. · En el caso de participar junto a su pareja en algún grupo de autoayuda o proceso terapéutico en función del duelo, sentir que no se le otorga o no le corresponde el derecho a manifestarse libremente. · Sentir que su cariño por quien ha muerto no es valorado en su justa medida. · Sentirse afuera del proceso del duelo de su pareja. · Sentir que las etapas felices, alegres y apasionadas de la relación son irrecuperables. · Sentirse obligado a permanecer en la pareja sólo por solidaridad frente al dolor. · Sentir celos del acercamiento que pueda darse a partir del dolor compartido, entre su pareja y el otro padre biológico - ya hace tiempo separados - . · Por lo anterior sentir temor a la pérdida de la pareja.

En otros casos:

· Sentirse solidario en un todo con lo sucedido. · Compartir el duelo con autenticidad basado en el amor por su pareja y por el sincero cariño que sentía por quien hoy no está. · Permitirse su propio duelo, sin imitar ni consensuar su dolor con las expectativas del otro. · Asumir con responsabilidad la función de contener, apoyar y entender al otro, y aceptar con amor los cambios transitorios y comprensibles que puedan darse en su pareja. · Sentir que el trágico suceso - que puso a prueba la relación -, termina por afianzarla.

Es necesario mantener desde el comienzo el diálogo que permita sincerar los sentimientos, las fantasías y los miedos de cada uno, para evitar sentirse distanciados o recíprocamente incomprendidos, lo que sumaría al comprensible dolor, el riesgo de quedar en soledad en momentos en que la relación de pareja representa el mayor y el mejor apoya frente a la trágica pérdida.

Carlos J. Bianchi


bianchicarlosjuan@topmail.com.ar
extraido de la página www.carlosjuanbianchi.com.ar

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