domingo, 1 de julio de 2012

Actitud frente a la vida

Debemos captar el mensaje de infinito amor que nuestros hijos al partir nos dejaron y que los hijos que quedan nos recuerdan cada día: dar amor, sólo amor. La muerte de nuestros hijos no habrá sido estéril, si a través de su partida se comprende el verdadero sentido de la vida, como un tiempo precioso y finito que debemos vivir al máximo, pero de otra manera, ya que el camino trazado hasta ahora no nos sirve para esta nueva realidad. Todo dependerá de nuestra actitud, de cómo nosotros vivamos cada día de nuestra vida, de cómo nosotros nos enfrentemos cada día a lo que la vida nos presenta. Los papás de Renacer tenemos la responsabilidad de trasmitir la actitud de solidaridad, de amor incondicional, de rescatar el valor de la vida por encima de todo lo que nos pueda pasar, lo tenemos que llevar en nuestra actitud todos los días de la vida. De esta manera, nuestros hijos se han transformado en los maestros del verdadero y desinteresado amor y este sentimiento no tiene reclamos ni expectativas, ni siquiera necesita de su presencia física. La vida siempre nos va a desafiar. La vida nos sorprende continuamente y, a veces, creemos que ya hemos aprendido todo, tenemos que seguir aprendiendo y cuando creemos que ya no nos vamos a volver a caer, porque ya tuvimos la máxima caída, si nos volvemos a caer, Renacer nos enseña a levantarnos una y mil veces y todas las veces que sean necesarias. Porque de cada situación difícil y dolorosa que vivamos, y que van a ser muchas, porque ésta no es la última, seguro que es la peor, pero no es la última y cuando uno cree que no tiene más reservas de fuerzas, aparecen las fuerzas sí, parece mentira, es infinita la reserva. Debemos levantarnos con renovada fuerza y capitalizar cada una de estas experiencias difíciles o dolorosas que nos pasen y que tengamos todavía que vivir y emerger cada vez como seres más fuertes, más compasivos, más generosos. Es como esos barriles sin fondo, cuando uno cree que no tiene más fuerzas, aparecen, nos vienen de arriba y pasan a través nuestro, es como que no tenemos un caudal definido, finito, de fuerzas, es para siempre, ¡sí, es para siempre! De modo que no achicarse frente a la vida, no hay que achicarse y no hay que perder la sonrisa y no hay que perder las ganas de vivir. Eso lo tenemos que demostrar cada día de nuestra vida en todo, en donde nos movamos, en nuestras actividades diarias, seamos verdaderos padres que hemos entendido el mensaje. No digamos, Renacer es una cosa y afuera en el mundo es otra, no, yo soy la misma persona, dentro de Renacer y afuera de Renacer. Yo no puedo decir dar amor y Renacer es amor y te quiero mucho y me abrazo con un papá de Renacer y salgo y despotrico contra todo el mundo y estoy con la cara amargada cuando tengo que hacer cualquier cosa. No, no es así, pues si bien yo puedo pensar que hay corrupción y sé que hay corrupción, y sé que hay violencia, y sé que hay un montón de cosas, y por ahí tampoco tengo mucha esperanza de que las cosas cambien, pero es mi responsabilidad como papá de Renacer, si realmente llevo a Renacer en mi corazón, y si pienso que, realmente, es una actitud frente la vida, es mi responsabilidad trasmitir alegría de vivir y es mi responsabilidad trasmitir el valor de la vida, no importa lo que pase afuera, no importa, y aunque haya los problemas que haya, yo tengo que tratar de mantener siempre mi mejor actitud y dar siempre lo mejor de mí, en todas las situaciones de la vida. Aún frente a repetidas crisis, o ante repetidos desafíos de la vida, seguimos encontrando fuerza; una prueba de eso son los padres que pierden más de un hijo, esos padres nos muestran, sin lugar a dudas, que el caudal de fuerza, la capacidad de respuesta del hombre es inagotable, la capacidad de repuesta del ser humano ante los interrogantes de la vida, es y será siempre inagotable. Frente a lo irreversible, frente a aquello que no puede ser cambiado, el hombre tiene aún la última de las libertades individuales: elegir la actitud con que lo enfrentará, si será como la débil hoja arrastrada por los primeros vientos de otoño, o como el árbol fuerte pero flexible que se inclina y estremece, pero se yergue fortalecido cuando la tormenta pasa. No es posible vivir la vida como si nuestros hijos fueran los artífices para arruinar nuestras vidas. Su partida es una condición permanente, pero no puede ser permanente nuestro sufrir, debemos decirle sí a la vida. Debemos seguir viviendo, es una experiencia renovadora. Es como renacer de las cenizas y cuando hayamos encontrado la paz y la aceptación, habremos de trasmitirla a los demás, a los que la necesitan, a los que sufren, a los que aún viven en la oscuridad de la desesperanza y la rebeldía. Alicia Schneider Berti- Gustavo Berti

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